Tan solo una noche

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En aquel ocaso de aquel día, ya tenía conocimiento de que sería la última vez que la vería, pues ella tomaría un rumbo por mucho, distinto al mío. Se veía tan bella y sonriente con sus amigos, alegre de verlos a ellos, y no a mí, esto era lo que más me dolía.

A medida que pasaba el tiempo, me preguntaba si valdría la pena hablarle, despedirla pues, el siguiente día sería su partida y después sería imposible que le pudiera hablar.

Al verla, pensaba en las pocas ocasiones en las que hablé con ella, de manera muy breve, hablando de alguna situación completamente banal que nos entretuviera en ése momento, aunque por más banal que fuese la conversación, escucharla hablar me hacía relajarme, me provocaba un gusto poder hablar con alguien con mayor agilidad al habla que yo, pero más que nada lo que más me alegraba era poder hablar con ella, aunque sea por unos minutos. Verla me causaba gran alegría, una emoción que aumentaba incesantemente y un deseo de que aquellos minutos, se convirtiesen en horas, y de pasar de tales temas, a platicar de asuntos más importantes, deseo que por más tiempo que lo pensara, me lo imaginara y le diera vueltas, nunca llegó a hacerse realidad.

Y ya entrada la noche, me sentía tonto por solo tenerla a unos metros de distancia, unas pocas personas de obstáculo, y aun así no acercarme a hablarle. Sentía una impotencia no poder despedirme al menos como un amigo, tomarla de la mano y abrazarla, desearle lo mejor desde más cerca, pero tales acciones me sonaban imposibles, recordando nuevamente que una buena relación entre ella y yo, no existe.

Las horas transcurrían, los asistentes al sitio comenzaban a retirarse uno a uno, en parejas, algunos en grupo, y me daba cuenta que ella seguía ahí, tan hermosa, mostrando ahora una mirada seria, con unas mejillas rosadas y una boca de rojo debido al maquillaje, pero aun sin maquillaje, seguramente se hubiera visto igual de deslumbrante.

Ya que no iba a realizar movimiento alguno, decidí retirarme pues, aquel sitio comenzaba a tornarse deprimente por lo desolado que ya estaba el lugar, terminando por retirarse muchos a descansar a sus hogares, y otros a continuar con la plática de cada pareja. Lo único que me dolió fue verla de reojo, por última vez, viéndola tomar un taxi, a su casa seguramente. Llegando a mi casa, ya a medianoche, fui directamente a recostarme a mi cama, pensando por ultima vez en tema. Si quería superarla, era mejor olvidarla, pues el dolor que sentía al no hablarle nunca, y aun así sentir algo por ella, me hacía sentirme estúpido, como si me enamorara de una actriz de la cual ella nunca sabrá de mí, así que simplemente cerré los ojos y dormí.

Me encuentro melancólicoWhere stories live. Discover now