¿Que tal si no tenía ganas de ir a clases? Probablemente Nani no cedería, ya que solo sentía ligero dolor de cabeza, a si que vine con otra excusa.
-Nani, creo que es mejor no ir por hoy. Estoy algo cansada, y supongo que descansar no me haría mal.
Ella me mira. Ella me sigue mirando. ¿Porque no deja de mirarme?. Encima de todo me mira como si fuera a lanzarme un ladrillo en la frente en cualquier momento.
-No.
Y terminé yendo de todos modos.
Llegando, lo primero que vi fue a mi compañero de banco. Me miraba con una sonrisa ladeada que desprendía hipocresía.
Sin dirigirle ni una sola palabra tomo asiento junto a él.
-Hola.
-...
-¿No piensas responder?.
-...
-Bien. Solo te diré que se te subió la falda- Abro los ojos de golpe, y miro mi falda.
El idiota me había engañado. Le dedico una mirada, una de esas que asesinan, y pateo su pierna por debajo de la mesa, y prosigo a mirar el pizarron.
-Uy, si, que dolor.
-...
-Golpeas como niña.
Me volteo a verlo- ¿Si? Pues no fue lo que dijiste antes de ayer -Me levanto del asiento, vuelvo a tomar mi mochila, y soltando humo salgo de allí.
Por suerte, el profesor no había llegado aún.
De todos modos jamás sabría que yo si estuve ~aunque sea un par de minutos~ en el salon, ya que no regresaría a esta hora.
Fui al baño, y me miré al espejo. De repente comenzaba a hacer calor.
Mis pies perdían el equilibrio, y mi vista se hacía nublosa. No tenía demasiado sentido, pero ya estaba cayendo al suelo, sintiendo el golpe en mi espalda, para luego perder la conciencia.
Empiezo a despertar mientras recupero el conocimiento, y de fondo escucho una voz familiar.
- Ok, entonces solo descansar -es la voz de mi Nani. Imposible no reconocerla- de acuerdo, lo diré, gracias doctor, hasta luego.
Siento sus pasos acercarse hacia mí, y hago un esfuerzo para abrir los ojos. Efectivamente era ella. Yo me encontraba en mi habitación, mientras Nani me miraba con atención, como si intentara analizar mi estado de ánimo.
- Estoy bien -Contesté antes de que preguntara- creo que solo fue el estrés.
- Lo sé, mi niña. El doctor me dijo que probablemente habían cosas en tu cabeza que te agotaban mentalmente, por ende, físicamente -toma asiento junto a mí, y coloca su mano sobre mi mano- ¿necesitas hablar?.
Le sonrío- No te preocupes. Que mamá se haya ido aún me perturba, y de hecho la escuela me agota, pero solo necesito tiempo, y contigo a mi lado es mucho más fácil -ella acaricia mi cabello con dulzura, y me regala una de esas lindas sonrisas que tanto amo.
- Te adoro, Keira. Te prometo que tu madre volverá algún día, y los estudios siempre son agotadores, pero siempre me tendrás a mí -se levanta, me da un besito en la frente, y antes de irse pellizca con suavidad mi mejilla.
- Gracias -Pero cuando lo digo, ella ya no está presente.
- ¡Ah! -vuelve a abrir la puerta- debo ir a trabajar, así es que tú descansa. Te amo, adiós -y esta vez se va definitivamente.