Capítulo cero: Prólogo

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«Estamos atentos ante las acciones policiales acerca de los seres denominados como "metamorfos" que han atacado últimamente a muchos civiles, la suma de victimas en el país ha incrementado considerablemente y las familias exigen justicia ante estas atrocidades cometidas por los morfos. El presidente de la Asociación Libre de Morfos Unidos (ALMU), Agnus Cavallag, habla ante las cámaras:

"No sé quiénes sean los criminales que en este momento están atacando a nuestros congéneres humanos, lo que sí sé con certeza es que no son driagyash, son bestias sin escrúpulos que dejan nuestro nombre manchado solamente para satisfacer una idea errónea de nuestra especie; nacimos para convivir en armonía tanto con los animales cómo con los humanos, no somos bestias, y rechazamos rotundamente a esto malditos hijo de [Censurado por los medios] por cometer actos delictivos cómo estos"

Se espera más cobertura sobre la información, por ahora el referendo para actuar en contra de desinhibir los derechos fundamentales de los metamorfos avanza conforme la ola de ataques continua; el secretario de Defensa demostró su inconformidad:

"No podemos dejar que seres con tales grados de salvajismo sigan viviendo entre nosotros como si fueran seres racionales, dándoles libertad que convertir zonas públicas en sitios de cacería, debemos protegernos como la especie superior ante la amenaza de estas bestias..."»

­—No sé cómo sigues viendo las noticias sobre esos morfos —le dije a mi compañero que no quitaba sus ojos del televisor— ya hasta me está doliendo la cabeza de tanto escuchar "morfos, morfos, morfos, morfos" —comenté en tono despectivo y caricaturesco.

—Envidia solamente porque no puedes transformarte en animal —me reprendió Dominic mientras volteaba sus irritados ojos de color café hacia mí persona.

—Johan tiene razón Dom, estás muy obsesionado con esa especie humanoide, para un poco —apareció Helena con su cabello teñido de blanco y puntas azules hecho una maraña indescriptible, se dirigió a la cocina a tomar un vaso de té frío— dioses, que asco ¿Pueden lavar esto por favor? Capaz ya se mueve por sí solo —se horrorizó al ver el lavalozas hecho un campo de batalla.

—Pues que se lave solo también —se mofó Dominic mientras seguía empotrado frente al aparato.

Ignoré la situación mientras me iba al único lugar limpio del piso, mi habitación (ya que ni el baño que compartía con esos seres que llamo compañeros se salvaba de la ratonera que llamábamos "hogar") tomé mis cosas para irme cuando de repente veo la hora en mi celular.

— ¡Mierda! —exhalé al ver lo tarde que era— ¡Mierda, mierda, mierda, mierda! —corrí hacía la salida del apto como alma que lleva el diablo.

—No olvides las llaves —me recordó la única chica del lugar mientras aseaba un poco la cocina.

—C-claro —me devolví por mis llaves y desaparecí cual rayo.

Al llegar a la calle noté como la mañana me recibía con una tormenta haciéndome recordar que el día sí que puede empeorar.

—Odio mi existencia.

Me cubrí mí ya mojado pelo castaño con la capota del suéter y me dirigí con rapidez hacía la parada del autobús que me llevaría hacia mi universidad, treinta años después apareció el concurrido colectivo, pagué mi pasaje y me arrinconé en un pequeño espacio que había en ese lugar tan ocupado hasta llegar a mi destino.

...

—Loco, te ves fatal —me recibió Erick cuando entré a las instalaciones.

—Gracias, es lo que justo quería escuchar —sorné ante mí no tan querido amigo.

Morfos | La Revolución DriagyashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora