Vino y Arte

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Habrás de saber que, la primera vez que te vi salir del café con esas zapatillas azules, tu rubio y rizado cabello y ese guante celeste, sosteniendo con tu dedo anular un diamante, morí por certeza, sentí perder el alma, algo en mi pecho dejó de sentirse y me invadió un vacío indescriptible. Tiré mi café, salí como rayo atravesando el estacionamiento, abrí la puerta del carro y el taxi siguió hasta donde mi sentido común me permitió decir "pare". 

Sentado en tu jardín, me quedé a esperarte o mejor dicho, a tu recuerdo...  esperaba obtener algo con lo que pudiera consolarme por última vez, un segundo quizá, del recuerdo de tus labios pronunciar mi nombre. 

Ahí fue cuando recordé lo último que hubiese querido...

Marzo 2 .2015

Lágrimas caer de tus pupilas, "no te vallas, vamos a hablar", "¿Por qué me haces esto?" gritabas  entre llantos. 

"¿No entiendes que no soy bueno para ti? Mereces algo mejor Ari."

Y era cierto, lo mereces y me alegro de que lo encontraras. 

Me siento sino feliz, tranquilo. Y aún así, lo envidio con locura. 

"Pero estamos casados, qué esperas ahora, que solo te olvide, que haga mi vida, DÍMELO" 

Soy un maldito, ¿lo sabes? apuesto que si. 

"Haz lo que te venga en gana"

"Tómame" - te desvestiste - "hazlo por vez última" 

¡Dios, tus curvas, tu preciosa piel, te mirabas radiante! Creo que nunca dije cuánto te admiraba, eres arte mujer, vino y arte con esa piel perlada, te amo, Ariadna, TE AMO y quiero gritarlo al mundo, tanto que te tuve, como que te amo y que esa noche te hice mía como tantas veces lo he deseado repetir. No te pude dejar ir, pero no pude evitar sentir el ardor de mi corazón en llamas al sentir el fuego de tu amor y lo caliente de la culpabilidad del deseo clandestino que acontecía horas previas... 

Acostados en la cama, uno enredado en el otro, mi ropa bajo nosotros y las maletas a medio cierre, te admiré una vez más, ya no llorabas, sabías que no me iría esa noche, sin embargo, por primera vez me cuestionaste sin discusión mediante.

"¿Quién es ella?"

Quedé pasmado, lo sabías, claro que sí. 

"Se llama rosa, es de la cafetería de a lado" - respondí quitado de la pena, esperando aminorar la importancia de la imbecilidad que acababa de proferir. 

"La maldita de los cabellos rojos, ¿qué tienes con las pelirrojas?"

"¿Estás enojada?"

"¿Te irás con ella?" 

"Jamás, mujeres hay muchas" - pero qué idiota fuí

"Putas hay más" - cuánta razón

"Uno siempre se queda con la persona que ama, incluso si hace daño"

"Uno es egoísta" - un maldito come mierda querrás decir.

"Descansa"

Un silencio invadió la habitación, mi alma y tus labios, sabía que algo se había apagado dentro, pero lo dejé pasar, nunca me habría esperado que guardaras aquello para  olvidarme, ¡Qué lista eres! 

Llegaste a casa, tu casa entonces, ¿Lo amas? te pregunté. 

"¿Qué haces aquí Ángel?"

"Dime que no me amas, que ya todo se acabó, que lo amas más a él y yo me largo, pero dímelo sin mentira en tus ojos" - en mi garganta se arremolinaba un nudo de maldiciones, suplicios y reproches.

"Eso ya no importa, suéltame" - en la tuya un daño irreparable.

No me había percatado del daño que hacía a tu muñeca, mis dedos grabados al rededor, tu rostro una vez más lleno de lágrimas, me sentí morir.

"Pe...perdón"

"¿Por qué si tanto me amas, me haces este daño?" 

Entraste a la casa, te oí gritar, y morí de nuevo, ¡Mierda! lo había jodido todo, arruiné tu vida, tus sentimientos y vi por última vez tu ceño fruncido, tu piel perlada y el mar en tus ojos... 

 

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Salí de la ciudad, no volví hasta hace un año por razones laborales, sin embargo, no pasé por la casa, tu casa, perdón. No me atreví a comer en Yuki, mi restaurante favorito, no pasé por aquél bar, ni visité a mis padres, no podía aparecer en cualquier lugar así, sin ti. 

Al llegar me topé a Fer, ¿Le recuerdas? El gordito de las fiestas, que ya no es gordito y es casi tan apuesto como yo, mentira, bonita, es más apuesto. Me llevó a un lugar nuevo, a regañadientes accedí y juro que no lo deseaba, pero no me arrepiento, pues nuevamente supe de ti, una pista, un indicio de tu presencia, estabas cerca, la novia de Fer, una mulata bien parecida de nombre Christie me dijo que te habías casado, que perdiste un hijo e tu vientre poco después de la boda y un poco más de tu vida amorosa. No te iba mal, pero no quedaron los mismos trozos de ti después de la pérdida. Lo lamenté. 

Fue entonces que lo decidí, te recuperaría, así me costara la vida intentarlo. No sabes cómo muero por un beso tuyo. 

Con amor: Tu ex marido desesperado. 




AriadnaWhere stories live. Discover now