DEMO

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Al principio solía ser un pequeño juego, quizás un presente de amabilidad, pero se volvió rutina a medida que el tiempo pasaba. No era el típico chico capaz de dárselo en persona. Solía dejarlas en la pequeña maceta junto a la entrada del negocio vecino, acompañado de  una nota. Pensó que mantenerse anónimo era buena idea, pero para su mala suerte fue muy tonto a su vez. Pues era muy fácil descifrar quién había sido el culpable, ya que su tienda era la única floristería al lado del café.

Ahí estaba él, de pie en el mismo lugar de siempre. Observando su reflejo a través del cristal que le separaba del interior de aquel negocio, distinguiendo su silueta con su peculiar flor en mano.
Sonrió para sus adentros antes de acercar su rostro en aquella vitrina sólida, posando una de sus manos entre sus cejas rozando sus cabellos rojizos, se apoyó en el cristal contemplando el lugar vacío, con la mirada en busca de quién se había acostumbrado a perseguir.

— 10 minutos temprano, azúcar. — Exclamó alguien a pocos metros de distancia.

El sonido de las llaves, el fresco aroma de su uniforme, y esa distinguida voz que tanto le gustaba oír lo hizo reaccionar con una chistosa mueca entre sus labios. Dejó caer su brazo y dándose media vuelta le brindó vista a su sonrisa. — 10 minutos tarde, señorita.— Respondió divertido.

Pétalos de azúcar | min yoongi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora