El viaje era largo, a estas alturas y guiándose por el paisaje, Joshua había alcanzado pequeños poblados con los soldados detrás de su espalda, disminuían la marcha cuando pasaban a los centinelas y avanzaban tranquilos hasta la salida. Las personas que fueron testigos de la llegada del heredero, salían de sus hogares a saludarle y lanzaban a sus pies pequeños ramilajes de lavanda y romero para darle la bienvenida a la vez que lo acompañaban en su dolor. Cada oportunidad, que su caballo pisaba las flores, era como enterrar en el fondo de su pecho el hecho de que su madre ya no estaba con él, solo el consuelo de pensar que ella se reunía con su padre en los antiguos pasillos de sus antepasados. Aun si existía algo más que pesaba dentro de su corazón y era la nostalgia temprana que comenzaba a atraparlo. El recuerdo de sus hermanos del Sur, aquellos con los que pasó la otra parte de su vida y el tesoro angelado que una vez encontró en el bosque llegando de la mano de la intrusa muerte que les esperaba pero jamás lo tocó; ya nada era como el día en el que despertó con la amarga noticia de que su vida cambiaría y sería obligado por Dios a alejarse cuando la guerra se avecinaba. La risa de una niña entre el paso de los caballos en el chapoteo del camino, lo sacó de aquellos ojos marrones que lo miraron antes de partir con un dolor que no pudo soportar. Joshua tomó conciencia la gente observándolo y saludándolo con sus trajes blancos desde los aleros de sus pequeñas y calientes cabañas ya que la lluvia seguía cayendo sobre sus hombros y adornaba un paisaje triste a su luto. Se obligó a saludarlos con un movimiento leve de cabeza, con la mano en su corazón en forma de agradecimiento hasta que las casas terminaran y los últimos guardias le saludaran con las manos en sus pechos. El camino dividía al pequeño pueblo en dos, pasando por un verde valle entre los picos grises azulados que se levantaban nevados en la lejanía. En verano pequeñas flores y dientes de león adornarían con sus colores entre el césped hasta que fueran arrancados por las regordetas ovejas. Joshua sintió el viento cortando la lluvia antes de llegar a la salida del pueblo y las nubes corrieron entre ellas para dejar que la luz del sol avanzara y le diera otra forma del paisaje. Los ases de luz tocaron el suelo, mientras las gotas seguían cayendo y el efecto de pequeños arco iris tocando la tierra fue lo más hermoso que habían visto sus ojos. A JeongHan le encantarían pues siempre le había gustado contemplar los pequeños detalles de la naturaleza y Joshua realmente quería dejar de sentirse culpable por haberle dejado.
Un grito alejado de escuchó, la pasada del heredero fue opacada por la vista de una mujer llorando el suelo. Los rubios cabellos bañaban su rostro mientras la lluvia la empapaba hasta los huesos. Joshua observó cómo el pueblo solo se quedó esperando a que ellos hicieran algo a una situación desconocida. La mujer se arrodilló temblando en el suelo cuando no una, sino dos voces masculinas la llamaron de la puerta de una cabaña que se caía a pedazos. Joshua no lo dudó, bajó de su caballo y caminó hasta la dama asustada que se tomaba la cabeza en un intento de protegerse. A penas era mayor y se notaba que tenía varias marcas alrededor de su nuca que logró reconocer.
—Capitán Wen. —Llamó sin despegar la vista de la puerta de la cabaña, cuando el hombre se acercó a él Joshua tuvo el coraje de tomar su espada pero no desviarla. Jun dudó en sus acciones pero se mantuvo detrás. —Ayude a esta mujer, que alguien le de abrigo y un baño.
—Lo que usted diga, mi señor.
JunHui llamó a otro de los caballeros y juntos tomaron cuidadosamente a la mujer, cubriéndola con sus propias capas hasta que un granero y su familia la adentraron hasta el interior de su propio hogar. Jun volvió la vista a Joshua que estaba adentrándose a la petulante casa donde las risas se escuchaban y ante la mirada latente de toda la gente, no pudo hacer nada. Se creyó un idiota, otro de sus compañeros lo miró desesperado, si algo le pasaba al heredero antes de llegar a la capital, sus cuellos rodarían por las escaleras del palacio. Desenvainó su espada y esperó la mínima señal de ayuda. Los golpes y vidrios rotos sacudieron el sonido constante de la lluvia y, luego de segundos que se volvieron eternos, Joshua salió detrás de un hombre atemorizado que se arrastró como una bestia por el suelo, hablando de un idioma desconocido. Por la espada ensangrentada del futuro rey, JunHui supo que el otro tipo era sólo carne sobre el piso de madera.
YOU ARE READING
METANDIA [JIHAN]
FanfictionMetandia significa, un viaje que cambia la forma de pensar o de sentir la vida o la forma de ser de alguien. Joshua no creía que estos tiempos llegarían y tampoco esperaba, el giro que daría su vida cuando dejara ser el hombre más leal al reino. L...