The Light Through Your Eyes [Stucky]

Capítulo 1

El día que conocí a Bucky fue un día totalmente caótico. La ciudad estaba en llamas, la gente corría asustada por las calles y los autos chocaban entre sí en un intento de huir del ataque. Rumlow estaba haciendo de las suyas y esa vez no se había tentado el corazón para hacer explotar el edificio del New York Post. Fue un día difícil para Nueva York y para los Vengadores, pero puedo jurarle, doctora Bell, que no pudo existir mejor escenario que ese para nuestro encuentro. Fue un momento único, casi perfecto.

Un momento que, para mí, perdurará en mi mente hasta el final de mis días.

Nueva York, 2014.

—¡Lleven a los civiles lejos de aquí! —le grité a mi equipo con todas mis fuerzas mientras me levantaba del piso. Una segunda bomba había estallado dentro del edificio y aún había gente dentro de él. Debía apresurarme.

Era una misión importante, pues Rumlow había atacado a uno de los periódicos más importantes del país, pero aún desconocíamos la causa. En esa ocasión solamente me acompañaban Natasha y Tony ya que los demás Vengadores se encontraban en otras misiones que Shield les había asignado, pero con ellos era suficiente.

—¡Rumlow y sus amigos están en la esquina de la 1211! —nos informó Natasha algo agitada a través de los comunicadores y yo hice una mueca de molestia—. ¡Iré por ellos!

—Son un número considerable, Nat —dije preocupado, temiendo que le hicieran daño. Natasha era fuerte, de eso no tenía duda, pero aún así mi deber era mantener a salvo a cada miembro del equipo—. Tony, ¿puedes echarle la mano?

—Ya voy en camino, Capitán —respondió, haciéndome sentir más tranquilo.

—Bien, yo entraré al edificio por las personas que aún siguen atrapadas.

Sin decir más, me adentré en el edificio en llamas sin soltar mi escudo y corrí por lo que quedaba del vestíbulo. Había humo por doquier y eso hacía más difíciles las cosas, pero continué buscando hasta que escuché un par de llantos detrás de una pared que estaba a punto de colapsar. Ahí, se encontraban dos mujeres abrazadas, cubiertas de polvo y con un par de heridas en el rostro.

—¡Tranquilas! —les dije acercándome a ellas y eso las hizo pegar un salto. Estaban muy asustadas—. Hey... todo estará bien, por favor vengan conmigo.

Aunque al principio les costó moverse por el terror que sentían, ambas mujeres me tomaron del brazo y yo las ayudé a caminar entre los escombros. Al llegar a la puerta maltrecha, una de ellas se detuvo y colocó una mano temblorosa en mi hombro.

—Aún hay alguien en el primer piso... es un muchacho —me dijo con el rostro bañado en lágrimas—. Él estaba ayudando a bajar a todos los trabajadores de los demás pisos; nosotras éramos las últimas del grupo, pero cuando estábamos por salir los tres... —soltó un nuevo sollozo, haciéndome estremecer—. ¡Ocurrió la segunda explosión y ya no pudimos volver por él!

La otra mujer nuevamente la abrazó y yo las conduje al exterior del edificio. En ese momento aproveché para mirar hacia arriba y comprobé lo peor: casi todo el edificio estaba en llamas, y por ende, era probable que el chico ya estuviera muerto.

—¿Están seguras de que ya no hay nadie más además de él? —pregunté agitado.

—Sí... por suerte todos logramos salir gracias a su ayuda —me respondió la otra mujer, ya que su compañera estaba muy afectada.

—Muy bien, ustedes vayan con los equipos de emergencia para que las revisen —les dije, mientras les señalaba el par de ambulancias que estaban en la siguiente calle—. ¿Pueden caminar por sí solas?