Parte 1 El dragón nacido entre la luz

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¿Seguros que quieren oir mi historia? No es nada interesante ni novedosa, no hubo un pasado triste, ni uno especialmente feliz, no hubieron momentos críticos en mi niñez, no hubo problemas familiares... Bueno, si así lo quieren, les contaré a grandes rasgos lo que trajo hasta este punto. Nací como cualquier otro dragón, en la ladera de una montaña, de un huevo blanco con inervaduras doradas, desde el comienzo no destaqué como el mejor de mi raza, ni entre los mismo dragones, solo era alguien común. Al crecer, comprendí más acerca de lo que me rodeaba y quienes me rodeaban, eran unas criaturas fascinantes, tal como yo. Crecía a un ritmo relativamente veloz durante las primeras semanas luego de hacer nacido, aprendí a alimentarme por mi mismo, a cazar sin compañía luego de que los mayores me enseñaron, aprendí que cosas comer, cuáles no, a que seres atacar, a qué otros seres evitar. Me explicaron las cosas básicas para sobrevivir, incluso como lanzar mi aliento, un bello haz de luz, el cual podía cegar a los enemigos en grandes cantidades o servir como un rayo delgado cuando se concentraba... ¿Entonces qué sentido tiene ahondar en mi juventud? Pues nada, era solo para demostrar que era como un dragón común... Salvo que mi inteligencia era ligeramente superior y mi curiosidad supera a la de los demás de mi grupo, que se quedaban viviendo de manera tranquila...¿Por qué seres tan magníficos desean permanecer... así? No, no, descuiden, no cometí algún delito ni cedí ante algún impulso rebelde. Solo crecí con ese pensamiento... con la idea de que podía llevar con orgullo el nombre de los dragones ante el mundo, que éramos una raza perfecta, hermosos, fuertes, veloces, magníficos...Al principio, no entendía como las demás razas podían sobrevivir en un mundo tan injusto para ellos, eran pequeños, débiles, muchos no podían volar, muchos eran frágiles, alguna vez fueron mis presas... Y los más fuertes, no eran necesariamente grandes, pero no huían con pavor y el aura que emitían era diferente... Quizás fue por eso que comencé a interesarme por los "pequeños seres". Una vez que hube abandonado el nido definitivamente, me decidí a averiguar cómo eran los demás... pero nadie hablaba como yo, nadie podía comunicarse del todo bien... Entonces recordé que los dragones más ancianos e inteligentes, mencionan hablar otras lenguas, así que decidí buscar por mi propia cuenta la forma de poder comunicarme. Fue entonces cuando conocí a la que sería mi maestra, una botánica humana, ella estaba en sintonía con la naturaleza por lo que pudo entenderme al mirarme a los ojos. Intenté con todas mis fuerzas el expresarle el deseo de aprender, luego de varios días de insistencia y acoso, accedió. Ella era como mi segunda madre... sin escamas... pero era comprensiva y muy paciente, sobretodo para enseñar a un dragón casi desde cero... Mi aprendizaje era... lento. Partí aprendiendo a leer, luego de comparar sus runas con mi método de lengua y el significado de las cosas, aprendí la pronunciación, aunque con las cuerdas vocales que poseía era todo un reto. Así que ella me sugirió una idea, que abandonara mi forma de dragón para hacer más simple la comunicación... Vaya osadía, quería hacerme cambiar mi magnífica forma, mis alas, el poder volar, el ser más fuerte, mis afiladas garras y caminar en dos "pies". En un principio, me negué, como es natural. Pero ella me prometió que era un método reversible... ¿Que tan reversible?¿Cómo que una piedra?¿Se traga? Todas esas dudas rondaron por mi cabeza en el momento en que me expresó aquello "-Descuida, puedes usarla como gustes, como colgante, anillo, adorno, lo que sea, pero tiene que estar cerca de ti" ¿Colgantes, anillos, adornos? Eran palabras que desconocía... quizás eran era "ropa" que ella usaba y que los humanos usaban para mantener su temperatura... era poco práctica y nunca tan bella como las escamas que yo alardeaba con orgullo. "¿Osea que yo gano la habilidad de verme como uno de ustedes, pero pierdo mis habilidades de dragón? "-No de esa forma- Explicó ella, -Si logras comprender a esta piedra, puedes cambiar a gusto entre esa forma de ahora y una apariencia más humana... Pero claro, alguien como tu, nunca dejará de ser un dragón, solo te verás más humano" Vaya explicaciones daba ella... pero no perdía nada con intentarlo. En cuanto toqué la piedra no pasó nada, pero luego de un rato de "comprender a la piedra" pude tomar una forma... amorfa entre humano y dragón... en cuanto perdía la concentración volvía a ser un dragón como antes, pero enseguida volvía a intentarlo, no era posible que una criatura como yo fallara ante tal tarea. No, no fue fácil, me demoré cinco años aproximadamente en dominar este arte a la perfección, ya luego era tan natural como respirar el cambiar de forma entre humano y dragón... Pero aparte de cambiar, tuve que aprender a hablar con las cuerdas vocales y a caminar en dos pies. Sin una cola era una cosa realmente difícil, me tomó tiempo y generalmente andaba en cuatro extremidades, pero eventualmente le cogí el truco. Ya habiendo aprendido a caminar, hablar y leer, quedaban las lecciones de verdaderamente ser humano.Aprendí a escribir mi nombre, el cual le resultaba especialmente difícil a ella, así que lo acortó como "Shine "que según me explicó, era más parecido a "brillante" además se asemejaba a Sein, la primera parte de mi nombre. Pues... vale, ya tengo un nombre humano ¿Ahora qué más necesitaba? Oh si ¿Cómo funciona esa magia que haces tú? La de aplicar pasto y curar heridas ¿Que no es pasto? Hierbas... ¿No es magia? Y yo que pensaba que los humanos eran mágicos... Oh ¿Así que hay humanos mágicos, pero que tu no puedes hacer eso? Vale y ¿Como se defienden los humanos sin escamas, ni garras, ni dientes filosos, ni cola, ni alas, ni magia? ¿Armas? En ese momento aprendí que algunos humanos eran hábiles "Herreros" que convertían piedras en "casas" y minerales en "metal" No le presté mucha atención hasta que me maraville con un par de espadas de que un hombre vendía en una ciudad cercana. ¿Por qué no compré solo una? Porque sentí que separarlas sería un desperdicio, ambas tenían una empuñadura roja, una funda negra y un exquisito filo liso... Aprendí como cualquier humano aprende el arte de la espada, con otro maestro, era un hombre tan recto como un árbol y con un temple digno de admiración, Este arte me fascinó aún más que aprender a ser humano, por lo que lo dominé con relativa facilidad, pero era un pésimo estudiante aun así. Mi maestro me enseñaba la forma correcta de usar una espada pero ya dominada aquella forma, pensaba en agregarle movimientos extra, movimientos menos rectos, más flexibles, más hermosos, trazaba complicados filigranas con la punta de las espadas, las movía como una extensión propia de mis brazos, como si fueran tan propias de mi como mis alas o mi cola.Si bien me gustaba ser un humano, me gustaba aun ser mas un dragón, por lo que solía volver a mi estado normal lejos de las ciudades para no causar alborotos a personas sensibles... ¿Qué pasó luego? Es simple, esta historia aun no acaba... de hecho, se sigue escribiendo y mi siguiente parada aún está por verse...

ShineWhere stories live. Discover now