Cap 13: Voluntad

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Despertó, pero sus párpados eran muy pesados como para abrirlos. Oía voces, pero eran murmullos lejanos ¿Qué decían? Estaba cansado, apenas podía recordar algo.
Intentó moverse, pero sus brazos no se movían, intentó hablar, pero nada.
Estaba encerrado en su propio cuerpo. Era una sensación familiar... sí, como en las pesadillas. Ahí también estaba en un cuerpo que no le respondía, llevándolo al mismo final una y otra vez.
No tenía opción, no podía huir.
Estaba cansado... muy cansado...
Decidió dormir un poco
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La sala de espera, la maldita sala de espera. Caminaba de un lado al otro desesperado, mirando la puerta a la sala de urgencias.
Willy estaba desesperado ¿Cuántas veces más iría a parar allí? Tenía la mala sensación de que no sería la última.
-¡Willy!- llegó Fargan, le dió un abrazo y le preguntó -¿Pero qué ha pasado ahora?-
-No lo sé... yo fui a buscarlo a su casa y no estaba... busqué su ubicación por gps y...- le dió un terrible escalofrío al encontrar su cuerpo allí -Estaba en el puesto arriba de la montaña pero cuando llegué... él ya se había caído por la ladera... o saltado ¡No lo sé!-
-¡Joder! ¡Tranquilo!! Vegetta es un hombre fuerte, seguro se recuperará... especialmente ahora-
-Eso espero... es que cuando lo encontré ¡No respiraba! ¡No tenía pulso!- decía Willy entre lágrimas.
-¿Qué? Entonces... ¿Estaba muerto?- se sorprendió Fargan.
-Creo que sí... intenté reanimarlo, y pude... es que... ¡Ya no sé qué hacer!-
-Ya Willy, tranquilo... lo único que podemos hacer es esperar...-
Willy se sentó mientras Fargan iba a por algo de café. ¿Realmente Vegetta había saltado? ¿O sólo fue un accidente?
No quería creer que habría intentando hacer algo así. Quizas ver que había lastimado a Fargan de esa manera lo había devastado.
Últimamente las cosas habían estado muy difíciles para todos, y seguramente se habría echado la culpa de todo.
¿Pero cómo culparlo? Nunca eligió esto, nadie elegiría semejante maldición. No era su culpa.
Si alguien tenía la culpa, el culpable de todo era ese desgraciado, el que lo atacó, el que casi lo mata, el que realmente casi mata a Fargan.
Si no fuera por él, todo habría salido bien, no habría ningún problema. Para nada.
¿De dónde había venido? Estaba claro que si no hacían algo al respecto, ese desgraciado seguiría intentando matarlos cada noche de luna llena.
-Heyyyy, te he traído con crema como te gusta- le dijo Fargan mientras llegaba con dos vasos de café.
-Gracias, eh... oye ¿Aún tienes los pedazos de la ventana rota? Los que tienen sangre de hombre lobo- le preguntó Willy mientras agarraba un vaso.
-¿Qué? ¿Por qué preguntas?- preguntó Fargan intrigado.
-Es que la bestia esa que nos atacó, seguramente volverá... y la verdad yo pienso estar preparado-
-Ah bueno, para serte honesto, yo al final las guardé por si acaso, son varias así que puedo darte algunas...-
Pero lo que ellos no sabían es que había alguien obserbándolos desde lejos...
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Otra vez la misma pesadilla. Podía reconocer la silueta de Willy en la oscuridad. Estaba harto de cercenar el cuello con sus fauces, manchar todo de rojo.
No había mucha diferencia entre esa pesadilla y la rara semiconsciecia que tenía antes. Estaba atrapado. Maldito en vida, ni siquiera la Muerte lo sacaba de esta situación.
Willy le había dicho que se podría controlar, que era difícil pero no imposible... Pero no, tenía que ser realista. Estaba condenado a ser una bestia sin consciencia ni razón cada luna llena por el resto de tu vida.
Otra vez la oscuridad, el encierro de sus párpados, su cuerpo yacía inmóvil sobre algo suave, algo cómodo.
Era mejor que sobre las rocas donde se había lanzado, no podía negarlo. Podía escuchar voces, pero se oían lejanas, como los ecos en una catedral.
Entonces, de la nada las voces se apagaron... ¿A dónde se habían ido? No las entendía, pero parecían voces con buenas intenciones. Ahora se sentía completamente solo, estuvo un rato así, en pleno silencio. Hasta que finalmente escuchó una voz... se oía más cerca.
Pero esta voz lo dejó helado. La reconocía de algún lado... se oía tan cerca que podía entenderla -...has elegido actuar como un cobarde... ¿No lo ves? ¡No puedes huir!... ya no tienes voluntad... pero al contrario de tí... yo acepté esto... hace mucho tiempo-
Sabía que esta voz significaba algo... algo muy malo -No lo sabes... pero al encerrarte así te niegas a tí mismo... eres un cobarde... ¿Aceptar ayuda de tus amigos?... Si ellos no piensan dejarme desafiarte como debe ser... entonces yo terminaré con este problema ahora...-
Entonces sintió algo suave presionar contra su cara, le estaba impidendo respirar ¡Lo estaba ahogando! Intentaba resistirse, quitarse esa cosa de su cara, pero su cuerpo seguía sin responderle.
No fue si no hasta entonces que notó que había algo dormido en él que estaba despertando, algo que ardía en su interior. Un nuevo instinto en el que esta vez ambos coincidían.
