NARRA GUILLERMO:
Los bombardeos, los disparos, los sollozos, los gritos, la dulce melodía, que seguramente sería la última para algunas personas, me hubiese gustado morir con ellos.
Danzaba el 1 de Septiembre de 1939, esa maldita fecha, donde comenzó todo, donde una nación se vino abajo, donde el ser humano pudo experimentar en carne propia lo que realmente era el dolor, donde el llorar era costumbre.
Sólo que, sin saber, nos quejábamos de muy poco, lo peor estaba por llegar tan solo unos meses después, hubiese preferido mil veces escuchar los bombardeos diarios, comparado con el maldito infierno que venía en camino.
Entrando el 1 de Enero de 1940, todo se volvió mucho peor que antes, los soldados, se comenzaban a llevar a hombres, mujeres y niños en camionetas y trenes que nos hacían dudar de su paradero, algunas personas eran conocidas, otras, simplemente no quedaba más que también rezar por ellas y tener esperanza de que estarían en un lugar mejor.
Todo sería así, hasta vaciar la ciudad, o al menos eso pasó por mi cabeza en esos momentos, y vaya que no me equivoqué, no se cansaron hasta vaciar por completo Wartheland,me lamentaba tanto el hecho de saber que mis padres venían en camino, ya que yo no podía salir de la ciudad, pensando en que me llevarían con ellos de regreso a España, sano y salvo.
Para sorpresa mía, mis padres no estaban en el punto donde acordamos vernos cuando llegaran, se corría el rumor de que un avión había sido bombardeado por el ejército alemán, pensando que era algún contra ataque de parte de Rusia, no sabía qué hacer, si creer o no, no sabía si llorar o ir a buscar, opté por caminar en rumbo al aeropuerto, las frías calles de Alemania, quisiera haberlas sentido una vez más.
La fecha, no hay mucho que decir, 15 de Diciembre de 1940, el día en que me apresaron, por ir a buscar a mis padres, por tratar de salir de toda esa mierda, por querer ser feliz, por querer vivir otra realidad, por simplemente existir.
Me subieron a un vagón de tren, de esos que sirven para llevar el ganado, junto con más personas, varios enfermos, mujeres embarazadas, niños y otros tres chicos como yo, tal vez también estaban aquí pensando que tendrían unas lindas vacaciones, sí, unas vacaciones, que resultaron estar llenas de sufrimiento, nadie se hubiese dado a la idea de todo lo que nos pasaría ahí.
A medio camino, el vagón comenzó a ponerse a una temperatura muy baja, me atrevería a decir que a -10°, hicieron que bajaramos y a punta de golpes, nos hicieron quitar la ropa; ya sin ninguna prenda que nos cubriera del frío, nos hicieron caminar los kilómetros que faltaban, hasta llegar a Polonia. Al rededor de tres horas y media caminando, nuestras dentaduras chasqueaban, las mujeres embarazadas trataban de darle calor a sus bebés, fallando en el intento, los niños, solo se abrazaban entre ellos para tratar de no morir de hipotermia, los demás, solo buscábamos alguna manera de escapar o simplemente tratábamos de no sentir más frío.
Al llegar a Polonia, había un registro y tres soldados atendiendo, mientras las personas con las que iba se registraban, yo trataba de buscar a mis padres, era inútil, pero simplemente cuando estás en un grado de desesperación muy alto, piensas que muchas cosas pueden ser posibles.
Sentí un golpe en mi espalda y regresé la vista a la formación, era mi turno, traté de tomar el bolígrafo, pero mis dedos se movían con dificultad, al momento de querer tomarlo, lo tiré, como castigo, recibí un balde de agua helada cayendo en mi cuerpo, sentía que moría, pero uno de los dos soldados que nos resgurdaban, juntó el bolígrafo y me lo dio, apunté mi nombre y mi edad.
"Guillermo Díaz Ibáñez - 17 años"
Tras terminar, nos subieron con otro grupo de personas en otro vagón, todos igual de desnudos que nosotros, cerré los ojos, pues ya se sentía un poco de calor gracias a los demás, un movimiento brusco me hizo volver a mi realidad, miré hacia delante por medio de la separación que hay entre madera y madera, y observé un letrero grande, muy grande.
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El soldado de Auschwitz-Birkenau [Wigetta]
RandomEl soldado nazi, Samuel de Luque, regido fuertemente por sus superiores, se enamora de uno de los prisioneros al cual tiene que castigar, pero el amor en medio de los campos de concentración y la guerra, no va.