Creí que ya no me importabas, tenía mucho tiempo sin pensar en ti, las horas pasaban una tras otra y yo podía andar sin soltar un sólo suspiro a tu memoria.
Realmente me convencí de haberte sacado de mi vida, pero no fue así.
Aún te llevo conmigo a donde voy. Estas en ese libro lleno de magia cuyas letras no he podido terminar sólo por tenerte más tiempo, en sus esquinas ligeramente dobladas, tus partes favoritas arriba, las faltas de ortografía y errores de edición abajo.
Te llevo en todas las manías que conservé de nuestro tiempo juntos, estás aquí cuando imito el tamborileo de tus dedos en el pupitre o cuando trueno mis dedos por la ansiedad que se asoma por mis poros.
Resuenas en esas canciones que jamás me gustaron y sin embargo hoy escucho día y noche, imaginando que eres tú quien las canta, deseando que seas tú quien toque esos acordes.
Te llevo en mis pensamientos más jodidos, en la piel y en mis versos ¿no lo notas?
Quisiera seguir mintiéndome, mintiéndome y decir que probablemente es la época, el clima, las lluvias y el frío vuelven más sensibles a la gente pero yo te extraño hasta en las primaveras, cuando las jacarandas florecen y tapizan el suelo de morado.
Te extraño en el verano, cuando el sol es mas fuerte y la arena en la playa brilla. Cuando el sol sobre la piel quema.
Me haces falta en mis otoños cuando veo caer las hojas y me recuerda el café de tus ojos y sobre todo te extraño en los invierno cuando el frío cala en mis huesos y vuelve mas dolorosas las heridas del cuerpo.
Lo más triste de esta historia no es que me aferre a tu recuerdo. Lo más triste es que tú no te aferras al mío.
No te preocupes que no he de pedirte nada, pues se que no me lo darás, únicamente pasaba a mostrarte que cada día que pasa estoy mas echa agua y cada hora transcurrida mas seca.
Y todo es tu culpa.
