Prólogo

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Nadie imaginaría que esa tarde una tragedia sucedería, Dos jóvenes sentados en la habitación del príncipe discutían sobre un libro que habían leído hace unos días, los criados cumplían sus tareas tranquilamente, el rey se encargaba de los asuntos del reino en su estudio y la reina paseaba por los jardines admirando el castillo y sus terrenos, en el castillo de la familia Dubois reinaba la paz, una paz que pronto sería profanada.

Ambos jóvenes debatían sus diferentes puntos de vista sobre el protagonista cuando un estruendo los interrumpió, era el sonido de varios cristales rompiéndose, los jóvenes confundidos se dirigieron hacia la puerta para encontrarse con el rey y pedirle una explicación sobre lo que estaba pasando sin embargo antes que lograran salir de la habitación se toparon con el capitán de la guardia real.

–Príncipe Arlo, señorita Lilian– saludó, su tono de voz mostraba preocupación– tenemos que llevarlos a un lugar seguro, los Zyrak tomaron el ala oeste del castillo– explicó.

Sin dejarlos responder tomó a los muchachos del brazo y los guió hacia la salida, la joven de ojos azules paralizada debido al terror que sentía se negó a caminar.

–¡mi madre! –gritó la joven – ¡mi madre estaba ahí!¡tenemos que sacarla! – intentó soltar su brazo del guardia sin embargo el hombre se negaba a liberarla– ¡mi madre está sola con esas criaturas! – gritó con lagrimas en los ojos –¿vamos a dejarla ahí? – susurro esto último.

Él joven de cabellos azabache no había pronunciado una palabra desde la llegada del guardia al ver a la joven tan preocupada sintió que debía reconfortarla de alguna manera, soltó su brazo del guardia y tomó la mano de la joven.

–Tranquila Lil, seguramente hay guardias defendiendo el castillo y a tu madre– la intento tranquilizar enfatizando esto último– cuando lleguemos a un lugar seguro tu madre estará allí– sin embargo, la muchacha estaba en su propio mundo, el joven camino un poco sin soltar la mano de la joven hasta que ella reaccionó.

–¿lo prometes? – le susurro la joven con la voz entrecortada, sin dudarlo un segundo el joven respondió– lo prometo.

Y así ambos jóvenes seguidos por el capitán de la guardia corrieron para salvar sus vidas, el príncipe corrió sabiendo que si se detenía ninguno de los dos se salvaría y la joven corrió motivada por aquella promesa, una promesa que nunca se cumpliría.

MARCAS DE LA LUNA - Dytix-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora