Me Elevó

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Me conquistó, me ilusionó, me invadió, me amarró... Me elevó.

Supo exactamente como enamorarme, fue impresionante como cambió mi vida, en la manera en que me hacía sentir, se sentía tan real, algo indescriptible como yo sentía su amor, o cualquier cosa que fuese lo que haya hecho en mí.

Éramos una pareja muy normal y comúnmente cursi, esas de las que todo no es solo color rosa, si no el arcoíris completo.

Esa forma de besarme, esa forma de tratarme, sus palabras nunca las olvidare.

– Eres mi todo, nunca me dejes, "Te amo mi princesa", lo eres todo para mí – Sin nombrar ese dialecto, ese acento, esa labia y la seguridad con la cual me lo decía.

Llenaba y acumulaba esperanza en mi ser; algo así como un "Para siempre" recuerdo las veces en la que llorábamos juntos, reíamos juntos, peleábamos juntos, éramos sin duda perfectamente perfectos.

Me celaba hasta por el viento que soplaba mi cara, por la sabana que me arropaba en las noches, el agua que me bañaba.

Repetía a diario el amor que sentía por mí, trataba y buscaba cualquier manera para conquistarme cada día más. Miles de horas que hablamos por el celular sin parar hasta las 5 de la mañana.

En resumen, todo era perfecto...

Me detengo un segundo y veo la estación del subterráneo a un par de cuadras. El día esta nubloso, lluvioso, las calles mojadas y trato de no distraerme para evitar que me mojen los carros que pasan muy cerca de mí en la avenida. Me ajusto la chaqueta marrón y sigo adelante, estoy acabando mi cigarrillo. Mientras camino, ya pocos metros antes de entrar al metro, recibo una llamada y lanzo la colilla a la alcantarilla que veo debajo.

– Ellen ¿Dónde estás? – Pregunta Lucy preocupada.

– ¡Lucy! ¿Estás en clases? ¿Ya llego la Srta. Diana? – Respondió apurada.

– ¡Claro que llegó! Ricardo y yo te estamos esperando. Tenemos que practicar los ensayos de la dramatización hoy en su casa ¡Por favor! Dime que vendrás.

– Estoy en camino para la allá. No te preocupes. ¿Qué ha dicho la profesora de importante?

– Tareas y más tareas. Preguntó si te habías enfermado ¡No has venido en 3 días seguidos Ellen! Me preocupa tu situación, aunque no lo creas.

– Lo se Luz. – Resignada respondió. – Escucha Lucy ya entrare al metro, hablamos allá.

Luego de trancar, guardo mi celular en el bolsillo.

Ya en el vagón agarrada del tubo, observo a la gente rara que generalmente se ve en el subterráneo. Últimamente he estado muy callada y pensativa. No quería hablar, solo quería pensar y pensar, al fin y al cabo yo misma sé cómo entenderme. Con la única persona a la que pude, no confiarle, si no desahogarme fue con Lucy, ha sido mi mejor amiga por estos 3 años, ella me escuchaba mejor que nadie, y yo a ella por supuesto. Ella tenía su pareja y sabe cómo se debe de sentir una en estos casos, la única diferencia era que ella seguía con su novio, Erick.

Viéndome el reflejo en la ventana del tren me peino unos cuantos cabellos alborotados que tenía.

– Necesito un secado. – Pensé angustiada viéndome lo esponjoso que se me puso el cabello por la humedad del clima.

Me miré fijamente... Ojos claros, pelo castaño claro casi un anaranjado amarillento, una cinta en el cabello, nariz perfilada y pecosa, labios finos y muy rojos por el labial, camisa blanca ajustada y la chaqueta encima haciéndome sudar un poco más de lo normal por toda la gente pegada como sardinas en una lata. Me había puesto mi Blue Jean favorito, me hacía agrandar aquellas cañas de pescar que a más de uno podía agarrar, pero había un problema... Al que quería cazar, ya lo había perdido para siempre.

No Es El ProblemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora