I

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Suena el timbre y un montón de cuerpecillos portando mochilas más grandes que ellos, se apelotonan en las escaleras del centro subiéndolas de dos en dos. El verano asoma por la puerta y los pequeños lo saben.

Raoul inspira profundamente antes de imitar a los niños y entrar en la clase en la que ha pasado el último mes y de la que se va a despedir en un par de horas.

Cuatro años de carrera. Cuatro largos e intensos años de carrera, pero al fin está a punto de ser oficialmente maestro.

A modo de celebración, sus amados alumnos de 1ºB le han preparado una gran fiesta de despedida llena de comida y, como Raoul vaticina desde hace bastante, muchos llantos. Y el suyo será el primero, porque cómo se supone que uno debe despedirse de 24 bichillos de 6 años que en a penas cuatro semanas le han robado el corazón?

Bueno, y luego estaba él. Cómo se supone que iba a irse cuando dejaría allí al hombre que ameniza sus días y que invade su mente por las noches?

Parece que fue ayer cuando el rubio pisó temeroso el aula por primera vez y se lo encontró con su sonrisa amable y su dulce voz...

📚📚📚

Raoul anda por los pasillos del colegio arrastrando los pies, le han puesto con los de primero... No le malinterpretéis, le gustan los niños, al fin y al cabo es un punto crucial para su carrera y su futuro trabajo, pero siempre se ha llevado mejor con niños más mayores. Esperaba poder impartir clases en quinto o sexto, es más fácil bromear con ellos sin ofenderles, al fin y al cabo están en esa época en la que entienden las cosas pero aún no tienen el pavo que les hace enloquecer. Pero bueno, los pequeños del cole también son de su agrado y, más que nada, es que no tiene otra opción.

Llama tímidamente a la puerta de la que se supone que es su aula y una fina voz le recibe amablemente.

- Adelante -le pide

Al otro lado de la puerta se encuentra con su primer motivo para seguir en ese curso. Un hombre, no mucho más mayor que él, se levanta de la silla y le tiende la mano con una sonrisa. Al acercarse, puede percibir cada detalle del rostro contrario a la perfección. Lo primero en lo que se fija es en la pequeña separación de sus incisivos, inmediata e involuntariamente recuerda a aquel muchacho de 15 años que le robó su primer beso en las fiestas de su pueblo, pues compartía el rasgo con el hombre que estrecha su mano con delicadeza y no puede evitar dibujar media sonrisa. Luego se detiene en el lunar que adorna la parte izquierda de su nariz. Pero se queda literalmente hipnotizado cuando se encuentra con su mirada que, aún estando atenuada por el efecto de los vidrios de las gafas del maestro, es tan profunda que Raoul se pierde de lleno nada más fijar sus ojos en ella.

- Soy Agoney -se presenta el moreno en vista a que el rubio no tiene intención de hablar

- Raoul -se limita a responder el chico

- Los niños te van a encantar, algunos son algo revoltosos pero se les coge un cariño enorme -ríe algo nervioso el de gafas

El rubio se limita a reír con él aunque, para ser sinceros, ya había olvidado la existencia de esos niños...

📚📚📚

Los pasillos son presa del silencio, lo que indica a Raoul que ya va siendo hora de afrontar la realidad y despedirse de todo aquello. Cuando abre la puerta de la clase, topa con una macedonia de expresiones.

Algunos niños, los más espabilados, sabedores de lo que realmente se celebra le muestran una cara larga y apenada.

"Por favor, no me miréis así que lloro yo"

NO TE VAYAS, POR FAVOR (OS Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora