Introducción.

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<<No tienes arreglo. Estás rota. Rota para siempre.>>

Y así día a día.

Linda aguantaba cada año miles de comentarios y de acoso por parte de sus compañeros de clase. Pero callaba. Cabizbaja, seguía su camino haciendo caso omiso a las crueles críticas de su entorno sobre su incurable enfermedad.

Un día, decidió que no soportaría más aquel infierno y escapó.

Con 14 años, Linda cogió el primer y el último tren de su vida hacia un lugar que, aunque ella no lo supiese aún, la conocía muy bien.

Linda era preciosa. Tenía un peculiar rostro angelical que alegraba a cualquiera. Aparentaba muchos menos años de los que tenía. Estaba repleta de pecas, por la cara y por su cuerpo entero. Era pelirroja natural, de pelo rizado y frondoso y tez notablemente clara.

Tenía una extraña enfermedad del corazón que los médicos nunca consiguieron diagnosticar. Creían que su corazón estaba bifurcado, y así era, aunque no sin razón aparente.

Esto no le impedía al corazón realizar sus funciones pero sí adormecía las sensaciones profundas y los sentimientos voluntarios y necesarios de un ser humano, como el amor.

El sitio al que Linda se dirigía era Portland. Un pueblecito frío y alejado de la ciudad de Oregon, al noroeste de los Estados de América.

ADVERTENCIA: esta historia que voy a relatar precisa de coraje y fortaleza sentimental por parte del lector. Si usted no está dispuesto a sufrir o a presenciar situaciones emocionalmente duras, le aconsejo que abandone la historia.

La historia de Linda se ambienta en el 1878, en plena Revolución Industrial. Nos encontramos en la estación de tren de Portland.

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⏰ Última actualización: Sep 30, 2014 ⏰

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