2. Al mal tiempo...

7 2 0
                                    

Un fin de semana pasó como un abrir y cerrar de ojos, un bronceado aparecía en la piel de Mariana después de un sábado en el lago, se había despertado temprano para arreglar su cabello y su maquillaje, era su ultimo año y ser reina de generación era su única meta. Los minutos avanzaban de prisa, y de pronto un claxon le indicó que debía bajar y salir, jamás se esmeraba en disimular lo mucho que disfrutaba las miradas, y la de Santiago era de sus favoritas.

Al salir el estaba recargado sobre su motocicleta, unos jeans y una playera blanca con una leyenda en ingles al frente era la vestimenta del día algo básico, sin esforzarse, en cambio Mariana vestía para una pasarela después de todo la preparatoria era su pasarela personal. Con un efusivo beso le dio la bienvenida, montándose después en la parte trasera del trasto. Será un año magnífico se repetía mientras se aferraba a la espalda de su chico.

Eran las 5:30 am cuando Savanah abrió la puerta de la recámara de su aún dormida sobrina, Levana dio un salto en la cama, volver a su nueva realidad le costaba trabajo, cada dia se repetía lo que había pasado y se forzaba a creerse, trató de sonreír a su tía aunque sabía que no podía verla, —Podrías encender la luz Tía — dijo con su primer voz de la mañana, preparando sus ojos para ella no se sintió tan encandilada, —Hoy será un gran día — se atrevió a añadir Savanah mas como un anhelo que como una afirmación, su sobrina se veía tan indefensa en esa cama con los ojos tan perdidos —Haré el desayuno, baja cuando estés lista, Patricio te llevará y también pasará a por ti.— Levana saliendo de la cama asistió, no era difícil de entender por estos días Tío Patricio iría a dejarla y traerla, al menos en los siguientes 15 días después el tío regresará al trabajo y solo la llevaría, el regreso sería en el transporte escolar, no es tan malo. Esperaba hacer algún amigo en esos días, aunque en sus 16 años solo había hecho una amiga en su antigua escuela, esta vez se esforzaría más.

Decidió que tomar un baño rápido era lo mejor, sacó unos jeans y una blusa violeta, es su color favorito y esa blusa fue un regalo de su madre, de verdad la extrañaba, pero no era momento de llorar, tomó ese baño y se cambió en tiempo récord, cargó su mochila y la dejó en el recibidor, para después entrar a la cocina donde sus tíos tomaban el desayuno, panqueques con miel. Uno de sus desayunos favoritos. Los comió con una alegría no fingida, en verdad se sentía alegre al comerlos, creyó que Savanah al igual que su madre habían aprendido la receta de la Abuela, eran los panqueques mas ricos y deliciosos que podían existir, trató de disfrutarlos si cerraba los ojos la platica de sus tíos la podía hacer sentir estar en casa; en su antigua casa.

Despejó su mente y se prometió no estar triste; hoy será un gran día, recordó las palabras de su Tía, al terminar subió a cepillar sus dientes y se miro en el espejo, había dejado su cabello suelto, así le gustaba mas. - Es momento de salir Levana - Oyó a su Tío llamarla, guardó su celular en el bolso trasero y bajó corriendo las escaleras, de camino a la preparatoria disfrutó del paisaje, el pequeño pueblecillo era bastante lindo, por eso Savanah amaba estar aquí, en otra circunstancia le encantaría sin duda, la preparatoria estaba cerca en automóvil. Pudo verla de lejos y su estomago empezó a chillar estaba bastante nerviosa.

Patricio aparcó fuera del instituto, podía notar el nerviosismo en su copiloto -Levana lo harás bien, anímate - la miro asentir y relajar un poco las cejas. -Eso es, estaré aqui mismo a la 1 de la tarde, tienes mi numero para cualquier cosa- Levana solo asintió y abriendo la puerta miro a su Tío - Mil gracias, intentaré no perderme - Dijo mientras reían, se despidieron y Levana fue hasta la entrada.

No quería estar aquí, quería estar en la preparatoria que su padre le había elegido esa de la que se quejó casi todas las vacaciones, porque era horario completo y todos eran unos ñoños, esa quería, a la que hace días odiaba porque su mejor amiga Isabella no estaría con ella, ahora las separaba mucho mas. Y a ella la separaba aún mas de sus padres, sus ojos empezaron a enrojecerse, ¡No! se dijo a si misma, hoy no vas a llorar, tenia mas de cinco minutos parada en el mismo lugar y algunos empezaban a mirarla ya, no sabía si por estar como estatua o porque veían su cara nada familiar, buscó con la mirada hasta dar con la Dirección escolar, movió sus pies y llegó hasta ahí, llevaba la carpeta que su Tía le había entregado, ni tiempo tuvo de abrirla, aunque podía imaginar que era, sonrío a la secretaria quien ya la esperaba - Tu salón es el 102, apresúrate que las clases están por iniciar- Asintió a la secretaria - ¿Como hago para llegar?- salio presurosa siguiendo las indicaciones de la mujer, al estar frente al 102 se sintió con miedo, puso la frente en alto y fingió una seguridad que no sentía, tocó la puerta y escuchó un pase, la clase estaba empezando. - Buenos días a todos - Dijo con voz firme a una clase que volteo a mirarla al instante.


Si tan sólo supieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora