III.

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Capítulo III

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Capítulo III.

La oscuridad contemplaba el vivaz color verde.

Así se encontraban las miradas de los muchachos, una llena de vergüenza por el simple hecho de recibir regaños de su amigo, y la otra, de indiferencia.

— No escuché tus disculpas. — La voz tajante del Arlert hizo presencia en el silencio que había reinado en aquel lugar. Era claro que aquellas palabras iban dirigidas al orgulloso muchacho de cabellos pardos.

— No, no necesito las disculpas de un niñito orgulloso. Gracias. — La respuesta de la asiática había roto toda la conversación que hubiese podido nacer de las fauces de Eren, el cual quedó estático en su lugar. Tampoco era que iba a salir una disculpa de sus labios, pero la sinceridad que emanaba la muchacha en frente suyo, de algún modo le atemorizaba. 

— Vaya educación la tuya. — Refutó, no se quedaría callado, por nada en el mundo. El orgullo era dulce y satisfactorio para él, aunque sin darse cuenta para él esto era adictivo y ya se había hecho parte de su personalidad.

Pero su atributo también estaba en conflicto con la indiferencia y sinceridad característica de la azabache, la cual, sin darse vuelta siquiera para observar, emitió un:

— Gracias. — Seco y sin sentimientos, ni de enojo o rencor, o de molestia. Tal vez sí, pero no los mostraba.

La piernas de la azabache caminaban con algo de rapidez hacia la salida, el corazón se le estaba por salir del pecho, o al menos eso parecía mostrarle sus apresurados y toscos latidos recurrentes.

Sintió la rara sensación de no respirar, hasta que el viento golpeó su rostro, reincorporando el aliento que había perdido. Seguramente por el miedo de que su amiga se haya perdido saliendo del baño, no era por nada. 

...

— Joder, es

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— Joder, es... es...

— ¿...Es...? — Preguntó, intentando ayudar a su amiga a terminar la oración. Sasha tomaba el jugo de naranja que había comprado.

Never be the same | Eremika.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora