Capítulo 3 - La carta

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Cuando Amelia salió de la librería, Nelo no se encontraba allí. Cualquiera pensaría que estaría rondando por ahí, es un perro y no tiene por qué estar quieto todo el rato, pero ella conocía muy bien a Nelo y nunca antes había desaparecido porque sí.

- Nelo... ¡NELO! - Salió disparada al centro de la ancha calle. - ¡NELO! - La gente la miraba extrañada o evitando encontrarse con su mirada.

El miedo se apoderó de ella, comenzó a sudar. La simple idea de perder al único amigo de verdad que tenía le parecía horrible, no sabía cómo reaccionar. Los pelos se le pusieron de punta y no paraba de moverse, nerviosa.

Amelia giraba sobre sí misma, ojeando todos los rincones dela calle en busca de su perro. No puede haber desaparecido... Puede que... Y Amelia comenzó a correr, de vuelta a casa. Pensó que ese podría ser el primer sitio donde buscarlo, después buscaría en otros sitios que frecuentaban... A ver, el supermercado... Pensaba Amelia mientras corría lo más rápido que podía de vuelta a casa. La biblioteca... O incluso la editorial... La casa de mis padres

Empezó a sudar mientras repasaba la lista de los posibles sitios a los que iba con Nelo, pero tropezó. Los suelos de piedra de las calles más antiguas no eran los más adecuadas para correr, Amelia cayó de bruces y no se golpeó la cara porque paró como pudo la caída con las manos. Le dolía la rodilla, mucho...

- Mierda, Nelo... - Se sentó en el suelo para ver qué se había hecho en la rodilla. Se arremangó todo lo que pudo el pantalón y observó cómo le sangraba la rodilla. El golpe no parecía grave, solo un pequeño corte con las piedras de la calle. - ¿Dónde estás Nelo? - Dijo entre sollozos, evitando sentirse impotente por la situación... Esa situación le recordó... A alguien... Mientras tanto, sacaba un pañuelo del bolsillo.

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Fue hace cuatro años... En su segundo año de carrera cuando le conoció a él, la primera pero única persona de la que se enamoró. Era fuerte, musculoso, recio, con una bonita y suave melena oscura, ojos marrones y oscuros, nariz ancha y bonita, labios carnosos, siempre afeitado y guapo...

Le conoció más adelante pero le recuerda desde el primer día en que le vio, cualquier habría caído rendida o rendido a sus pies. Por fuera, era perfecto. En sus recuerdos, Amelia perdía los detalles y se centraba en lo que ocurría, casi parecía estar en una nube que se iba convirtiendo en salas e iban apareciendo objetos o personas.

Él... Estaba sentado en las filas de atrás junto a otros compañeros cuyas caras no recordaba, miraban, reían y señalaban a algunas de las chicas más llamativas de la clase. Amelia veía esto desde la entrada así que decidió sentarse lo más alejada posible del grupillo, no se dio cuenta en ese momento pero se estaba sentando al lado de los que serían durante un tiempo sus amigos Miguel y Pablo.

Estuvo un rato hablando sobre cómo les fue el primer año, hasta que se acercó él, dejando una nota en la mesa. Amelia extrañada, Miguel y Pablo curiosos miraron la nota con atención en la que declaraba que para pasárselo bien fuese con su grupillo, junto a un número de teléfono.

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Algo la hizo volver de sus recuerdos, era Nelo lamiéndole la cara. Amelia seguía sentada en el suelo, con el pañuelo que sacó antes tapando la herida. Fue imposible aguantar las lágrimas, se sintió tan aliviada, tan feliz de que Nelo estaba bien... Le abrazó con todas sus fuerzas mientras llorada y este le daba besitos.

Las personas a su alrededor seguían pasando ignorándolos por completo, se quedaron un buen rato tirados en la calle. Le seguía doliendo mucho la pierna y le resultó complicado levantarse pero lo hizo. Tal vez sea hora se empezar a hacer algo de ejercicio, se dijo y sonrió para sus adentros.

Entonces, con mucho cuidado, ambos avanzaron lentamente por la acera. Amelia tenía que sujetarse en las paredes de las fachadas, apenas podía mantenerse en pie. En realidad no estaba solo mal por el golpe, que de hecho era leve, pero tantas emociones en tan poco rato... Estaba agotada.

Acabaron en la puerta de su portal, Amelia se sentó en el escalón a descansar un momento, echó mano a sus bolsillos buscando las llaves. Nelo le ladró y miraba hacia el buzón.

- ¿Qué pasa? ¿Tenemos correo? - Nelo seguía ladrando. - Voy, voy... - Dijo mientra se levantaba, ahora con más facilidad que antes.

Al abrirlo se sorprendió al ver que había una carta, no era ninguna factura, ni publicidad, era una carta de verdad.

- ¿De quién será? - Dijo inspeccionándola para buscar el remitente, no lo encontró. - Bueno, lo mejor será subir a casa y abrirla allí, vamos Nelo.

Subieron en el ascensor, aunque solían evitarlo. Amelia seguía mirando la carta con curiosidad, no reconocía la letra con la que estaba escrita su dirección y el sello era como una pequeña foto donde se veía un faro y el mar.

En cuanto llegaron a casa, Amelia decidió que sería más sensato ducharse y quitarse la ropa sucia para leerla más cómoda. Así que volvió a su desordenada habitación, cogió unas bragas negras y un camisón blanco y fue directa a la ducha.

Desde luego, era lo que más necesitaba. Dejó que el agua caliente recorriese poco a poco su cuerpo, limpiándolo poco a poco con cuidado y sosiego. Nunca ponía música en la ducha, así podía centrarse en sus cosas y podría no pensar en todo por un momento.

Al salir y al enrollarse con la toalla, de dio cuenta de que se le habían olvidado las zapatillas, otra vez.

- ¡Nelo! - Gritó - ¡Zapatillas!

El perro dormitaba en el sofá, pero al escuchar a su dueña se levantó de un salto y fue al baño. Cuando la vio vestida pero descalza, entendió perfectamente qué faltaba y fue a por las zapatillas. Nelo también estaba acostumbrado a llevarle las cosas a Amelia, siempre había sido muy olvidadiza.

Una vez que se sentía fresca y renovada, veía cómo los últimos rayos del sol se colaban por la ventana. Debían de ser las ocho u ocho y media de la noche. Al abrir el sobre, vio que no había ninguna carta escrita dentro. Se sintió un poco decepcionada al principio porque pensaba que sería alguna broma de un seguidor pero entonces vio que había algo en el fondo del sobre.

- ¿Qué es esto...?

Al verlo de cerca se dio cuenta de que era un billete de tren a las nueve y media esa misma tarde... Amelia se quedó en blanco, el destino estaba borrado pero leía sin problema que el tren lo cogía en su ciudad, en Vigo... Por un momento pensó en tirarlo y olvidarse, pero una parte de ella la instó a levantarse y correr a su habitación a preparar una maleta.

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⏰ Last updated: May 27, 2019 ⏰

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Entre la nieblaWhere stories live. Discover now