El primer adiós

34 1 3
                                    

-Kaitlyn, despierta-

-No quiero-solloce, en la penumbra de la habitación casi no podía ver el rostro de Sarah pero sabia que estaba cerca, escuchaba su voz y hasta el sonido de su respiración mezclado con el mio

-Vamos pequeña, trata de no dormirte-

-Duele mucho-llore-No quiero estar mas aquí, quiero morirme-

-No, no digas eso-escuchaba la voz ahogada de Sarah, intentando contener las lagrimas-Vamos a estar bien, ya veras, pronto nos encontraran y volveremos a casa-



-Sarah siempre fue una gran joven, inteligente, carismática y muy dulce, su ausencia se notara en nuestras vidas, pero ahora tenemos un ángel que nos cuida desde el cielo-

-No puedes vivir sin llamar la atención ¿No?-murmuro mi madre junto a mi apretándome del brazo, en otra ocasión hace meses mis ojos se llenarían de lagrimas por el dolor que ejercía sobre mi y el odio en sus palabras

Pero no sentía nada, su apretón con fuerza parecía una suave caricia a comparación de los otros métodos de tortura a los cuales sobreviví. Voltee mi rostro para ver a mi madre y que ella me mirara, pero no fue así, simplemente me soltó tomando una respiración y manteniendo su mirada al frente fingiendo prestar atención a las palabras de mi prima Elizabeth

No entendía por que la habían elegido a ella para dar su discurso sobre Sarah, en toda su vida solo se había visto con Sarah en tres ocasiones y no cruzaron mas de diez palabras. Como había predicho, los presentes en el velorio eran amigos de mis padres, socios, empresarios, políticos, millonarios que jamas habían cruzado mas de dos palabras conmigo y con Sarah. Aquellos que si conocíamos a Sarah, que la queríamos y que nos dolía su muerte, no se encontraban presentes

Sarah jamas fue la clase de joven que se relacionaba con aquellos de "su mismo nivel" cosa que siempre disgusto a nuestra madre, Sarah siempre se volvía amiga de los que muchos consideraban menos, empleados, hijos de empleados, gente que no pertenecía al mismo circulo social que nuestra familia y ninguno de ellos estaba allí para decirle adiós. Ni Alexander, el novio secreto de Sarah, el hijo del conserje del instituto

Alexander, pobre estaría desesperado por Sarah, yo había sido testigo de su amor, de sus problemas y había sido quien ayudaba siempre a Sarah para que se escapara en las noches a su encuentro. Necesitaba hablar con el, sentía que el seria el único que entendería mi dolor

Veía desde la primera fila el ataúd, por cuestiones de estética o simplemente frialdad de mi madre, se velaba a Sarah con el ataúd cerrado, ya no podría ver su hermoso rostro, el ultimo recuerdo que me quedaba era cuando estaba muerta en la acera. Sentía mi corazón latir con fuerza, las palabras de Elizabeth lejanas, mi padre no estaba allí y podía escuchar perfectamente los murmullos de la señora Cooper dos sillas detrás de mi

Me puse de pie, y Elizabeth guardo silencio, y todos me miraron libremente sin disimulo

-Kaitlyn, siéntate-

Escuche a mi madre ordenar junto a mi con la voz baja intentando guardas las apariencias, ya suficiente vergüenza que mi padre este llegando tarde en el velorio de su propia hija. No me importo, toda mi vida había sido obediente con mi familia y con mis captores ¿Y que gane?

Una hermana en un cementerio, muchas personas comentando y hostigandome con lo ocurrido, algunos echándome la culpa, otros sintiendo lastima y demás tratando de llenar su asqueroso vació con el morbo de saber con detalle que fue lo que ocurrió 

Me dirigí frente al ataúd donde se encontraba Elizabeth dando su estúpido discurso, mas de la mitad de sus palabras eran puras mentiras y se notaba que no conocía a Sarah en absoluto. Con una simple mirada fría dirigida a ella, ella se bajo del pequeño palco dándome la palabra a mi, como debía haber sido desde un principio

-Agradezco a mi prima Elizabeth por su discurso sobre Sarah-comencé-Para aquellos que no la conocían, todas esas palabras sobre ella serian verdad, aunque no fuera así-mi madre me fulminaba con la mirada pero no podía ponerse de pie y sacarme de los pelos de allí sin pasar mas vergüenza

-Sarah jamas fue una joven modelo, era como un pájaro libre, mas preciso un colibrí, era su especie de ave favorita-sonreí recordando con los ojos llenos de lagrimas-Siempre decía que quería ser un colibrí para volar con prisa y ser difícilmente alcanzada, ansiosa por conocer el mundo y el concepto de la felicidad y libertad, quiero pensar que ahora dejando su cuerpo terrenal es libre, que su espíritu no esta encadenado a este mundo terrenal, quiero imaginar eso para huir de la idea de que Sarah esta molesta por su muerte impune-

Algunos exclamaron sorprendidos por mis palabras, había abierto la caja de Pandora y no me molestaba en absoluto que todo saliera a la luz

-Siempre me cuidaste Sarah, desde niñas me protegiste de todo lo malo del mundo, intentando pintar una realidad gris en un mundo de colores-sentía mi voz aguda y ardor en mis pulmones-Lamento haberte fallado y dejarte morir aquel día-ya no estaba hablando para los invitados, estaba hablando para ella-No pude protegerte cuando fue mi turno de hacerlo y lo lamento tanto, pero puedo jurar que el infierno se congelara antes de permitir que el culpable de tu muerte continué en libertad-

Intentaba no quebrarme, pase del dolor al odio y lo mas extraño fue que el odio me hizo sentir mucho mejor y eso no era lo correcto pero me gustaba

-No permitiré que seas olvidada y la justicia llegara a ti como es debido, para que finalmente puedas descansar en paz-una lagrima rodó por mi mejilla la cual seque rápidamente con el dorso de mi mano-Los que fingieron conocerte te olvidaran con el pasar de los días pero los que te amamos siempre te recordaremos y siempre estarás presente en nuestros corazones-

Unos fríos y cansados ojos me miraban desde la entrada sin expresión alguna, finalmente había llegado mi padre, el gran fiscal Schechter ya estaba aquí para despedir a su hija. No sabia en que categoría entraba mi padre, en aquellos que fingían haberla conocido y que con los días la olvidara, o de aquellos que la amaban y la tendrían siempre en sus corazones 

Pacto de SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora