Un Amor Secreto

Uniéndose a las filas Mortífagas

JURO SOLEMNEMENTE QUE MIS INTENCIONES NO SON BUENAS

Narrador Omnisciente

Estaba acabado... Literalmente, estaba acabado, Draco Malfoy, estaba en su habitación en la gran Mansión Malfoy, estirado en su cama, que estaba cubierta con una linda manta de color verde y gris, al igual que el resto de su habitación, haciendo honor a su casa, Slytherin, la habitación inspiraba tranquilidad, y seria así si no hubiera un chico de aproximadamente unos 16 años de pelo rubio y ropa negra que respiraba entrecortadamente, que arruinaba completamente el ambiente de la habitación.

Draco hace solo unos minuto se había enterado de que el día siguiente se transformaría oficialmente en mortifago. Estaba estirado en su cama pensando en lo que había dicho su padre. Draco ya hace mucho tiempo que no creía en la ¨Sangre Pura¨, hace mucho tiempo que ya no creía en los ideales de Voldemort... Él... Ya no... Él ya no quería ser un mortifago.

El rubio ya simplemente comprendo la estupidez con la que había sido criado todos esos años. Lo comprendió cuando se dio cuenta que Hermione Granger, su eterna enemiga, es la bruja mas brillante de su generación aun siendo nacida de muggles, lo comprendió cuando se fijo en como se las arreglaban los muggles sin magia, lo brillantes que era, y al fin y al cabo, si no existieran los magos nacidos de muggles, probablemente los magos se extinguirían, ya que las familias de sangre pura eran muy pocas.

Draco, analizando como había sido su vida en ese momento, y se dio cuenta de que ...apenas tenia recuerdos felices... y de los poco que tenia, ninguno era con su familia, todos eran con sus amigos, que... aunque aveces los trataba un poco mal, en el fondo los apreciaba mucho mas ya que... era lo mas parecido a una familia que el tenia... Porque definitivamente las personas que vivían bajo ese mismo techo no eran su familia, o al menos no lo parecen.

El Slytherin, desde su infancia había sido criado con el famoso ideales de el estatus de la sangre, y si, en parte de su infancia creyó las estupideces que decía su padre. Él lo único que quería es que su padre estuviese orgulloso de el, la aprobación de alguien que no valía la pena, la aprobación de un hombre que en realidad, nunca lo quiso...  y a ahora que le dijeron que su hijo tendría que convertirse en mortifago, no hizo nada para evitarlo, por el contrario se alegro de la desgracia de su hijo. En parte por eso por la aprobación de su padre, es que molestaba tanto a Potter, Weasley y a Granger, pero aunque pareciera raro, le tenia envidia a los tres, a  Weasley porque el tenia algo que el no...amor... un inmenso amor de familia que el siempre quiso tener pero lamentablemente nunca pudo.

En medio de su sufrimiento sintió que tocaron la puerta de su habitación, sabia que era su madre, la persona que mas quería en el mundo, la única persona que lo apoyo en todo lo que el quería, la única que lo consoló después de las torturas de su padre... la única que de verdad lo apreciaba.

-Pasa mamá- dijo con una voz que expresaba tristeza 

La madre entro en la habitación de su hijo, Narcissa, como siempre vestida elegantemente con un vestido negro que resaltaba la belleza natural de Narcissa a pesar de su edad, y se vería completamente hermosa si no tuviera una cara de tristeza absoluta, porque ella también se acababa de enterar de que su único hijo al día siguiente se uniría a las filas de Voldemort.

-¿Como estas?- pregunto la madre del rubio con voz cariñosa y tratando de esconder su gran tristeza

-Lo mejor que se puede estar después de enterarte de que deberás convertirte en mortifago, supongo... ¿Por que mamá?- dijo el rubio mientras se incorporaba en su cama, y gruesas lagrimas empezaban a caer de sus hermosos ojos grises, mojando sus pálidas mejillas.

-¿Por que mi niño?- dijo Narcissa mientras se sentaba junto a su hijo, y con su mano le limpiaba con dulzura las lagrimas y con la otra le acomodaba cariñosamente los cabellos que desordenadamente caían por la frente de su hijo.