CAPÍTULO II

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Me di la vuelta, comencé a buscar la casa en la que me había dicho el soldado que iba a quedarme.
Observé que alguien venía corriendo y llorando hacia mí.

-¿¡Rubén!?-...
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NARRA RUBÉN:

En mi creciente duda acerca de cuánto viviría estando ahí, mis pensamientos se aclararon de a poco, de ninguna manera iba a salir vivo de eso.
Simplemente no había más que resignarme, creo que la peor decisión que tomé ahí dentro, fue la de seguir respirando.

-¿Portarse bien?, Joder, prefiero morir que obedecer a esos hijos de puta.-dije a mis dos compañeros de dormitorio.

Sinceramente mi mente era una mierda, no sabía a dónde ir, ni qué hacer.
Tras caminar y hacer el gilipollas, tratando de conocer más del campo en el cual residía, me topé con dos soldados, notablemente alemanes hijos de puta.

Pasé de tratar de hablar noruego, de igual manera me iban a maldecir, vamos, ¿Quién iba a querer hablar con un judío de 18 años?, Sí, eso pensé, nadie; cambié mi rumbo.

Caminé hacia lo que parecía ser una casa con chimeneas muy grandes, pero algo detuvo mi andar, una maldita piedra se había impactado contra mi costilla, hice una mueca de dolor y volteé dispuesto a meter una hostia del tamaño del mundo.
El hijo de puta soldado se había adelantado, me inmovilizó contra la pared y comenzó a reír mientras observaba el triángulo rojo de mi pecho, hostia qué puto mal rollo.

-¿¡Qué haces tú rondando por aquí!?- gritó, con un notable acento español y con retraso.

-Solo estoy explorando- lo miré a los ojos, sus estúpidas gafas eran más cuadradas que su cara, joder, iba a reírme.

-¿Explorando?, ¡Aquí no sé viene a explorar!, No había visto tu pálida cara por aquí, pero creo que es necesario que te castigue de una vez para evitar que te sigas haciendo el gilipollas.-dijo y me jaló del brazo hacia una... llámala cabaña, casa, celda con camas de paja, barraca, ¿Yo qué sé tío?

-¿Me vas a poner a cortarte el pelo de los huevos o vas a hacer que haga algo de más provecho?- Solté sin más.

-Si vas a comenzar a ser rebelde de una puta vez, es mejor que te enseñe a lo que les pasa a los muy machitos por acá.-

Escuché el sonido de un cierre bajar, mi piel se erizó.
¿De verdad era lo que me imaginaba o simplemente me estaba desesperando a lo imbécil?,
él tomó mis manos y me llevó a una mesa, joder, esa maldita mesa.

-Yo te enseñaré a ser un machito.-

Ató mis manos y mis pies a unas sogas que sobresalían, quedé completamente inmóvil, completamente a su merced.

Observé como rodeó la mesa y se posicionó justamente atrás de mí, o al menos eso fue lo que mi vista periférica captó.
Sentí como sus frías manos subían mi camisón y recorrían mi espalda hasta llegar a mi pantalón, aquí, las lágrimas comenzaron a salir solas, ¿De verdad estaba pasando ésto?, no me lo podía creer y mucho menos quería hacerlo.

Finalmente, sus manos bajaron mi pantalón, joder, sentí algo duro y me reiteraba una y otra vez que eran sus putas manos en mis muslos, sí, eso eran, sus putas y frías manos en mis muslos, subiendo hacia mis glúteos.

-Muy machito, pues quiero que terminando vayas y les digas a todos, lo que les va a pasar si se comienzan a hacer rebeldes como tú, maldita basura.-entró.

Joder el dolor, el puto dolor, sentí como un líquido bajaba por mis piernas, cerré mis ojos con fuerza y retorcía mi cuerpo como última opción para que me dejara en paz, ¿Qué gané en lugar de eso?, Sus putas manos apretando mi cintura hasta prácticamente dejarla de sentir.

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2020 ⏰

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El soldado de Auschwitz-Birkenau [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora