La recaída

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Martes, 13 de marzo

Hoy es día 13, que buen número. Está a punto de empezar la primavera y, con ella, yo voy a volver a clases.

Ayer mi padre me compró una libreta, esta libreta. Dice que es mejor evocar mis sentimientos hacia un lugar específico y seguro, lleva cerca de dos años tratando de que yo empiece a ser dueño de mis emociones. Spoiler: nunca lo consiguió.

Al principio iba a dibujar en esta libreta, pero no se me ocurre qué dibujar así que haré algo que se me da mejor, escribir.

"Querido diario", no esperes que escriba cada día. Que pereza.

Jueves, 15 de marzo

Cada vez estoy más nervioso, no llevo bien esto de volver a ver a mis compañeros después de un trimestre y medio.

Se supone que vuelvo el lunes, sería toda una pena que justo me diera un catarro o que, casualmente, volviera a recaer el domingo por la noche. Toda una pena.

Viernes, 16 de marzo

Hoy mi hermana me ha explicado que en la clase han dicho que voy a volver, y que la notícia a causado furor. Eso solo ha servido para ponerme aún más nervioso, no quiero que me pregunten dónde he estado, ni por qué, ni cómo estoy. No quiero dar ni una sola explicación.

Como información extra: dentro de una semana es mi cumpleaños. Es gracioso escribir esto porque obviamente me voy a acordar de que será mi cumpleaños, y este diario es privado así que no sé a quién se supone que se lo estoy contando.

Domingo, 18 de marzo

Mañana es el "gran" día. Ojalá nieve para no tener que ir a clase. Ya se que estamos en marzo, pero es que soñar es gratis, ¿sabes?

Mis padres llevan desde ayer atosigandome con que debo preparar mi ropa y mi mochila y etcétera. Y cuando me quejo de que me están poniendo nervioso me dicen "ay pero si lo decimos para que te prepares bien" o "lo hacemos por ti". Hay que joderse.

A ver qué ocurre mañana.

Hola de nuevo, no esperaba volver a escribir pero es que ha pasado una cosa maravillosa.
Mi gato ha decidido arañarme gratuitamente en el brazo y como si no tuviera yo suficiente con los rumores acerca de mi que hay en la escuela ahora encima se van a pensar que me automutilo.
Las cosas no podían ir mejor.

Se lo he contado a mi hermana para ver si me sugería alguna solución pero me ha dicho "pero si seguro que ni lo notan, ¡tranquilo hombre!" PERO YO NO ESTOY TAN "tranquilo hombre" AL RESPECTO.

Lunes, 19 de marzo

Dios mío, mañana y a partir de ahora me llevaré el "Querido diario" a clase porque ni siquiera me da la vida para escribir todo lo que ha ocurrido. Todo lo que ME ha ocurrido. A MI.

Para aclarar las cosas, los profesores accedieron a cambiarme a la clase de mi hermana Milan cuando mis padres lo pidieron, pensaron que así no me sentiría tan desamparado. Bueno, quizás en esto sí que tienen razón.
Y esta es otra: mi hermana y yo somos gemelos y somos opuestos. Y, por supuesto, yo tenía que ser el gafe, el que recoge toda la mala suerte del otro.

Bueno, cuando he cruzado la puerta, la de entrada, ya todos me estaban mirando. He escuchado cosas como "es nuevo" y "no, creo que es Paris", "¿que dices, tia? Imposible", "que sí, que sí, que es él". Y yo ni siquiera he reconocido a esas dos.
Mi hermana no me ha soltado la mano hasta que hemos llegado a la clase, y menos mal porque yo ya no me acordaba de como llegar, y da suerte que solo hay tres pisos.

Al cruzar el umbral de la clase ha sido aún peor, obviamente.
Me daba la sensación de estar entre paparazzis, incluso es posible que alguien haya hecho alguna foto. Me dió la sensación. Me senté con mi hermana en la parte izquierda de la clase. Para todo el mundo era un día más pero para mi era el primer día. Para mis compañeros yo era el nuevo al que todos ya conocían, aunque más por rumores que por hechos reales.

Las clases se me complicaron, aunque mi hermana y tutores privados me habían ayudado durante esos últimos meses estaba tan nervioso y desubicado que no fui capaz de centrarme ni un poco.

Durante el descanso no me despegué de Milan, me sabía mal porque estuve sintiendo durante todo el día que la estaba agobiando. Además, yo no encajo con su grupo de amigos. Dos chicas y un chico que irradian alegría.
Ni un solo segundo estuve sin pensar que quería irme a casa, incluso lo pasaba mejor en el hospital.

La peor hora sin duda fue la penúltima. Supongo que algunos limitados mentales ya habían cogido la confianza suficiente como para meterse conmigo.
Yo, obviamente, les ignoraba. Todo eran palabras sueltas, codeos, risitas y susurros.
El profesor abandonó la clase para ir a buscar un no-se-qué y en ese momento todo incrementó: ya no eran palabras, eran insultos que se me clavaban en la nuca como espinas y carcajadas hirientes como el peor veneno.

Mi hermana se cansó y golpeó la mesa  "Que fácil es meterse con los débiles, ¿verdad?". Todo el mundo hizo silencio por un momento pero luego aún fue peor, ya no solo se estaban metiendo conmigo.
Vi como apretó los puños y apretó los labios con rabia. Le cogí su mano cerrada y la sostuve hasta que su mirada fue a encontrarse conmigo y aproveché para susurrarle "Basta", aunque por todo el barullo que había creo que, más bien, me leyó los labios.

Yo se que ella es fuerte, más que todos esos idiotas y, por supuestísimo, mucho más que yo. Pero no había necesidad de ganarse enemigos. Yo soy de esos que creen que los bullies son como los niños: si los ignoras se callan, ¿no?

De repente se escuchó un fuerte siseo que hizo callar a todos. No hizo falta ninguna palabra.
Me giré para buscar a mi héroe pero, ¿cómo iba a saber quién fue?

A parte de eso, no hay nadie a destacar. Tampoco me acuerdo de los nombres de mis compañeros.

Y no quiero que llegue el día de mañana, y encima hay deberes. ¡En mi primer día!

Esto es la verdadera recaída.

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