El día que todo cambió

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Hoy cumplo 28 años, aún no puedo creerlo. ¿Cómo pasó tan rápido el tiempo? Luego de la universidad fue una lucha constante por la independencia aunque sea económica aceptar trabajos que no tienen nada que ver con lo que estudiaste (Marketing) hasta por fin lograr llegar a la empresa de tus sueños en donde te das cuenta que no es lo que esperabas, y pasas años esperando ese ascenso por el que te desvelas, ganas peso y lo peor pierdes TIEMPO y de repente tus "mejores años" han pasado, definitivamente no me siento preparada como una adulta responsable y peor tras la noticia de mi nuevo jefe, que por cierto es el hijo del anterior ¿NEPOTISMO? El cual además trae consigo ideas "INNOVADORAS" para cambiar la manera en que el público nos ve, expandir los horizontes y actualizarnos fueron las frases más utilizadas durante su presentación despachándonos rápidamente a nuestros trabajos.

Me deje caer pesadamente en mi cubículo, adorando las cuatro paredes que me rodeaban donde había colocado fotos mías y de familiares y sí, no lo voy a negar, de mis fandoms que acaparaban casi todo. Una de las cosas que pude escuchar antes de que todos entraran a la sala de juntas fue que el jefecito pensaba quitar las paredes y tener un espacio abierto con todos los escritorios.

— Los extrañare bebés — dije acariciando lentamente la cara de Ed Sheeran mientras suspiraba

— ¿Qué haces? — dijo mi compañera Natalie, una señora de ¿45 años? Que tenía su cubículo a la derecha del mío.

— Obviamente está manoseando al gordo ese — dijo Matías, que se encontraba a la izquierda mientras su cabeza aparecía. Él tenía 35, lo sabía porque lo stalkee un breve momento en Facebook casado y 2 hijos, le gusta su café negro y sin azúcar (Ewww)

— ¿Me hablaron? — ese sería Roger en el cubículo de atrás.

— Primero me estaba despidiendo no manoseando, segundo no está gordo es pachoncito y abrazable y tercero no hablábamos de ti Roger — me dirigí a cada uno mientras les respondía.

— ¿Pero por qué te despedías? — dijo Nat con cara de desconcierto

— ¿No me digas que a ti también te despidieron? — dijo Roger con cara triste, era el único que rondaba mi edad pero con su problema de sobrepeso aparentaba ser mayor.

— ¡TE DESPIDIERON! — gritamos los 3 al unísono, saliendo todos rápidamente de nuestros cubículos para ir al de Roger, al llegar observamos como casi todas sus cosas se encontraban en unas cajas afuera de la puerta y dentro solo estaba el escritorio con la computadora y una silla.

— ¿Pero qué razón te dieron? — pregunto Matías al mismo tiempo que Natalia decía — Te haremos la mejor de las despedidas.

Yo solo me quede en silencio observando todo y temiendo los cambios que se avecinaban.

— Te extrañare mucho — dije al fin, mi voz salió un poco ronca. Ambos habíamos ingresado casi al mismo tiempo hace tres años y nos habíamos hecho cercanos, bueno todo lo cercano que puedes ser con un compañero de trabajo con el que nunca te ves fuera. Por un momento deseé haber aceptado todas esas invitaciones que me hacía para salir en grupo a tomar algo y no estar siempre metida en el trabajo.

— Y yo a ti chiquibum — era el apodo que todos me decían en la empresa porque era pequeña (media 1.54m) pero siempre conseguía lo que quería las mejores cuentas de esta empresa las conseguíamos por medio de mi directa o indirectamente y odiaba que no me lo reconocieran pero prefería eso a que me despidieran.

— Voy a llorar — y ese sorprendentemente fue Matías que se retiraba lentamente

— Hoy a las 7 en el lugar de siempre — dijo Natalie mientras también salía.

— Supongo que también debo irme — dije retirándome lentamente

— No, no, no — dijo el rodeándome para bloquear la salida — vas a ir hoy.

— No lo sé, aún tengo algunas cosas por terminar — dije mientras miraba a cualquier lugar menos su cara

— Y apenas estamos empezando el trabajo — señalo el reloj en su muñeca que indicaba eran las 10 de la mañana — tienes tiempo de sobra, vamos que me lo debes

— Ja, tu eres puro puro chantaje eh — empecé a cantar mientras meneaba las manos alrededor de mí, el baile no era mi fuerte por otro lado el canto...

— Señorita Myers — se oyó la voz de Regina, la secretaria/ amante del ex jefe, ojala la despidieran a ella.

— Shhhh — me dijo Roger con los ojos muy abiertos

— Ups, parece que lo dije en voz alta

— Dios Evelyn, ten cuidado. Están teniendo reuniones con todos los empleados uno a uno, seguramente es tu turno

— ¿Y si me escondo aquí? — dije al mismo tiempo que Regina aparecía en la puerta

— Me temo que no será posible — dijo con su voz chirriante, como siempre nos veía por encima del hombro sintiéndose mejor que nosotros. Maldita Per — veo que ya desocupaste tu cubículo, si hubieras tenido este tipo de iniciativa seguirías trabajando para nosotros.

— ¿Nosotros? — dije con cara de confusión — no me digas que por fin el jefe proclamo su amor eterno por ti y que dejara a su esposa por más de 40 años. Felicidades Regina — termine con voz aguda imitando la suya, Roger se tuvo que sentar en el escritorio debido al ataque de risa que sufrió.

— Eso, no te interesa – dijo y si las miradas mataran ya habría caído muerta, me encantaba fastidiarla — vamos.

— Nos vemos Roger — dije abrazándolo y despidiéndome.

Como entrar a la boca del lobo, así me sentía. Demonios, si hubiera tenido alguna idea de lo que me esperaba hoy me habría vestido acorde a eso DE NEGRO. En cambio ahí iba yo con una blusa fucsia con un hombro al descubierto dentro de una falda midi con estampado de leopardo y zapatos de tacon bajo negros de cintas dejando al descubierto mis dedos que gritaban por un. Lance una pequeña plegaria para que nadie los notara mientras pasábamos a la oficina del jefe.

Él se encontraba viendo por la ventana de cristal que cubría toda la pared donde se podían observar los demás edificios que nos rodeaban. Al estar ubicados en el cuarto piso evité a toda costa la ventana, yo era muy feliz en el tercer piso donde nos encontrábamos todos los trabajadores y teníamos las ventanas estrictamente necesarias para una buena iluminación.

Regina se aclaró la garganta para alertar a nuestro jefe que habíamos llegado y trato de sentarse en un sofá que se encontraba a la derecha.

— Puedes retirarte Regina— dijo el jefe sin siquiera voltearse, yo le sonreí a Regina enseñando todos los dientes — señorita Porter, un placer conocerla.

— Igualmente señor Sinclair — él se dio la vuelta con una sonrisa, le calculaba unos treinta y tantos años, quizás cuarenta pero se mantenía en forma. Definitivamente un clon más joven del señor Jonathan Sinclair, su padre y el sugar daddy soñado por casi toda la población femenina de la empresa.

— Por favor, dime James. Señor Sinclair me recuerda a mi padre — señalo la silla frente a su escritorio mientras él mismo tomaba asiento — asi que Evelyn. Puedo decirte Evelyn?

— Supongo que sería lo justo — forcé una pequeña sonrisa.

— Bueno, mi padre me comento que eres una de las que trabaja con las mejores cuentas. — mientras hojeaba un folder, sería mi expediente? — pero veo que tienes un pequeño problemita — si, ese era mi expediente.

— Lo sé, pero — me interrumpio con una mirada severa y solo pude cerrar la boca y rezar por un milagro.

— Mira, eres una de las mejores y la verdad es que no quiero despedirte, asi que te tengo un trato.

Media hora después me encontraba en mi cubículo buscando en línea la academia que me recomendó el jefe y noté que si era flexible con los horarios a como mencionó él. Luego de unos cuantos clicks era oficialmente una alumna de la academia "The English House" empezando a partir del lunes.

Crisis de los casi 30Where stories live. Discover now