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Era una fría noche cuando sucedió, todo el día transcurrió con una lluvia imparable, por lo que durante la noche continuaba un terrible diluvio.

Un hombre corría a través de las calles de Seúl sin mirar atrás, sentía que si lo hacía presenciaría su peor pesadilla siguiéndole.

Él sabía que todo esto sucedería, trató de evitarlo pero en el fondo sabía que no lo lograría, por lo que hizo un plan.

Se encontrará con su familia en la siguiente calle, tomarán un autobús y se irán a Daegu, no tenían otra opción. Debían huir si querían continuar con vida.

Sus fuerzas se estaban agotando, pero debía aguantar por el bien de su familia. Llegó al punto de encuentro y vio a una mujer que estaba de espaldas, ella observaba la calle que tenía en frente con ansias, esperando por alguien. En cuanto escuchó unos pasos acelerados tomó una de las mochilas que tenía al lado de sus pies y se la colocó en la espalda. En cuanto su esposo llegó frente a ella imitó su acción.

El varón observó a su mujer, se había cortado su cabello antes de venir. Sin duda ella también estaba aterrada si cortó su hermosa melena para que no la reconocieran. El hombre sacó de la mochila una gorra y se la colocó en la cabeza junto con unos lentes oscuros, la muchacha tomó un cubre bocas y también se lo colocó. La chica abrió el paraguas y se dispusieron a caminar hacia la estación.

La paz que sintió la mujer al estar sentada en el autobús era inexplicable, sentía que ya todo había terminado. Colocó su cabeza sobre el hombro de su marido, suspirando pesadamente.

El joven no podía evitar sentirse mal, todo esto sucedía por culpa de él, si tan sólo hubiera pagado lo que debía a tiempo.

La muchacha se acomodó de nuevo y sacó un biberón de su mochila, aún estaba caliente. Le quitó la tapa y se lo dio a su bebé que estaba cubierto entre cobijas. Los ojos de su criatura la observaban con curiosidad e intentaba tomar el biberón con sus pequeñas manos, sin embargo no lo alcanzaba.

En cuanto llegaron a Daegu buscaron un hotel, el más barato que conocían. Se hospedaron ahí con ayuda de un conocido del muchacho, incluso les hicieron un descuento y se quedaron en el peor cuarto que tenía el hotel, posiblemente nadie sospecharía que se quedarían ahí.

Y para ser el peor no estaba mal, tenía una cama matrimonial y el baño era realmente pequeño, pero con eso estaban felices, no pedían mucho.

El joven quitó su gorra de su cabeza y tiró suavemente de su cabello. Sin hacerse escuchar, su mujer llegó por sus espaldas y lo abrazó, pegó su cabeza a su torso y escuchó su corazón acelerarse levemente. El entrelazó sus manos con las de ella y las apretó suavemente. Ella era la única que podía regalarle paz en momentos difíciles, ella era su cordura.

La criatura que estaba en la cama empezó a llorar, la joven rápidamente fue a solucionar el problema, no podían arriesgarse a hacer mucho ruido.

—Si pasamos la noche, tomaremos un vuelo a Malasia.— la voz del joven sonó suavemente, la mujer sonrió ya que no había escuchado su voz en varias horas.

Ella recordó cuando le había mencionado que para su luna de miel quería ir a Malasia, sin embargo por el presupuesto fueron a Jeju. El simple recuerdo de las risas de ambos y de cómo disfrutaban la hizo sonreír aún más.

—Está bien, a primera hora nos iremos. —él asintió de acuerdo. Se acercó a la ventana y observó a través de ella, la noche estaba siendo iluminada suavemente por la luz de la luna, por otro lado la lluvia había cesado un poco sin embargo no terminaba.

xanny; mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora