A la mañana siguiente, me desperté agitada y asustada por el sueño que tenía todos los días. El accidente de aquel día. El fuego. El hospital.
Aleli estaba junto a mí, bien dormida, soñando su sueño profundo y de cuento de hadas.
Salí de la cama con cuidado, sin querer despertarla. Bajé las escaleras y me encontré con una mamá y un papá muy desconcertados.
- La Sra. Robinson quiere verte.
Me paré en seco cuando me di cuenta de que mamá se estaba refiriendo a mí.
- ¿Y por qué?
Ella palideció y tartamudeó nerviosamente.
- Por el incidente del otro día.
- Porque creen que estoy loca ¿Verdad?
Papá asomó su cabeza desde el diario que leía todas las mañanas. Su rostro estaba pálido, como el de mamá.
- Las cosas han sido muy difíciles para ti y fue por eso aquel comportamiento, no es porque pensemos que estás loca, Lali...
- Claro que sí, lo dices solo para que no me altere y me sienta mal.
Las cosas ya se habían ido de control. Aun antes de que ocurriera eso, de todos modos. No servía nada callar.
- No es así, Lali, tu padre y yo...
No lo aguanté más... exploté.
- Ustedes nada, mamá. Estoy cansada de repetírselos, la Sra. Robinson está gastando su tiempo en mí, ustedes gastan dinero por algo que nunca se va a arreglar. Yo estoy rota y siempre lo voy a estar. Lo que se rompe, se puede arreglar y no vuelve a ser lo mismo que antes, eso es lo que me ocurre a mí. En este caso, lo roto no tiene piezas porque nada va a cambiar aquel día. Nadie va a hacer una máquina del tiempo para que vaya , salve a mis amigos y a todas las personas que observé morir y eso es lo que tú no entiendes. Mejor dicho, lo que escuchas y te niegas a entender. Lo ves con tus propios ojos -los observé-Me ven en este estado, aunque no estoy loca. Sólo quiero que me entiendan, no que me escuchen. Quiero que ustedes se den cuenta de eso y que no voy a ser una chica normal nunca más. Es lo que soy, acéptenlo de una vez antes de que sea tarde.
Corrí a mi habitación, ignorando todo lo que me decían. Me cambié por una ropa formal, y dejando a Aleli dormir tranquilamente en mi habitación, salí de la casa sin autorización, y aunque siempre lo hacía, era la primera vez que ellos se daban cuenta de eso.
Caminé, me escapé, lloré, corrí, hice todo lo que necesitaba hacer una persona para desahogarse por completo y sacar sus penas.
Y aunque sabía bien que la culpa de la muerte ajena me iba a atormentar toda la vida, comencé a sentirme un poco mejor, y más aún cuando las personas que pasaban por allí no me observaban de una forma extraña.
Sólo veían a una adolescente llorar, tal vez lo que ellos pensaban, por un tonto chico.
Ojalá pudiera llorar por eso. Por estupideces. Sufrir por cosas pasajeras y tontas, sin saber lo que es el dolor de verdad. Eso es, aunque suene muy patético, lo que yo deseaba más en el mundo.
Sabía que no era fuerte, que las cosas que estaba sobrellevando no eran simples y dignas de mí. Pero como siempre, la vida ponía un peso increíble encima de ti, para atormentarte a donde quiera que vayas.
Yo no creo en el destino. La vida quiere terminar contigo, y no se va a detener hasta lograrlo. Eso lo sabía.
Cuando mis manos dejaron de temblar, me di cuenta de que estaba sentada en una banca, en medio de una plaza.
Los niños corrían contentos, sin saber lo que la vida les esperaba. Los padres se sentaron alrededor de ellos, observándolos con sonrisas paternas que me hicieron un terrible cosquilleo en el estómago. Los árboles se agitaron por el viento fuerte, y el sol me cegó los ojos. Me acurruqué debajo de mi chaqueta, y observé a los distintos tipos de personas que se cruzaban por allí; niños agarrados de la mano de padres tatuados y con estilos rockeros y con rastras. Sonreí viendo aquello. No me había dado cuenta que habían muchas cosas tiernas y hermosas por las que disfrutar.
Quería dejar de ser tan realista y negativa, así que comencé a ver el lado bueno de todas las cosas.
Hasta que Melodi se sentó junto a mí.
- ¿No crees que esto sería más tierno si estuviéramos vivos, mi querida Lali?
- No molestes -le contesté bufando, tratando de observar hacia otra parte.
- Las cosas cambiaron para ti ¿No? -Dijo Ramiro detrás de mí, su aliento cosquilleando mi nuca- Creo que deberías ir consiguiendo otros amigos por lo cual matar y abandonar en un incendio ¿Cierto?
- Deberías probar el dolor que se siente el fuego en todo tu cuerpo -Jazmín se puso frente a mí orgullosamente, luego sentándose en mí otro lado no ocupado por Melodi.
Ellos comenzaron a hablarme a la misma vez, acusándome y haciéndome sentir mal. Respiré agitadamente, tratando de concentrarme en otra cosa menos que ellos. Dejé de respirar, cuando alguien se posó frente a mí.
- Oh.
Subí la mirada, ya que la persona frente a mí era bastante alta. La luz del sol se posó en sus hombros y me paralicé cuando lo reconocí. Era el chico de la otra noche, y que su hermano había tenido un accidente con Aleli.
Era el chico que me hacía sentir rara, aunque no lo conociese.
- ¿Está...? ¿Está mal si me siento un rato contigo?
Me quedé confusa observándolo. Él miró a otra parte, esperando por mi respuesta con una actitud realmente nerviosa.
- Oh, claro -reaccioné tan rápido como pude- Estoy... sola así que...
Miré a mi costado para ver a Melodi entrecerrar los ojos hacia mí, pero en realidad ella no estaba allí. Ninguno de mis amigos estaba. Desaparecieron.
![](https://img.wattpad.com/cover/184443844-288-k799409.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El sol de mi tormenta© ✔
Teen Fiction🌸 Hay personas con el don de transformar los días más grises en instantes llenos de luz y esperanza. 🌸 Obra registrada en Safe Creative Copyright © 2020 All rights reserved No se acepta ninguna adaptación o cambio de nombre. Si te gusta mi histori...