El sol ya se ponía. La pelirrosa seguía en la casa de Gumi, claro estaba que no se hallaba gustosa.
Len y Kaito habían ido al departamento que compartían a buscar los anillos de las jovencitas. Luka les había encargado algo para tomar once*.
—Traíganse una pizza o algo así, po'. No se le vaya a ocurrir a la loca esa darnos un té verde con galletas de arroz.
—Ahí vemos que traemos, Lucrecia.—Respondió Len.—Y para tu información las galletas de arroz no son malas.
—Luka.—Habló Kaito.—Por favor, ténle paciencia a Gumi. Sé que son muy diferentes, pero ambas son buenas mujeres.
—Voy a tratar, azulito. Te lo prometo.
De esa promesa, una hora había pasado. Estaban sentadas las cuatro al lado de la piscina. Luka anotaba en un cuaderno las ídeas que Miku y Rin tenían para la boda. Gumi comentaba y aportaba también.
—Sé que recién ayer se comprometieron y que estaban medias copetadas, sin embargo necesito que me digan que se imaginan por ahora.
—Nos vamos a casar en junio, eso es seguro.—Sentenció Rin.—Y creo que es todo lo que tenemos.
—Algo es algo.—Intervino Gumi.—Y como dice el sabio dicho, mejor avispa en mano, que cien volando.
—Na' que ver el dicho, po' Gumi.—Rió Miku.
Megurine apretó sus puños para no golpear a la peliverde por decir estúpideces, suspiró y dijo:
—Si se casan en junio, significa que estaremos en invierno, por lo que deberíamos realizar la boda en la tarde y que la fiesta sea en la noche, en un lugar cerrado.
—Entonces, el civil* sería en la tarde y el resto puro festejo.—Concluyó Rin.
—Pero hay un problema.—Habló Miku. Todas la miraron.—Yo me quiero casar por la iglesia*.
La rubia se atragantó con su saliva. Gumi asintió feliz y Luka rió tan fuerte que la oyeron hasta el otro lado de la casa. ¿Habían oído bien?
Para su desgracia y mala fortuna, sí habían oído bien. Miku Hatsune quería una boda en la iglesia.
—Rin, tú sabes que desde que yo era pequeña fui criada en la religión católica.—Dijo.—Y yo le juré a mi mamita, en paz descanse, que el día que me casara, me casaría por la iglesia y por el civil.
—Miku, no creo que sea posible.—Comenzó a explicar Rin.—Digo, yo no tengo religión y está el pequeño detalle de que ambas somos mujeres. Tú sabes como es la iglesia con las parejas del mismo género.
Oh no, Miku estaba molesta.
Había una lista de cosas que no se debían realizar en esta vida. Una de ellas era el molestar a la peliaqua. Si por alguna razón llegabas a discutir con ella, podías ir despidiéndote de tu vida.
—¡Rin Margarita* Kagamine, le juré a mi difunta madre que me casaría en la iglesia, bajo el manto de Dios! Y ni tú ni nadie podrá evitar eso.—Exclamó, tomando del cuello de la polera a su novia.
—Y-ya, mi amor.
—Macabea*.—Tosió Luka, ganándose la mirada de odio de la pequeña rubia.
—Tranquila, Miku.—Habló Gumi.—Soy tu mejor amiga y me encargaré que puedas cumplir esa promesa que le hiciste a la tía Mari*.
¡Ja! Quería ver a la peliverde contra la iglesia católica. Esa era una de las cosas que Megurine odiaba de Megpoid. La facilidad de prometer cosas que tenía.
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La Boda;; RinKu
FanfictionLos pájaros cantan, el viento sopla delicado, los pétalos caen en armonía, las campanas suenan. Y ahí, en ese camino que lleva al altar, camina la hermosa novia. Los invitados lloran y celebran, a excepción de un par que, botella en mano, dicen "nu...