Capítulo 2

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La semana paso muy rápido para la peliverde y los sueños con aquel sujeto no cesaban, cada sueño se la pasaba hablando ella acerca de sus superhéroes favoritos o su día a día y él sólo se le quedaba viendo queriendo disfrutar cada minuto que pasaba con ella, como si quisiera renmendar el tiempo que no estuvo a lado de ella cuando ella más lo necesitaba.

Al terminar las clases Izuku decidió cambiar su rutina e ir por las calles menos concurridas hacia su casa. Necesitaba idear un plan para lograr entrar a Yuei, todas sus ideas terminaban en fracaso total por el hecho de no contar con un kosei y el tiempo no era su aliado, el fin de curso se acercaba cada vez más rápido y nada parecía funcionar. Cada vez se sentía más estresada hasta el punto en que empezó a sentir que se le caía el pelo, al parecer su pelo no estaba de su lado.

—Demonios, me quedaré sin pelo al terminar el curso— murmuró mientras se quitaba unas cuantas largas ondulas verdes de sus brazos.

—¿No le parece que esta muy sola señorita?— escucho una ronca voz a su lado.

Un hombre de mediana edad se interpuso en su camino, poniendo su ancho cuerpo, o eso es lo que se lograba ver por la gigantesca y amontonada capa que caía por sus hombros, frente a ella impidiendo su paso. Se podía notar que no tenía cabello por debajo de la capucha al parecer en ninguna parte de la cara porque no tenía cejas.

—Compermiso— le rodeó e ignoro siguiendo su camino, no quería verle, reconoció su vestimenta, sabía que él fue uno de los hombres que asesinó a su vecina.

Sus músculos se tensaron, sintió como se le helaba la sangre al darle la espalda a aquel hombre. No sabía que hacer, si echarse a correr para evitar que le hiciese algo o seguir caminando con normalidad como si no se hubiera topado con él demostrando así que no tenía miedo de enfrentarsele, quería que el peso de la ley cayera sobre de él y lograr hacer justicia a su vecina muerta.

Al sentir la pesada mano del hombre tomar su brazo volteó rápidamente y agitó bruscamente su brazo para zafarse de agarre.

—Lo siento señor pero no lo conozco y no tengo tiempo para— intento que sonará como una amenaza, pero falló, la voz le temblaba al igual que su labio inferior al evitar entrar en pánico.

—¿Pero como es eso de que no me recuerdas niña?.

En ese instante como si del flash de una cámara se tratara su memoria se activó y reprodujo aquel instante en que vio al hombre entrando en la puerta de su vecina con los gritos y el llanto de su hijo de fondo, el sólo volteó a mirarla poniendo su dedo índice sobre sus labios antes de cerrar la puerta.

Izuku se sentía colerica al no poder darle su merecido a ese zoquete y el nudo que se le hacía en la garganta por la impotencia no ayudaba de nada. Sin pensarlo ni un segundo su mano tomó impulso y la estampó contra la mejilla de aquel caballero (una perfecta cachetada a mi parecer), dejando así la marca de toda su mano en su cara.

—Sabía que también me extrañabas pequeña mocosa. ¿Cómo está tu mami?— hablo el hombre con cierto sarcasmo lleno de segundas intenciones.

No hubo respuesta ella se negaba a dirigirle la palabra, sabía que era inútil conseguir que un monstruo como tal entendiera su mismo idioma. Un caso perdido para la humanidad.

La peliverde volvió a levantar la mano para golpearle pero esta vez sintió como la tela de la capa se enrollaba al rededor de todo su brazo.

—Vamos no seas así querida, desde ese día que te vi por primera vez no he podido parar de pensar en ti pequeña mocosa, esas hermosas pecas y ese largo cabello te sientan muy bien. Jamás creí en eso del amor a primera vista pero por ti querida creería en dios— lo observo relamerse los labios y en sus ojos sólo había lujuria lo cual le desagrado al grado de querer vomitar.

[Jueves Negro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora