Navidad

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Después del capítulo de Emily y descubrir que no era más que una arrogante cabeza de chorlito, Bill y yo nos habíamos hecho todavía más unidos, desgraciadamente no en en el sentido que me hubiera gustado.

Él me veía como a una hermanita, y yo cada día me estaba enamorando más, y más de él.

Intenté darme algo de tiempo entre el asunto de Jacob y las clases, no olvidando mi conversación con Snape. Yo tenía derecho a pasar una buena estancia en Hogwarts, yo merecía divertirme, pasar tiempo con amigos... Y enamorarme como una tonta. Solo que eso último, bueno, debía encontrar la forma de enamorarme como la mayor de las tontas pero por alguien más, ser realista no me ayudaba nada, de a poco estaba aceptando que Bill nunca iba a mirarme de manera diferente, y al mismo tiempo... Me daba cuenta que sacarlo de mi corazón parecía una terraza imposible.

La Navidad se acercaba; una época que antes disfrutaba mucho y que ahora solo me deprimía, no es que fuera una Grinch. Pero era difícil disfrutar una fiesta familiar y de comunión cuando tu familia estaba rota.

Éste año no iba a regresar a casa para las fiestas, ¿De qué me valdría si solo iba a pasar un mal rato?, Mamá llorando por pasar otra Navidad sin Jacob, papá enojado y yo encerrada en mi habitación. Así que me iba a quedar en Hogwarts. Y a pesar de mis deseos por recuperar a mi hermano decidí celebrar Navidad a mi manera; nada de las bóvedas malditas, nada de magia tenebrosa, solo yo, mis regalos, la cena en el gran comedor, los profesores y chocolate caliente, incluso le compré un regalo a Snape por sorprendentemente ser el único adulto sensato en mi vida, se lo dejé en su oficina en cuanto supe que se iba a su casa a pasar las fiestas, imaginaba que le agradaría volver y encontrar una enorme caja llena de ingredientes raros para pociones.

Ahora sólo me quedaba ponerme el pijama y pasar los próximos días pudriéndome en depresión, leyendo cada libro de las estanterías en la torre de Ravenclaw, al fin y al cabo me daba curiosidad que tantas cosas guardábamos en la sala común.

Pero mis planes cambiaron unas horas más tarde, cuando la mayoría de mis amigos anunció que también se quedarían... Bill se quedaría... Sentí que el corazón marchaba como locomotora, la idea de pasar Navidad a lado de alguien a quien quería tanto era talvez el mejor regalo que había recibido desde antes de la desaparición de Jacob. Claro, sería mejor que esa persona también me quisiera, pero no se puede tener todo en la vida.

Lanzamos bolas de nieve, nos enfrentamos al Yeti, incluso organizamos un intercambio de regalos, y también Mérula se quedaba así que la escogí, sé que pude pedir a Bill, pero ya era demasiado obvia y patética pidiéndole ayuda para todo. Y si había algo que odiaba era llevarme tan mal con Mérula así que éste sería el primer paso de un millón para frenar nuestra enemistad.

La mejor parte pareció cuando recibí aquella fotografía de mis amigos, no es que no aprecie a los demás... Pero la única verdad es que me emocioné por tener una fotografía de Bill... Si no hubiera estado rodeada por tanta gente seguramente me abría golpeado la frente con la palma, era demasiado joven para tener sentimientos tan intensos y todavía más para dejarlos desbordar de esa manera.

Agregué otro regaño a la lista después de recordar que supuestamente estaba intentando superar mi estúpido enamoramiento.

.....

La noticia de los Weasley arribando a Hogwarts me puso más nerviosa que a Charlie, sabía que no tenía nada que perder si no caía en gracia de ellos, que nada tenía que ver mi vida con la de los padres de un compañero. Pero aún así mi deseo por agradarles era fuerte, entendía que ellos nunca serían mis suegros o algo así, pero igual el deseo por dar una buena impresión no se fue.

Afortunadamente no me puse en evidencia en ningún momento y mi ayuda a Bill y Charlie para buscarles regalos a los señores Weasley pareció un actitud normal en mi.

Mi día iba tan bien, llevaba tanto tiempo sin disfrutar una Navidad alegre... Y entonces se me ocurrió buscar a Mérula para invitarla a estar con nosotros. Y en el proceso descubrí que había algo que teníamos en común, no es que no lo supiera pero de pronto se hizo demasiado evidente; nuestras familias estaban rotas. Y estas fechas no eran muy alegres para ninguna, intenté persuadirla para que nos acompañará, intenté explicarle que yo sentía lo mismo, que hasta ahora solo habían logrado distraerme. Pero no quiso, se quedó sola y la entendí, cada una hizo lo mejor bajo sus circunstancias.

Después de eso volví a mi sala común para cambiarme, mientras cepillaba mi cabello de pronto volví a sentir que lo que hacía no estaba bien. Jacob estaba perdido, probablemente muerto, mis padres sufriendo solos en casa, y yo arreglándome para un banquete de Navidad. ¿Qué tan egoísta podía ser?. No pude evitar que algunas lágrimas salieran por mis ojos, me forcé a recordar que merecía ésto, que merecía tener un momento feliz, por una noche al menos antes de volver a la búsqueda de mi hermano.

Solo tuve un pensamiento en mente antes de bajar al gran comedor; como me gustaría que Jacob estuviera aquí.

—Es un gusto al fin conocerlos, señor y señora Weasley —dije con una gran sonrisa—.

Había logrado tranquilizarme por completo antes de llegar. Molly me devolvió la sonrisa casi de inmediato y eso me hizo sentir bien de tantas maneras, mi propia madre no sonreía desde hacía ya un buen tiempo.

—Es un gusto también, Lenore. Hemos escuchado mucho sobre ti —contestó para mí sorpresa—.

¿Bill les había hablado sobre mi?

¿Ese fue mi corazón saltándose un latido?

La cara me comenzó a arder, rogué para no estar tan sonrojada como creía, pero con mi mala suerte probablemente estaba igual de roja que un tomate.

—¡Cuéntanos sobre tus aventuras en las bóvedas malditas! —habló en señor Weasley animado, pero la señora Weasley lo miró como si sus ojos tuvieran un rayo de calor—. Digo, desde luego que no deberías meterte con esas bóvedas malditas. Especialmente junto a nuestros hijos.

Esa última frase me hizo sentir avergonzada, talvez no les caía tan bien por exponer a Bill al peligro. Quise desviar el tema preguntándoles que les traía por Hogwarts, y funcionó bastante bien, incluso Bill me ayudó diciéndole a su madre que yo les había ayudado con los regalos para ellos.

Bill no se daba cuenta, el solo intentaba ser amable, pero estaba siendo cruel. Todas sus acciones me indicaban que podía ilusionarme, y afortunadamente tenía una cabeza centrada para entender que no era así, que si me dejaba llevar terminaría con el corazón hecho trizas. Pero seguía allí intercediendo por mi antes sus padres presentándome como la mejor persona que había conocido.

¿Y si era así, por qué no me quería?

Para cuándo el banquete terminó la señora Weasley me había agarrado un gran aprecio, incluso me dió el mejor de los regalos de Navidad posibles; un atuendo viejo de Bill que ya nos quedaba y que... Olía a él.

Entonces dijo unas palabras que me calaron.

—Feliz Navidad, Lenore. Bienvenida a la familia.

El Camino Hacía TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora