Perderte

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Creo que haberte hecho partir ha sido lo más fácil, digo, no es como si no fuese sencillo sacarte de quicio, me gustas, de verdad me gusta tu ceño fruncido; el hacerte enojar es una de las cosas que disfruté durante mucho tiempo, no por hacer que derramaras bilis, sino por el simple hecho de que amaba la importancia que le dabas a nuestros problemas. Me alegra que te fueras y al mismo tiempo te odio por eso, al menos creo que conmigo no te faltó nada, bueno, sí, paciencia, jaja. Algún día tendré que dejar de ser un idiota, pero es que contigo me sale tan bien, y mira que digo esto a tu recuerdo muy bien acompañado de whisky en un vaso y hielo ridículamente caliente, por cierto, ¿Qué pasa con este mundo y su carajudo calor? En fin, te extraño. 

Quisiera verte, sentirte, volverte a hacer mía. Sí, otra palabra que no te gustaba, me pregunto si ya lo hace; si él te toca como yo o si te hace sentir cosquillas en tu espalda, me pregunto si gimes en su oído o si lloras al venir...

¿Qué risa, no? Primero te jodo la vida, te hago infeliz y luego, parecía que pedir perdón me salía muy fácil, sabía que siempre me redimías y eso lo hacía sencillo, me arrepiento. 

No siento dolor, siento miseria, impulsé todo lo que pude echar en mano para lastimarte, por quererte cerca pero no tanto, por ser egoísta. Me parece muy fácil meterme en la piel de las personas, pensar como ellas, entender sus razones y sus motivos, sentir de forma muy similar; tal vez por eso se me hizo fácil poseerte y adueñarme de tu ser hasta manchar tu esencia. Acabé contigo y no te lo merecías. 

Perderte, fue lo más difícil, y no por el hecho de ver como te ibas por esa puta puerta o por la manera en que tiraste mi carta, sino, por la manera en que día con día ya no eras la misma; te hice cambiar; sustituiste las cartas por mensajes de buenas noches fríos, dejaste las salidas por te veo luego y de pronto, no me mirabas igual, aunque, debo admitir que, siempre vi el mismo brillo en tus ojos al verme llegar, lo que cambiaba eran los rasgos de tu rostro y no te culpo, si no era el alcohol, eran las otras mujeres y si no, las pocas aparentes ganas de hablar contigo. 

Vivir contigo fue grandioso, por no decir que lo más preciado, me arrepiento de haberlo jodido todo y de haberme distanciado, pero más de haber fallado al compromiso que te hice, donde juré amarte, respetarte y pasar el resto de mi vida a tu lado sin hacerte ningún daño. 

¡Ah!

No cabe duda que enamorado, uno dice tantas estupideces. 

Supongo que nadie podía saberlo, que yo cambiaría; mujeres, alcohol, no hablarte. Aún con eso sabía que te quedarías conmigo y bueno, me preguntaré de por vida ¿Qué fue entonces lo que te impulsó a dejarme? 

Creo que todo comenzó el día en que no te dije lo bella que estabas con ese vestido, lo preciosa que eras con y sin esa falda corta que me llevaba por el camino glorioso al que guían tus piernas, todo pudo haber comenzado el día que te tomé sin besarte o la vez que terminé sin previo asegurarme de que también lo hicieras, o probablemente el día en que incrementó mi cinismo;  el día que te conté de aquella felación "arrepentido" o cuando no te quise penetrar sin protección porque no recordaba nada de esa fiesta, a excepción, de aquellas greñas rojizas en la almohada de un motel. Creo que arruiné todo y por ello decidí escribirte esto, buscando que al menos entre mis motivos encontraras respuestas y que me perdonaras por al menos una milésima parte de todo lo que te hice. 

¿Por qué? Porque quiero recuperarte.

(Incluso si me odias, y claro que lo haces, te ruego sigas leyendo)

AriadnaWhere stories live. Discover now