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DongHyuck no es un tipo devoto.

Recuerda que cuando era niño su abuelita lo llevaba a misa y retiros, pura cosa religiosa era su vida en ese entonces, en lugar de juguetes le regalaba un rosario y en vez de fiestas le dedicaban una misa a las 6 de la mañana.

Suspira.

Que pésima niñez tuvo.

Los niños de su escuela se quejaban porque su amiguito no asistía a las miles de fiestas que lo invitaban con la excusa de "mamá no me deja" cuando en verdad era un "mi abuela dice que lo suyo son fiestas mundanas y paganas, que en lugar de gastar en ridiculeces deberían ponerse de rodillas y rezar por sus almas perdidas"; pero no.
El pequeño Hyuck no era tan crudo ni malo para traumar a sus compañeros, cómo él lo estaba.

Su abuela siempre le dió miedo, tal vez su estatura y delgado cuerpo no lo reflejara; pero estaba seguro que tras esos lentes de botella se escondían sus oscuras intenciones. Además, su pensamiento era diferente, algo arcaico y tradicionalista, según lo que dijo su madre, debían aceptarla porque la amaban y la abuelita se sentía sola e incomprendida.

Incomprendida.

El pequeño lo entendía muy bien por lo que dió todo de sí para hacer feliz a su abuelita, a coste de algunos sustos, sin embargo, su relación se volvió estrecha como consecuencia. Era inevitable amar a esa Doña.

Donghyuck no era devoto; pero en esos momentos se entregó en alma y cuerpo a ese Dios Todopoderoso, rezó y rezó fervientemente como un devoto que se somete por el bien de otros, tuvo incluso la intención de autoflagelarse; no obstante un canturreo lo espantó más que la idea que surcó su mente.

-Hyuck, cariño.

A prisa se levantó de la cama y arregló sus ropas, se abrocho el pantalón y jaló todo lo que pudo su polera, tratando de ocultar la erección que le produjo los vídeos de Mark.

Oh, Mark.

Un fuerte golpe y la puerta abierta a la fuerza lo hicieron reaccionar, con prisa trato de bajar lo que pudo el audio de su celular y por el susto de la brusca irrupción a su habitación, tiro el aparato sobre sus blancas almohadas, afortunadamente boca abajo.

Se estremeció completamente y trato de no pensar en lo que se reproducía en su móvil, con un profundo suspiro decidió darle la cara a su abuelita.
Mecánicamente giró topandose con los pequeños ojos, y extrañamente no llevaba lentes, con la sensación húmeda en su cuello, manos y frente, trató de actuar normal; pero DongHyuck no era normal.

- Dígame, Abue.

La sonrisa forzada no llegaba a sus ojos, sus manos apretaban los puños de su polera y la respiración agitada lo dejaron en evidencia, el escondía algo y la anciana lo sabía, conocía al pequeño, vivió con él y lo crío, era la primera en darse cuenta si algo le pasaba a Hyuck por lo que levantó la ceja y se cruzó de brazos, advirtiendo tenebrosamente: - Dime que pasa, DongHyuck.

El mencionado dejo de respirar inconscientemente y relamio sus labios pensando en como sacar a su abuela de la habitación.

-No...-

-No me vengas con excusas, te lo advierto.

El sonido repicando de la rama contra su ventana lo distrajo, el Otoño estaba cerca y su final también.

-No es nada importante, en serio. ¿Por qué no vamos a comer?

Entrelazó sus brazos tratando de sacarla de su habitación, por suerte su abuelita cedió caminando lentamente hacia la puerta sin dejar de mirarlo inquisitivamente, sus labios se fruncian hacia arriba y sus pasos eran cortos.

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⏰ Última actualización: Jul 16, 2019 ⏰

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