La verdad

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Días después
Había vuelto a clase después de la pesadilla de hace unos días,  pero dentro de la escuela, nadie parecía haberse interesado por mí, salvo mi mejor amiga Kate.

-¡¡Hey Mery!! ¿Cuántos días han pasado desde que viniste por última vez a clase?- Decidí ignorar esa pregunta y continuar andando hacia mi clase de alemán sin soltar ni una palabra. En el camino vi de pasada a Esther, la más popular del instituto, como siempre rodeada de chicos y su gran grupo de amigas. Dios, ¡cómo admiro a esa chica!
Es inteligente, guapa y le cae bien a todo el mundo (o a casi todos).

A Kate no le cae nada bien Esther y no se corta un pelo cuando habla de ese tema conmigo.
-De verdad, ¿no puedes entender que esa tía os tiene a todos en la palma de la mano? A algunos profesores les tiene haciéndole la pelota para caer bien en su grupo, se mete con los estudiantes más débiles y les amenaza para que no hablen sobre ella, y además habla horriblemente mal de sus padres cuando está con sus amigas-.

Era demasiado tarde para mí para entender eso ya que yo la tenía en un pedestal.

Después de la clase de Matemáticas.
-¡Oye, María!- me detuve porque no me creía quién me estaba hablándome al fin. Efectivamente Esther Vanes me dirigía la palabra de nuevo después de mucho tiempo.

-¿Qué n-ne-cesitas Esther?- Estaba tan nerviosa que incluso podría parecer que en cualquier momento me tropezaría con mis palabras.
Ella amablemente me preguntó si después de clases podría resolverle una duda de la lección de hoy, y por supuesto acepté encantada.

Ella ya me estaba esperando mientras yo acababa de archivar unos documentos de nuestra clase y los llevaba a la sala de profesores  (desventajas de ser delegada). Ella había aprovechado ese transcurso de tiempo para cambiarse de ropa y ponerse un camiseta violeta de manga corta y unos vaqueros blancos muy ajustados. Aún así seguía siendo la misma chica guapa que admiraba.

-¿Te parece que vayamos a comprar unas bebidas de la máquina antes de ir a la biblioteca?- asentí sin dudarlo si quiera.
Nos dirigimos a la máquina de refrescos que extrañamente estaba situada en la parte menos transitada del colegio.
Durante unos segundos se quedó inmóvil y no supe qué hacer.
-Ehm...Esther, ¿subimos a la biblioteca o no?...
Ella se giró bruscamente y su expresión ya no era la misma de siempre: sus ojos azul cielo que siempre daban sensación de tranquilidad, ahora imponían miedo más que nada.

De la nada aparecieron  todas sus amigas que bloquearon las rutas de escape
-¿De verdad creías que necesitaría tu ayuda?- dijo soltando una gran carcajada.
-Realmente te crees importante, ¿verdad? No sé ni por qué me sorprendo, siempre le estás haciendo la pelota a los maestros. Y además, ¿crees que no me daba cuenta de todas esas veces que te me quedabas mirando? ¡Asqueroso!

Sus amigas la secundaron y en seguida empezaron a reírse de mí,  insultarme y también a empujarme.
"Soy una idiota, debería haber hecho caso a Kate antes "-pensé con remordimiento.
 
En seguida,  mi sombra volvió a aparecer como aquel fatídico día, pero esta vez, de forma diferente, como si estuviera incitándome a hacer algo peor de lo que me estaban haciendo.
-¿Al final te has dado cuenta de lo que Kate quería decir? Ahora que ya has descubierto la cruda realidad, ¿por qué no te defiendes? Demuestra que tus clases de kárate sirvieron para algo.

Me extrañó que sacara ese tema ya que lo dejé hace un par de años. No es por presumir, pero yo era la mejor de la clase, incluso el profesor lo repetía, pero ahora mismo no tenía fuerzas para nada, así que les dejé hacer lo que querían.

Cuando acabaron, me sentía destrozada y muy adolorida

Todo lo que nunca dije lo guardo aquí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora