— ¿qué estás haciendo?— preguntó acercándose a la computadora y quedando estupefacto al ver lo que había en la pantalla. — esperaba que estuvieses viendo porno, pero creo que esto es más interesante — sonrió burlón. Víctor aún tenía el corazón acelerado por el susto pero logró articular unas palabras entrecortadas.
— esto apareció en la pantalla y simplemente me dio curiosidad— señaló el aparato restandole importancia — he leído algunos y me parecen muy interesantes.— Pedro miró a su amigo quien jugaba nerviosamente con la silla, estaba seguro que quería decirle algo y dedujo por su expresión y nervios lo que era.— no te ilusiones mucho, la mayoría de esas páginas son una estafa no funcionan para nada.
— ¿acaso ya has jugado alguna cosa de éstas?— preguntó Víctor con curiosidad y Pedro asintió.
— Puedo asegurarte que sí amigo, más veces de las que te imaginas. Ahora vamos, deja de perder el tiempo ahí y ven a beber con nosotros.— dijo el pelinegro caminando a la salida, pero antes de que tocara el pomo de la puerta Víctor lo llamó.
— ¡Eh! mira éste se ve interesante. — El muchacho soltó un suspiro sonoro y se devolvió para ver qué quería. Miró el aparato con fastidio y comenzó a leer en voz alta.
— Justo a la media noche comienza este juego. Una gota de tu propia sangre necesitarás y tu nombre completo escribirás. Apaga todas las luces, busca un peluche en el que pueda entrar y llámame a la puerta principal 21 veces. Mi presencia sentirás en cuanto a tu hogar atraviese, pero no te preocupes, daño no te haré hasta que en el peluche entre. Tu deber será esconderte y rogar que no te encuentre hasta que la luz del sol regrese.— pronunció el pelinegro cada palabra como si acariciase cada letra.
— ¿qué opinas?, es como las escondidas— preguntó Víctor rompiendo el silencio. Abram soltó una sonrisa torcida y se dirigió a Víctor.
— No creo que funcione, pero suena interesante. ¿y qué harás si te sale algún espectro maligno o algo así?—preguntó el pelinegro.
— Vamos, no seas cobarde, lo dices porque no te atreves a intentarlo.— Pedro soltó una sonrisa de par en par antes de responder.
— Tu no durarías ni quince minutos, si eso pasa, te lo aseguro como que mi nombre es Pedro. — lo retó el pelinegro.
— está bien, si tan seguro estás de que no funcionará, ¿por qué no apostamos?
— Está bien niño valiente, ¿qué quieres apostar?— preguntó Pedro mirandolo a la cara. Víctor se acomodó en su asiento para enfrentarlo.
— Si yo gano y funciona, me darás todos tus juegos de consola por tres meses.
— ¿y si yo gano qué? — replicó el otro. Víctor lo pensó un momento.
— Si tú ganas — hizo una pausa para pensar— Haré toda tu tarea por tres meses... — Pedro estaba a punto de replicar pero Víctor levantó una mano para que lo dejase terminar. — Y además...., te regalaré mi balón de basket.
— Me compraste con esa — sonrió satisfecho, estaba casi seguro que no funcionaría. — está bien es un trato, pero si terminamos todos muertos, quiero que sepas que fue toda tu culpa
— ¿Y si yo me lanzo de un acantilado me seguirían? No me vengas a echar la culpa después, es decisión de cada uno si quiere seguírme, yo no los voy a obligar.
— Bueno, si te lanzaras de un acantilado me quedaría con tus juegos y tu balón autografiado.— Víctor se llevó una mano al pecho haciendose el ofendido.
— Con estos amigos,¿para qué quiero enemigos?. Vamos por los demás.
Tras convencer a Pedro, ambos chicos bajaron a donde estaba el resto del grupo. Al verlos, se notaba que ya habían sido corrompidos por el alcohol, estaban entusiasmados jugando cartas, Miguel mas que nadie, al parecer era quien estaba ganando. Al proponer el juego, el grupo dudó un momento pero tras discutirlo y gracias a la influencia del alcohol no fue difícil convencerlos. Todos aceptaron. Tomaron la decisión de no beber mas hasta el día siguiente, pues así si pasaba algo, estarían más conscientes y podrían reaccionar mas rápido. Antes de comenzar el juego, Víctor leyó las reglas y sugerencias, todos se encontraban reunidos en la sala.
— Presten atención porque no las repetiré dos veces.— habló Víctor serio antes de comenzar a leer — Para jugar debes obedecer a las siguientes reglas:
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¿Jugamos?
HorrorNo es conveniente provocar al mal, aunque éste se presente como un simple juego. Víctor Stelling tuvo que aprender ésto de la peor forma posible cuando accedió a jugar a las escondidas con quien no debía por culpa de una apuesta con su mejor amigo...