Introducción

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Me callo, guardo silencio, el destino no me quiere y ya me lo ha demostrado en varias ocasiones. Me siento solo, sin nadie a quien contarle mis penas.

En mis tan solo 19 años de vida, he vivido más emociones que una persona de 60 años. La gente piensa que por ser joven, debes de ser feliz y comerte el mundo, no es mi forma de pensar. Una persona joven, también tiene sentimientos sufre como las personas mayores, y en caso extremos, sufren incluso más. He llegado a pensar cosas que ni yo mismo, años atrás, creía que era capaz.

Silencio.

El silencio duele, duele demasiado, llega un punto en el que no puedes más.

El aire entra por la ventana, haciendo que mis huesos tiemblen del frio, el mismo frio que reinaba en mí desde hace años. Odio la manera en el que la vida nos crea para destruirnos. Odio la manera en que con el paso del tiempo, vamos olvidando que es la felicidad. 

Locura

Aquella con la que es buena vivir, pero que hay veces donde lo bueno es peligroso.

En mi cabeza no convivía nada bueno, por lo que todo lo que pasaba por ella, siempre acababa siendo peligroso. Pero ese último pensamiento, no era doloroso, era el fin.

El fin del dolor, de la verdad, de la felicidad, de la vida.

El fin de años donde la gente me había demostrado que yo no valía la pena, donde en vez de querer conocerme, me dejaban tirado, solo, en aquel mar, donde con el paso del tiempo, me cansaría de luchar y dejaría que el agua me arrastrara mar adentro.

Miré aquellos sobres una vez más, eran cinco en total. Ni siquiera tenía persona a las cuales decirle adiós.

El silencio reinaba en aquella habitación, y las ideas locas pasaban por mi cabeza.

Después de ese silencio, nada.

Al fin lo había logrado.

Nunca te olvides de que existoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora