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No podía ni tenía intenciones de tolerar semejante espectáculo público aunque tampoco es que contase con el derecho legítimo de hacer algo para detener semejante invasión a un territorio que en su mente ya era suyo por derecho propio. Una irritante voz en su cabeza, cruelmente parecida al objeto de su desdicha le recordó que realmente no tenía ningún tipo de propiedad sobre él y esa cruel verdad, como casi todo lo que salía de la boca del petirrojo, era amarga y difícil de tragar y más aún en una situación como esta, cuando guardar apariencias era necesario si no quería a toda la camada de murciélagos cerniéndose sobre su cabeza con preguntas incomodas y amenazas de peso, si todo lo que decía su padre sobre el clan de caballeros de la noche era cierto cada uno era peligroso en solitario y unidos eran un verdadero calvario para cualquiera.

Mordió su labio inferior hasta sentir el sabor a hierro de su propia sangre, tenía que tranquilizarse y alejar la mirada pero le era completamente imposible cuando en el fondo de su mente esa estúpida voz continuaba canturreándole sobre la cercanía del mercenario, el segundo en portar el manto de Robin, sobre el último y más pequeño de los Wayne. SU WAYNE.

Vagamente rememora todas sus aventuras y travesuras junto al más pequeño de los murciélagos y todo el tiempo que paso para que los duros ojos jade lo miraran como algo más que un idiota al que debía entrenar. Había trabajado duro y lo había seguido como un cachorro que sigue obedientemente a su amo o eso es lo que solía decir Conner, ahora no estaba tan seguro de que esa fuera una descripción fiel a la realidad por que ésta era aún más intensa y ahora con los años ganados y las experiencias vividas lejos de ese pequeño demonio que tenía por compañero Jon tenía otra perspectiva.

Jon si seguía a Damian. Jon si acompañaba a Damian. Jon si miraba mucho a Damian, siempre a la espera de alguna misión, alguna aventura. Una excusa para perder el tiempo con él pero no como si fuera un cachorro perdido, Jon veía en Damian al chico que podía ofrecerle un sinfín de conocimiento y experiencias grandiosas, un compañero de combate al nivel que necesitaba para mantenerlo con los pies en la tierra cuando su naturaleza kriptoniana se saliera de su control. Aquel que comprendería a un nivel inimaginable para cualquier otro mortal su doble vida pues ambos provenía de grandes cunas heroicas con enormes expectativas que llenar.

Pero algo cambio dentro de Jon.

Se hinchó de orgullo al ser uno de los pocos en conocer una faceta diferente del petirrojo. Sonrisas sinceras, halagos a su desempeño y palabras agradables... a su manera y desde la primera vez que Jon vio ese brillo orgulloso en los ojos verdes al concluir exitosamente una misión siempre quiso más. Más sonrisas ladinas curvando sus labios llenos, más palabras de aliento. Más de esa alma pura enfundada en una coraza de hierro. Lo quería todo de él, todo para sí y para nadie más.

Para él habían pasado años, para Damian apenas unas semanas. El tiempo, la experiencia y la sabiduría que su abuelo le había ayudado a obtener le dieron las respuestas que necesitaba con respecto al que llamaba "amigo" de manera equivocada. Él quería a Damian de una manera más fuerte, más propia de un amante que de un compañero de batalla y solo los años y la distancia pudieron esclarecerle ese detalle que a ojos de su abuelo era tan obvio, tal vez el hijo de Batman tenía razón y si era bastante lento.

"Los kriptonianos amamos con el doble de la fuerza que demostramos en batalla, con pasión e intensidad y solo lo hacemos cuando estamos seguros de encontrar un receptáculo digno de nuestra entrega y confianza" No había dudas para él ahora de sus sentimientos hacía el petirrojo en turno. Regreso a la tierra con el único objetivo de volver a Damian y ganarse su afecto, justo como en el principio de su historia, pensó con una sonrisa floreciendo en su rostro.

Pero nada sería sencillo y aunque el sol amarillo brilla en lo alto del cielo llenándolo de energía e incrementando su poder y ese día se organizó una pequeña celebración entre los Wayne y los Kent por el regreso del menor de los kriptonianos el aludido no podía evitar fruncir el ceño ante la escena de la que era espectador en su propia fiesta. A pesar del abrazo y la "cálida" bienvenida que le dio Damian al verlo y de la felicidad finita que le inundo el cuerpo al verlo, justo después del pequeño combate que tuvieron, claro, porque el ahora menor estaba hecho una furia con él por tres razones: 1 Irse sin avisar o siquiera despedirse. 2 Tener el descaro de volver como si no hubiesen pasado semanas sin comunicación y la más importante 3 Ser mayor que él. Sobra decir que a pesar de los años y la experiencia adquirida el ahora menor de ellos logro hacerse con la victoria de dicho encuentro para terminar soltando leves golpes a su pecho antes de finalmente aferrarse al torso de Jon con una fuerza tal que Jonathan no se permitió hacer movimiento alguno que pudiera perturbar a Robin. El final no le sorprendía pues Jon solo rechazaba o esquivaba los golpes de la pequeña furia que arremetía contra él, lo que de verdad capto su atención fueron las ligeras modificaciones en su estilo de pelea, tornándose aún más agresiva y cruda sin perder la clase y elegancia que caracterizan al heredero Al Ghul pero si aumentando algunos trucos sucios bastante impropios del hijo del murciélago.

Zafiros y Esmeraldas(?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora