Capítulo 3

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Damián, eres nuestra salvación...


Es lo único que llegué a entender cuando destapé la lona antes de que todo se pusiera negro. Pero no sentía que me hubiera desmayado, si no, que era como si me hubiera ido a dormir lentamente, justo al tocar el colchón de mi habitación.


Poco después, una suave voz que cantaba me despertó, añadiendo un canto de algunos pájaros, que pude distinguir como jilgueros y ruiseñores, pero me extrañó bastante porqué en la ciudad no eran muy comunes, solían estar en los bosques más alejados.


-¿Estás bien? ¿Hola? –Unos segundos antes de que alguien me preguntase eso, la voz que cantaba paró.-


Obviamente, me desperté bastante confuso, encontrándome después de unos momentos de dificultad para ver, un rostro que jamás había visto, además, de una iluminación completamente diferente a lo que había visto antes: una luz muy pura y casta, como si las nubes o la contaminación jamás hubiera existido.


Aquél rostro era de un chico que aparentaba tener la misma edad que yo, pero tenía las mismas características que los típicos cuadros inspirados en Ofelia de la emblemática obra de Shakespeare.


Conseguí incorporarme un poco, haciendo que el desconocido se alejase un poco de mí, pero me ofreció la mano para ayudar a levantarme.


-¿D...Dónde estoy? –Pregunté aún sin saber qué hacer, ya que lo último que recordaba era que me encontraba en el museo de arte con mis mejores amigos haciendo la tarea que nos había propuesto la profesora Foster que debíamos de realizar en parejas.-


-Estás en Aidacra. Has entrado por el espejo sagrado.-Me dijo el desconocido, señalando algo qué, cuando ya me encontraba de pie, me fijé, dándome cuenta de que se trataba de un espejo bastante extraño y oscuro de forma ovalada. Me recordaba a los típicos espejos que podría encontrar en la literatura clásica o a las típicas películas de animación donde un espectro podría contestar a algunas preguntas.-


-¿Aidaqué? Pero si estaba en un museo...-Realmente me encontraba bastante nervioso, ya que realmente tenía ganas de volver. Me acerqué al espejo rápidamente para irse, pero traspasé el cristal y me caí por el otro extremo del espejo.-


-Nadie puede atravesar el espejo. Ven conmigo. Te explicaré todo. Por cierto, deberás ponerte un ropaje...más apropiado...De momento te pondrás esto.-Me ayudó a incorporarme de nuevo y, después de hacer aquello, me puso una especie de capa, pareciéndose más a una túnica medio destruida. Llevaba bordado varios signos que no podía entender.-


-No voy con desconocidos, señorito...-Ladeé la cabeza bastante desconfiado, ya que no se fiaba de él desde el principio. Pero luego pensó que podría ser capaz de ayudar a volver al museo, así que decidió que era su mejor opción en ese momento ya que no entendía nada.-


-Eco. –Cuando le dijo su nombre, una sonrisa de medio lado se dibujó en el rostro en el muchacho, algo que le parecía muy extraño, además, al fijarse más en su rostro, vio que sus ojos cambiaban de color, ya que antes eran de un color bastante amarillento, con una pizca de marrón alrededor de la pupila, pero, después del cambio de color, se tornaron de un color marino mezclado con varios toques de un violeta muy claro y un verde muy oscuro.-


-¿Cómo en la mitología griega? Interesante... -Solo dijo eso ya que no tenía nada más que decir. Realmente seguía sin creerse aquello, ya que se creía que era solo un sueño, pero se sentía demasiado real como para serlo.-


El chico, que se descubrió que se llamaba Eco, comenzó a caminar, llegando a posar sus pies sobre un camino hecho por piedras perfectamente talladas a mano, con diferentes símbolos que se parecían a los signos que tenía la túnica destrozada.


Aquella caminata se hizo bastante pesada, ya que el camino seguía por unas cuestas bastante inclinadas, que incluían bastante vegetación alrededor de éste. Era un paisaje que parecía que había sido cuidado desde siempre, como si un jardinero viviera en el bosque para cuidar de las flores y estas tuvieran su máximo esplendor. Algo realmente hermoso, pensaba Damián.


Después de aproximadamente media hora caminando, llegaron a una cabaña bastante humilde y alrededor había varias vallas, donde se encontraban algunos animales de granja. Algunos típicos que podía haber en algún santuario o en libertad. Pero...otros se encontraban entremezclados en un mismo cuerpo, por ejemplo, una mezcla de una vaca con alas de gallina, cola de cerdo pero con el tamaño que solían tener las vacas y su color era una mezcla de estos tres.


Algo horrorizado, desvié la mirada hacia el suelo, pero no sé si fue buena idea, porqué pude ver una gallina que le pasaba lo mismo, pero de una forma más desagradable que la primera visión de la mezcla.


Eco se acercó a la puerta y picó varias veces en ésta, lo habitual. Alguien abrió un compartimento en uno de los lados de la madera y exclamó con un tono bastante serio la palabra Contraseña, a lo que Eco susurró Fadeslaf, una palabra bastante extraña ya que no la había escuchado nunca.


La puerta se abrió, dejando ver que esa voz tan seria le pertenecía a una mujer de mediana edad, con las mismas apariencias físicas como Eco, por lo que supuse que era su madre.


-Madre, he traído a un forast...-En ese momento, noté que algo bastante rígido me rodeaba el cuerpo, por lo que, al mirar a mi alrededor, pude ver varias raíces de un color púrpura.-


-¿Quién eres? ¿Qué quieres?


-¿¡Qué cojones!?-Grité muy asustado, intentando zafarme de toda aquella chorrada, pero no podía hacerlo ya que me apretaba cada vez más.-


-¡Madre! ¡Ha salido del espejo sagrado! -Gritó el pelirrojo, haciendo que, al parecer, la mujer reaccionase al oír aquello y me soltó, pero logré caer de pie.-


-Entra ahora mismo. –La mujer, al decir esto, vino hacia mí corriendo, se puso detrás y me fue empujando hacia la casa, pero me fijé que iba mirando de un lado a otro, pero no entendí por qué.-


Dentro de la cabaña, me fijé que era mucho más grande de lo que aparentaba ser, pero no entendía por qué. Me recordaba también a alguna obra fantástica, pero en ese caso era una tienda de campaña mágica. Aparte de la estructura típica de una casa bastante moderna, pude ver algunas cosas que parecían pociones.


Pero lo que me llamó no era exactamente un objeto inanimado.


Si no alguien...


O algo...


-Por fin has aparecido, Damián. 


CONTINUARÁ...

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2019 ⏰

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