Sabéis eso de que una pequeña decisión puede desencadenar grandes consecuencias, yo no lo supe hasta ese instante en el que todo mi mundo se hizo añicos. Que en tan solo una fracción de segundo todo cambio. Sentí como mi vida y la Nícol que conocía hasta el momento desaparecía con ellos.
Cuanta más tierra caía sobre ellos más presión sentía en el pecho, me ahogaba, no era capaz de respirar, había olvidado por un momento un movimiento tan básico como aquel. Sentía como el cansancio se iba apoderando de mi y mis piernas empezaron a flaquear poco a poco. Sentía como mi madre se rompía en mil pedazos, pero no era capaz de mirarla, no era capaz de mirar esos ojos que tanto me recordaban a mi hermano. Quería gritar, todavía tenía la esperanza de que despertarán, pero esto solo me quebraba aún más, ya casi no era capaz de sostenerme en pie, ya ni siquiera sé si en estos momentos lo estaba. Mi padre siempre me decía que lo importante de cuando una persona se va es quedarse con los recuerdos que has vivido con ellas. Ahora más que nunca necesito oírselo decir. Mi familia ya no es lo que era, había quedado dividida entre recuerdos y personas atormentadas por aquellos recuerdos. Yo no debería estar aquí, en el funeral de mi padre y mi hermano, sintiendo que me ahogaba con cada latido de mi corazón. Todos hablan de suerte, pero yo no consigo encontrarla se han llevado una parte de mi, a la mitad de mi familia, mi vida y mi alma.
Durante las semanas previas al viaje notaba a mi padre nervioso, intentaba buscar una solución para cada uno de los problemas que su mente encontraba. El día del viaje a Italia no paraba de recorrer la casa nervioso, pareció aliviado cuando nos vio salir a mi hermano y a mi con las maletas, mientras reíamos y planificábamos nuestro viaje a Roma. Entre los tres conseguimos colocar todo lo necesario en el coche mientras mi madre echaba un ultimo vistazo a la casa, recordé que mi móvil se había quedado en la habitación de Alexander y volví a por él. Mi madre y yo bajábamos a la entrada principal cuando un gran ruido nos hizo correr hacia la entrada. Aunque hubiese preferido retrasar todo lo posible aquel momento que no lograré olvidar nunca. Mi vista se volvió borrosa al ver que los cuerpos de mi hermano y mi padre estaban cubiertos de sangre y que a lo lejos un coche negro desaparecía, ahí fue cuando todo empezó. Mi madre corrió hacia los cuerpos, yo no podía moverme, había dejado de escuchar incluso, creo que mi vida se paralizó durante unos segundos, sentía que me iba a desmayar. Un grito de mi madre logró sacarme de aquel estado. Corrí hacia ellos y no sé de donde saqué las fuerzas para llamar a la policía, tampoco se lo que pasó después. En esta última semana solo soy capaz de recordar las caras ensangrentadas de mi padre y de mi hermano. El médico ha decidido darme unas pastillas que me ayuden a dormir, pero ni siquiera esas pastillas son lo bastante fuertes para frenar mis pesadillas.
Dos semanas después seguía recordando esa escena como si todavía la tuviera enfrente, como si todavía pudiese tocar la cara de mi padre o abrazar por última vez a mi hermano. Mientras que la vieja Nicol se ahogaba en un mar de lágrimas, surgió una nueva Nicol de todo el vacío que quedo en mí, nunca me hubiese imaginado que mi mejor aliada iba a ser la muerte.
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JUEGO DE BALAS
Teen FictionNicol sigue buscando respuestas de lo que había pasado y sin quererlo ni buscarlo se acabo encontrando con la persona que le daría todas las respuestas que necesitaba. Aunque no sería tan fácil conseguirlas.