historia n° 1 <3

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Un día como hoy, pasando por la escuela donde iba, recordé la muerte de mis padres, algo que marcó mi vida.

Mi mamá y papá nos habían llevado a la escuela a mí y a mi hermana, María. Yo, contenta, me bajé del auto con María, pero lo que no nos esperábamos fue el accidente fatal, que mis ojos lamentablemente vieron. Mientras mi madre conducía, un venía en contramano, y muy fuerte; le tapé los ojos a mi hermana para que no viera lo que iba a suceder.

Lo que me lleva a recordar eso es cuando paso por mi escuela para ir al trabajo, ya que queda muy cerca.

Hoy, en el trabajo me avisaron que me iban a trasladar a Australia, un lugar completamente diferente a Argentina; estoy emocionada por ir, pero también triste, porque no voy a poder estar con mi familia. "Ya me acostumbraré", me dije.
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Ya han pasado diez años, me he acostumbrado, aunque extraño a mis abuelos y a mi hermana, que ya es mayor de edad. Todavía me falta un poco para irme de acá.

Pasados unos meses, mi trabajo en Australia había acabado, tenía que volver. Así que traté de conseguir un pasaje lo más antes posible.
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Hace unos días estoy en Buenos Aires, y ahora estoy esperando a un taxi para irme a Córdoba, ya estoy muy emocionada por ver a todos mis amigos y familiares.

Una vez que llegó el taxi, subí mis valijas y me senté, cansada. Al rato siento que me vibra el celular, me llaman, resulta que era mi hermana, que sabía que estaba en Argentina, pero no que iba para Córdoba, porque iba a ser una sorpresa.

-Hermana, tengo que decirte algo que probablemente no te alegre tanto...- Me dice con una voz un poco triste.

-¿Qué pasó, María? ¿Algo malo? ¿Importante?-

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Ya me estaba preocupando un poco.

-Dime, sin vueltas- Le dije ya más seria.

-Bueno, nuestros abuelos... fallecieron hace unas horas, y todavía no sabemos por qué-

-q-¿qué?- Se me estaba acabando la voz, esa noticia me dejó sin palabras.

-...-

-¿María? ¿Hola, hola?-

La llamada se cortó por falta de señal. Sentía cómo la tristeza iba acabando con mis pensamientos y dejándome con la mente en blanco, tan solo pensando en eso. Las lágrimas salían, pero no quería llorar frente al taxista.

-¿Pasó algo, señorita?-

-No... no pasó nada- Me sequé las lágrimas que se notaban por toda mi cara.

Sólo quería dormir, me recosté y traté de olvidar todo. Al final, esto terminó siendo una sorpresa para mí.

Llegué y me desperté por una bocina que se sintió de parte del taxista; mientras miraba por la ventana, veía como la ciudad había cambiado, había más casas, más edificios, pero casi nada de campo. Me bajé del taxi en la calle Rawson y llamé a mi hermana para que me venga a buscar con su mejor amiga, se había mudado con ella para no estar sola en esa casa tan grande.

Después de unos minutos, las veo llegar.

-¡Hola!- Me dijeron al unísono.

-Hola María, hola Susana, ¿todo bien?-

-No tanto...- Me dice María con una voz desanimada -¡pero bueno! Vamos a tu casa, Susana-

Llegamos a su casa, estábamos todas cansadas, las chicas se habían quedado despiertas toda la noche estudiando, y yo no dormí en toda noche tampoco, porque tuve que esperar el vuelo durante muchas horas en el aeropuerto.

Susana me indica donde está mi cuarto, así acomodo mis cosas.

-Vamos a dormir un rato chicas- Dice Susana -mañana va a ser un largo día-

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