Para nadie era un secreto en el desastre que me había convertido, claramente era un imán para los problemas y no podía evitarlo. Mi humor había cambiado drásticamente desde la última vez que vi a Valentina. Lamentaba cada uno de mis días el no haber hecho lo correcto y por correcto me refiero a haber terminado con Sergio.
Por lo tanto estaba ahí, en la sala de un hospital junto a una familia a la cual no pertenecía, al lado de un hombre que no amaba y fingiendo algún tipo de felicidad que no me representaba en lo absoluto.
Había pasado horas sentada en una incómoda silla con un café de pésima calidad. La mamá de Sergio había salido de una operación unas horas antes y yo me había excusado con que lo importante para ella seria ver a su familia para no tener que entrar a la habitación junto a Sergio. De cualquier manera estaba haciendo mi mayor esfuerzo por apoyarlo, pero no se sentía bien el saber que me sentía forzada a estar ahí. No es que no me importara, simplemente no era el lugar en el que deseaba estar y odiaba profundamente tener que fingir.
Extrañaba a Valentina y no podía dejar de pensar en ella en ningún momento del día. Cerraba mis ojos e imaginaba que todo estaba bien, que nada de esto había pasado. Pasaba las noches preocupada por ella, sin saber cómo estaba ni donde estaba. Pensaba en su papá, en su vida y me sentía culpable en saber cómo había complicado las cosas para ella.
Me levante de la silla con la intención de mover mis piernas que ya se estaban acalambrando. Me acerque a los baños de visitantes y antes de lavar mi cara con agua fría mire mi rostro en el espejo, los días que había pasado en vela me estaban pasando facturas, dos grandes ojeras acompañaban a mi rostro que lucía ligeramente pálido gracias a la poca y nada nutritiva comida que había estado consumiendo. Enjuague varias veces mi cara buscando despertarme un poco, era tarde y solo había conseguido dormir tres horas la noche anterior.
Al regresar a la sala de espera vi a la familia de Sergio conversando de pie y junto a la máquina expendedora de cafés de mala calidad estaba él, conversaba con un tío que recordé haberlo conocido en algún cumpleaños, no era alguien agradable y si hubiese podido me habría retirado al momento pero lamentablemente ya había sido reconocida bajo varias miradas. Héctor, el tío de Sergio, era ese tipo de sujeto que probablemente podías encontrar acosando a alguna chica por la calle, lo sabía por las infinidades de veces que había estado insinuando cosas hacia mí y por las veces que había tenido que retirar sus manos de alguna parte de mi cuerpo.
Con resignación me acerque a ellos luego de tomar una gran bocanada de aire. Sergio rápidamente noto mi presencia y me sonrió, intente devolverle la sonrisa pero esta no llego a mis labios.
¿Cómo está tu mamá? – Interrumpí a Héctor que al parecer estaba hablando de los pechos de alguna chica sin decencia alguna.
Esta estable mi amor – Arrugue el entrecejo ante la palabra de cariño pero decidí no darle importancia, solo quería irme de ese lugar pronto.
Hola hermosa – Interrumpió esta vez el tío, lo mire de reojo y pude ver su mirada lasciva puesta en mí.
Hola – Fingí una sonrisa mientras esquivaba la mano de Sergio que buscaba posarse en mi cintura. – Yo me tengo que ir, ¿Hablamos luego?
¿Necesitas que te lleve? – Pregunto el tío.
Por supuesto que no, no lo necesitaba y por nada del mundo me iría de ese sitio con alguien como él. Arrugue el entrecejo en evidente disconformidad mientras negaba con la cabeza.
No, muchas gracias. Traje mi auto – Sergio me dio una mirada triste mientras metía sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
Avísame cuando llegues – Comento Sergio antes de acercarse e intentar dejar un beso en mis labios que esquivé a tiempo.
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Algo que no soy || JULIANTINA ♥
RomanceJuliana Valdés es de esas mujeres sin tapujos, decidida, los filtros no le vienen bien a su vida, va y viene a su manera, tiene muy claro lo de no dejar escapar las oportunidades cuando se le presentan, y tiene esa extraña manía de que todas las cos...