La noche.

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Al siguiente quedé con mi novio, le llamé y me dijo que fuera a su casa.

Su casa estaba a dos manzanas de la mía y era un poco pequeña, para toda la gente que allí había. Pues en esa casa vivían sus tres hermanas, Freya, Allison, Hannah, Freya era la mayor de todos los hermanos y tenía 22 años, estaba estudiando filosofía en la universidad de Portland, pero se estaba replanteando dejarlo. Sus otras dos hermanas eran gemelas, ambas eran muy bajas para su edad pues tenían ocho años y aparentaban cinco, eran morenas; Allison tenía los ojos azules y Hannah los tenía verdes. Su hermano, Arthur, era todo lo contrario a mi novio pues él era moreno y Keith era rubio, Arthur era alto y mi novio era más bien bajito, su hermano se metía en muchos líos y él no. Obviamente en su casa también vivían sus padres y su abuela, y estos eran muy encantadores.

Cuando llegué a su casa Keith estaba esperándome en la puerta y nos fuimos a dar un paseo. Mientras andábamos intentó cogerme la mano como un gesto romántico pero no le dejé porque aunque llevábamos seis meses saliendo me seguía dando mucha vergüenza. Cuando hice esto no se lo tomó muy bien porque pensó que me daba vergüenza que la gente me viera que estaba con él.

-Después de tanto tiempo no me dejas que te de la mano por la calle ¿En serio?

-Te he dicho muchas veces porque no quiero que me des la mano, ya sabes que no es por ti...

-Siempre dices lo mismo me parece que esa escusa ya está un poco usada de más.

-Es que paso de volver a explicártelo otra vez. Si no lo has entendido ya es tu problema no el mío. – dije, se quedó un poco impactado ante esta respuesta tan borde, ya que yo no solía contestar nunca tan borde.

-¿Pero qué te pasa hoy?

-No si a mí no me pasa nada. – dije con ironía intentando que captara la indirecta.

-Vale, es que te noto un poco rara.

-¿Cómo que me notas rara? – pregunté - A mí no vengas con indirectas. A lo mejor el que está raro eres tú porque ya estas otra vez con el tema de darte la mano por la calle.

-¿Qué yo estoy raro? – me preguntó.

-Pues sí que estás raro sino no hubieras empezado toda esta pelea por nada.

-¿Cómo que la he empezado yo? La has empezado tú no dándome la mano para empezar.

-Vamos a ver no es mi obligación darte la mano, si no quiero dártela no te la doy y no tienes por qué enfadarte.

Tras esta pequeña pelea me fui a mi casa yo sola porque no tenía más ganas de estar con él. Una vez en mi casa me di cuenta que no le había contado nada acerca de lo ocurrido en casa de Shiva. De repente me acordé que había quedado con mis amigas a las diez para salir de fiesta a una discoteca muy exclusiva que solo habrían ese día. Cuando me quise dar cuenta de la hora ya eran las nueve y media y yo seguía en chándal.

Corrí hacia mi vestidor para ver qué podía ponerme, al final me decanté por una falda negra ajustada de cuero, que no había puesto nunca, y una camisa transparente con encaje rojo. De zapatos me puse unos botines de tacón negros, muy típicos, porque no quería que los tacones me hicieran daño en los pies a las dos horas de llevarlos puestos. Intenté pintarme lo más rápido que pude pero la raya del ojo no me salía por lo que me eché mucho rímel y una sombra de ojos roja del NYX y un pintalabios rojo de Kiko Milano.

Salí de mi casa y fui directa a recoger a mi amiga Maddy. Antes de llegar a su puerta le dije que bajará pero aun así tuve que esperarla diez minutos, no entiendo cómo podía tardar tanto en salir de su casa. Cuando bajó nos dirigimos directamente a la cola de la discoteca ya que las demás nos estaban esperando allí.

Después de quince minutos de cola por fin conseguimos entrar. La discoteca OZ estaba abarrotada tanto la planta de arriba como la planta de abajo; todas las zonas VIP estaban llenas también. Toda la discoteca estaba rodeada de altavoces a todo volumen y de luces parpadeantes de todos los colores, aunque resaltaban el azul, el verde y el rojo.

Diez minutos después de que entráramos nos dirigimos a la barra a pedir unas bebidas; solo dos de mis amigas eran mayores de edad, pero por suerte Janet conocía bien al camarero, ya que estaba saliendo con él, y nos sirvió las bebidas sin problema.

Una vez nos teníamos las bebidas volvimos al centro de la discoteca y comenzamos a bailar. Cuando llevábamos una media hora en el centro un tipo se chocó contra mí y tiró mi vaso al suelo y casi me caí yo. Este chico me ayudó a incorporarme sujetándome los hombros, no logré verlo más que unos pocos segundos pero pude apreciar sus bonitos ojos verdes y me pereció muy guapo; una pena que tras pedirme perdón se fuera sin entablar ni una pequeña conversación. Este suceso marcó toda mi noche puesto que estuve toda la noche pensando en ese chico.

Sobre las cuatro de la mañana empezó a haber mucho revuelo en la parte de arriba, se oyeron gritos e insultos y la música paró de repente. En forma de avalancha comenzó a descender una oleada de gente para salir de la discoteca, se oyeron chillidos de desesperación y logré ver a varias personas manchadas de sangre. Preguntamos aturdidas que qué estaba pasando y una chica me cogió de la mano y me dijo llorando que saliéramos corriendo. Otra chica comenzó a gritar que había seis personas con armas, sobre todo con navajas.

Al oír esto intentamos salir lo más rápido posible de la discoteca, pero había una gran fila para salir. Toda esta fila iba corriendo e íbamos tropezándonos unos con otros. Una vez logramos salir de la discoteca acompañé a mi amiga a su casa e iba a llamar a mi novio para que viniera a por mí pero me acordé de que estaba enfadada con él, por lo que llamé a mi hermano. Mi amiga se esperó conmigo en su puerta hasta que llegó mi hermano.

Bruce llegó conduciendo su moto nueva. Iba con gafas de sol, aunque fuera de noche, y sin casco; todo por hacerse el chulo. Cuando me subí a la moto y me puse el casco le susurré al oído que parecía imbécil con las gafas de sol puestas por lo noche.

-¡Cállate! –dijo, y me empecé a reír.

Íbamos en la moto y pensaba que íbamos a ir directos a mi casa pero tomó un desvío; paró en una esquina y bajó de la moto.

-¿Adónde vas? – le pregunté, pero no hubo respuesta solo un silencio muy extraño. Pasó por delante de mí y me echó una mirada para que me callara de una vez.

En la esquina había una silueta de un hombre robusto, no pude ver mucho más porque no había luz en esa calle.

Que mierda estará haciendo mi hermano aquí.

Cuando me fijé en la casa que estaba en esa esquina me di cuenta de que un hombre estaba mirándome a través de la ventana como si estuviera inspeccionándome. Cuando me di cuenta me asusté y le hice señas a mi hermano para que se diera prisa.

A los cinco minutos, los cuales se me hicieron interminables, mi hermano se volvió a subir a la moto y nos fuimos a mi casa por fin.

Una vez en mi casa quise preguntarle sobre lo que había hecho, pero su respuesta me daba miedo, por lo que no le dije nada.

-¿Qué clase de ropa llevas? – me preguntó mi hermano.

-¿Cómo que qué clase de ropa? – le dije.

-¿Te piensas que eso es apropiado para alguien que no tiene ni dieciocho años aún?

-Pues si te fijas bien, todo el mundo lleva ropa así. Además, yo me pongo lo que me da la gana.

-No, no si tú ponte lo que quieras; pero he visto demasiadas cosas como para que vayas tan despreocupada.

Mi única respuesta ante esto fue salir de la habitación y pegar un portazo tras de mí. 

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⏰ Last updated: Jun 05, 2019 ⏰

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