We Are Wrong?

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Una página de la biblia no tiene el valor de una vida
 

 


Viernes por la tarde, el cielo anaranjado se mostraba sin vergüenza alguna cautivando a más de un transeúnte.

Kirishima amaba ver el cielo cada que tenía la oportunidad. Se podría decir que lo admiraba, pero también lo envidiaba.

Siempre tan bello a pesar de lo diferente que era cada día. Tal vez muchos lo ignoraban aunque estuviese a simple vista, pero sin lugar a dudas la realidad era desalentadora; el cielo puede mostrarse todos los días tal y como es, Kirishima no.

— ¡Mierda! —. ¿Cuándo dejará de soñar despierto? Por poco y un auto lo golpea, menos mal sabía reaccionar rápido, después de todo en una ciudad que comenzaba a llenarse de gente no tenía otra opción.

Omitiendo ese casi accidente el recorrido fue muy agradable para el pelirrojo, eran sólo él, su bicicleta y el viento en su rostro. Era una de las pocas cosas que le hacían sentir paz.

Ocasionalmente sentía una fría corriente de aire subir por su espalda, pues su playera se levantaba dejando ver una reciente cicatriz causada por su propia madre cuando lo descubrió cambiando el color de su cabello. Todo por que "sólo los maricas hacen esas cosas".

Eran actitudes ya bastante "normales" en algunas personas de su familia y aún estaba aprendiendo a ignorarlas. Por suerte este día no lo usaría para pensar en cosas tristes, no se desgastaría preocupándose por cosas sin importancia. Su único propósito actual era pasar una noche como cualquier otro chico de su edad, olvidándose de tantos problemas por un rato.

Lentamente la calle se volvía más obscura hasta que bajó de la bicicleta junto a la figura de un chico, cerca de un lugar al que alguien de su edad no debería entrar.

— Llegas tarde, idiota —. A pesar de esconder su rostro entre las sombras generadas por la capucha del suéter que estaba usando, Kirishima podía distinguir un par de ojos rubí que le veían con esa intensidad que tanto le encantaba.

— Lo siento bro, vine lo más rápido que pude.

— Olvídalo, entremos ya.

Ambos mintieron diciendo que irían a esa aburrida fiesta escolar. Entraron una vez más en ese lugar de mala muerte, apestaba permanentemente a alcohol, sudor e incluso se aprovechaban de la poca luz para ofrecerles droga más de una vez, pero no estaban ahí por ninguna de esas cosas.

Aún con tantos riesgos y desventajas, ambos sabían perfectamente que en ese tipo de lugares nadie se preocuparía por nadie además de sí mismo y su propia diversión. Por desgracia o no, esto lo hacía el único lugar donde ambos podían hacer lo que quisieran sin importar lo que dijeran los demás.

Si alguien los veía ¿Qué importa? Nadie los reconocería, era el escondite perfecto a prueba de padres homofóbicos.

Dejaron de lado las prendas abrigadoras y gorras que usaban para ocultar su identidad al entrar y salir, ahora podrían dedicarse a bailar y dejar el estrés de lado.
¿La razón? Quizá la principal era poder ver a su novio bailando, con el sudor y las luces de colores resaltando cada línea de sus cuerpos.

Our hidden love || Pride Month (español) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora