✧ : n i n e

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Jimin no permitiría perder su amistad otra vez, así que después de irse y hacer pucheros como un adolescente calenturiento esa primera noche, se obligó a mantener su mierda bajo control. Se aseguró de no esconderse en su habitación cuando Seokjin estuviera en casa, y trabajaron juntos en la casa. Arreglaron la ducha de Seokjin, y cualquier otra cosa en la que Jimin pudiera pensar, para volver al punto donde no existiera la tensión sexual entre ellos.

No era fácil. Así como no era fácil evitar admirar la forma en la que Seokjin se movía o como hablaba, pero encontraba la manera.

Seokjin le dijo que no era algo que podría hacer. Jimin no se perdía en personas que no lo querían. Él aprendió eso mientras crecía; viendo como su padre hacía todo por su mamá, sin tener en cuanta las veces que ella lo lastimaba.

Podía decir que las cosas eran un poco más difíciles para Jin al principio, pero como su amigo siempre lo hacía, él se acercaba. Todo lo que se necesitó fue un par de bromas y volvían a ser sólidos.

Ellos estaban volviendo a la normalidad.

Maldita sea, aún deseaba poder tenerlo.

—Ey. ¿Estás decente? —dijo Seokjin detrás de la puerta de la habitación de Jimin. Sólo era cuestión de abrir un poco más.

¿Deseas que lo esté, o no lo esté? Se preguntó. —Sip —Jin deslizó la puerta abierta y Jimin preguntó: —¿Qué pasa?

—Uno de los chicos de la estación necesita algo de ayuda pintando un viejo granero. Le dije que iría. Está buscando manos extras. ¿Te apuntas?

Jimin se encogió de hombros antes de levantarse de la cama. —Seguro.

Seokjin no lo miró a los ojos. —Suena bien. Te veré abajo en diez.

Joder. Tal vez las cosas no estaban tan devuelta a la normalidad como pensaba. Jimin estaba ya vestido con un par de shorts de básquetbol. En todo caso, estaba así cuando descansaba por la casa la mayoría de las veces. Caminando hacia el armario, trató de empujar todos los pensamientos de Seokjin fuera de su mente, antes de tomar una vieja camiseta y ponérsela.

Sacó unos zapatos de su armario y se los puso, dirigiéndose a la sala para esperar a Seokjin. Cuando Jimin llegó, Jin estaba sentado en su sofá de cuero.

—¿Estás listo? —Seokjin se puso de pie.

—Sí, vamos —El viaje a la casa del chico fue rápido. Había otros tres hombres afuera cuando llegaron. Antes de salir, Seokjin le miró como si le fuera a decir algo, pero no lo hizo. Una piedra se instaló en el hoyo de su estómago. Sabía exactamente lo que quería decir. No era como si hubiera estado en la ciudad el tiempo suficiente para que la gente sepa mucho sobre él. No estaba seguro de que alguien supiera que era gay. No era algo que escondía, pero tampoco iba por ahí presentándose a sí mismo como 'Jimin el chico gay'.

Y Seokjin estaba preocupado.

Pero todavía le pidió a Jimin que viniera. Eso significaba algo para él. —Para de estresarte. Estamos pintando un granero. Lo juro, eres peor que una mujer —Jimin le guiñó.

—Vete a la mierda —le respondió Seokjin, sin ningún veneno real detrás de su voz, pero luego se puso serio—, ya sabes como puede llegar a ser la gente en Blackcreek.

Jimin asintió. —Sip. He estado tratando con muchas personas como esas por años —Y entonces él salió de la camioneta, empezando a caminar. Unos segundos después, escuchó a Seokjin abrir y cerrar la puerta detrás de él.

—Ey. Ya era hora de que aparecieran —dijo uno de los chicos. Todos sacudieron sus manos y Jin presentó a Lenny, Ryan y Fredrick, a quien le pertenecía el granero.

Collide ✧ JinMin !¡ MinJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora