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-¿Cuando vas a enseñame a caza, papi?- Cuestionó jung-hyung sosteniendo mi mano derecha con sus manitas. Sus miradas de cachorrito triste me hicieron desviar la mirada, el sabía muy bien cuál de sus encantos utilizar para hacerme caer.
Habíamos salido a revisar las trampas que había colocado y ver si había caído algo para comer, más solo pude llegar a cazar dos liebres está vez. Me sentí algo decepcionado, siempre llegaba a cazar más de cuatro a cinco, aunque pronto descubrí la razón.
Rogues salvajes.
Esos malditos habían estado rondando cerca, habían destruido mis trampas y se habían comido las liebres que habían caído en ellas. Aunque eso no es lo que me tenía preocupado, lo era el hecho de que estaban muy cerca de nosotros y si eso era así, tendríamos que irnos lejos. Otra vez.
-Te he enseñado a cazar con trampas, bebé, ¿no es suficiente?- Me observó con el entrecejo fruncido y bracitos cruzados, viéndose jodidamente adorable.
-Pero yo quiedo que me enseñes a caza en mi foma de lobito, papi. Como tu lo haces.
-Todo a su tiempo amor, aún eres muy pequeño. Cuando seas más grande, te enseñaré a cazar como lobo- Una sonrisita alegre reemplazó su mueca de enfado e hizo que yo también sonriera
-¿Lo prometes?
-Lo prometo amor.
-¿Por la garrita?- Eso me hizo detener mis pasos.
Observé su manita extendida en mi dirección con solo el meñique expuesto. Inevitablemente los recuerdos llegaron a mi mente.
"-¿Prometes qué seguirás queriéndome aunque sea un omega, mami?
-Lo prometo cariño.
-¿Por la garrita?
-Por la garrita- Pero la Omega Jeon nunca entrelazó sus meñiques-"
