¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Desde que tengo memoria, siempre he tenido que elegir entre cosas que me hacen feliz y cosas que hacen felices a mis padres. Siendo clara la opción que escogía.
A medida que iba creciendo, responsabilidades eran puestas sobre mis hombros, siendo cada vez más y más, sobre todo cuando mi padre decidió que yo sería el futuro líder de la manada.
La manada se dividió, la mayoría apoyando la decisión de mi progenitor y el resto estando en contra de ello. ¿Un omega liderando a una de las manadas más poderosas? vaya ridiculez.
Yo decidí demostrarles que mi casta no era impedimento, y 3 meses después fui el primer omega en formar parte de los centinelas, un grupo conformado por 5 alfas y 5 betas que se encargaban de resguardar y proteger a la manada.
Lo que yo no sabía, es que desde ese momento, mi vida iba a cambiar por completo.
Me enamoré de uno de mis compañeros, un alto alfa de tez morena, sonrisa encantadora y poseedor de unos preciosos orbes negros. Ambos sabíamos que mi padre nunca aceptaría nuestra unión, por lo que mantuvimos lo nuestro en secreto, hasta que decidimos pasar nuestros días de calor juntos.
Dos semanas después, me enteré de que estaba en cinta.
Ambos estabamos demasiado contentos, creyendo que con eso, mi padre nos dejaría estar juntos. vaya que fui un iluso. Una falsa acusación en su contra fue suficiente para que mi padre se enterará y tomara la drástica decisión de expulsarlo de la manada, prohibiéndole incluso poner un pie en el territorio y no dejando que yo le explicará nada.
9 meses después de lo sucedido, nació mi precioso Jung-hyung. Mis padres insistieron en que lo diera en adopción, más cuando me negué rotundamente, me dieron a elegir entre ellos o mi hijo.
Estaba clara la opción que elegiría.
Solté un suspiro cuando cerré la puerta de mi habitación, dándole una mirada a mi pequeño cachorro que lloraba restregando su regordete rostro sobre mi pecho, clara señal de que tenía hambre. Camine hasta mi cama para sentarme y con mi mano libre desabrocho los botones de mi camisa de franela, haciendo una pequeña mueca cuando Jung-hyung tomó entre su pequeña boquita mi pezón hinchado, comenzando a succionar con desesperación.