Sobrevivir.
Por fin su cuerpo empezó a reaccionar, forcejeó para quitarse aquella cosa suave. Pudo sentir el par de manos y brazos que la sostenían. Con todas sus fuerzas corrió esas manos para quitarse por fin la almohada de su cara.
La repentina luz lo deslumbró por unos segundos. Vió al hombre parado frente a él, vestido como enfermero, con barbijo, gorra, bata y guantes. Pero estaba más que claro que no era uno.
El hombre sacó un bisturí e intentó ir directo a la yugular, pero Vegetta se defendió como pudo, ya lo tenía encima, pero lo empujó lejos de una patada -¡QUITA CABRÓN!-
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Willy y Fargan seguían esperando. Habían salido de la sala y les había dicho que Vegetta estaba fuera de peligro, pero que primero necesitaba reposo y había que mantenerlo en observación.
Les pareció raro ver a entrar un enfermero entrar de vuelta a la sala, que había dicho que iba a cambiarle los vendajes.
Pero ambos se quedaron en seco al oír el escándalo y los gritos de Vegetta en la sala.
Entraron corriendo, y se sorprendieron al ver semejante escena.
Vegetta en bata de paciente, completamente consciente, blandiendo una bandeja de instrumentos quirúrgicos, defendiéndose de un enfermero que quería apuñalarlo con un bisturí.
-¡¿PERO QUÉ HACE?!- gritó Willy. Fargan intentó agarrar al enfermero, pero antes de que nadie le alcanzase, saltó por la ventana.
-¡EH! ¡VUELVA AQUÍ! ¡CABRÓN!- le gritó Fargan. Estaban en un primer piso, por lo que al "enfermero" no le costó para nada seguir corriendo después de la caída.
-¡Eh! ¿Estás bien?- le dijo Willy a Vegetta
-Creo que sí...- dijo mientras recuperaba el aliento.
-¿Pero qué ha pasado?- dijo Fargan -¿Quién era ese tipo?-
-Ése era el hombre lobo que nos atacó... intentó matarme. Dijo que si ustedes impedían enfrentarnos como debía ser... me mataría ahora mismo... y casi lo logra- dijo mientras recuperaba el aliento. Vio algo dolorido cómo durante el forcejeo se le habían salido varias vías intravenosas.
-Jodeeer ¡Qué cabrón!- dijo Willy enfadado.
-Miren, será mejor que disimulemos esto... si hablamos sobre esto, la policía hará muchas preguntas que no podriemos responder- dijo Fargan recuperando la calma mientras miraba por la ventana.
-Sí... vale-
Cuando llegaron el doctor y los enfermeros, explicaron que Vegetta se había despertado muy repentinamente y se había caído de la cama, ellos habían oído el tumulto y fueron a ayudarlo.
Por suerte no hicieron muchas preguntas. Le pidieron a Willy y a Fargan que salieran, que le iban a volver a poner las vías y revisarlo bien.
-¿Pero tú has visto eso?- dijo Willy -¡Ese cabrón quiere matar a Vegetta!-
-¿Y ahora qué hacemos?- dijo Fargan -No sabemos quién era, ni siquiera pudimos verle la cara-
-No lo sé... pero debemos estar atentos, seguramente lo volverá a intentar-
El doctor junto a los enfermeros salieron y le dijeron que podían entrar.
-¡Samuel!- entró Willy directo a abrazarlo, y le dió un beso con cariño -¡Joder! ¡Creí que te había perdido allá afuera!-
-Aléjate...-
Willy se paró en seco -Q...¿Qué?-
Vegetta lo miraba con frialdad -Que te vayas...-
-¿Pero qué dices?- dijo Fargan sorpendido
-¡Que se vayan los dos! ¡Prefiero estar solo!- gritó Vegetta con agresividad. Le dolía hacer esto, le dolía mucho, pero si los alejaba, estarían a salvo, el desgraciado los dejaría en paz.
Por lo que dijo claramente estaban en peligro.
-Pero Samuel... ¡No puedes sólo! Él...-
-¡Tampoco puedo con ustedes par de estorbos!-
Fargan y Willy se quedaron mudos ante esto. No podían creer la actitud de Vegetta.
-¡Yo no pienso dejarte solo!- le dijo Willy -Yo te amo y haría lo que fuera para...-
-Yo no...-
Willy retrocedió aterrorizado, como si le hubieran dado una apuñalada directo al pecho...
La apuñalada habría dolido menos
-Pero... lo nuestro...-
-¡Ay por favor! ¡Sabes bien que cada tanto me salen estas rayaduras por lo que tengo! ¡Lo de esa noche fue por eso! ¡Seguía contigo por pura pena!-
Willy salió corriendo con lágrimas en los ojos, no podía creerlo, no quería creerlo ¿En serio Vegetta nunca lo había amado?
Fargan lo fulminó con la mirada -Vaya pringado...- y se fue de la sala.
Vegetta se tapó la cara con la almohada. Siempre hacía eso cuando tenía ganas de llorar. Realmente amaba a Willy, y lo quería mucho a Fargan. Pero era lo único que se le ocurría, para que se alejaran de él y ya no corrieran peligro.
Se odiaba por hacer esto, odiaba al tipo ese por llevarlo a esta situación, y prefería morir solo antes que permitir que le pasara algo peor a Fargan y a Willy.
Estaba decidido. La próxima luna llena lo mataría, y luego se marcharía para siempre.

Luna de AndorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora