En un pequeño apartamento en la ciudad, Connor se ajustó el cinturón y se calzó rápidamente sus Vans verdes. Le dio un corto beso a su acompañante femenina de la noche anterior y salió corriendo, mochila y bolso de viaje en mano.
Muy lejos de ahí, Michael salió corriendo de su lugar de trabajo sin despedirse de nadie, pasó a toda a carrera a su apartamento para recoger su maleta y una pequeña mochila, y salió a toda carrera de ahí también.
Mientras tanto, en casa de los O'Ryan, todos esperaban ansiosos la llegada de los gemelos. Bueno, su llegada y la de otros 48 invitados, por lo que Harriet O'Ryan corría de aquí para allá gritando órdenes y despotricando al aire, mientras George O'Ryan corría detrás de ella para aparentar que estaba haciendo algo útil y Amarylla O'Ryan no dejaba de darse mil y un vueltas frente al espejo para poder contemplarse desde todos los ángulos posibles.
El vestido era negro, ajustado en la parte de arriba y más suelto desde la cintura hacia abajo, le quedaba estupendo. Unas botas de combate relucientes adornaban sus pies y la hacían ver más alta, y encima del vestido se había puesto una camisa a cuadros rojos y azules porque no podía soportar la falta de color en su atuendo. Le gustaba su apariencia, se parecía a esas chicas que veía siempre en Tumblr, y eso no ocurría seguido. Se sentía mayor, madura, casi rebelde.
Se soltó el cabello y lo dejó caer sobre su hombro izquierdo. Le sonrió una vez más a su reflejo y al fin se dignó a bajar las escaleras en busca de leche y cereales, moría de hambre.
Consiguió escabullirse de vuelta a su habitación sin ser vista y con algo de comida en el estómago, mientras sus padres estaban demasiado ocupados corriendo de un lado a otro.
Al mismo tiempo, Connor y Michael tomaban sus respectivos aviones con destino a una aterradora reunión familiar... Y la aún más aterradora idea que sus padres les propondrían cuando el evento acabase.
— Mamá, sabes que algo así no se planea de un día para el otro, ¿verdad? Debiste pedírnoslo antes — reclamó Michael y su hermano asintió en aprobación.
— Queríamos que fuera una sorpresa para todos —respondió Harriet, encogiéndose de hombros.
—Créeme, mamá, en serio nos sorprendiste —habló esta vez Connor—. Pero también tenemos vidas, somos adultos, no podemos tirarlo todo y venir a cuidar de Amy.
—Yellow —lo corrigió la chica, hablando por primera vez desde el inicio de la discusión—, ahora me llaman Yellow.
—No es solo cuidar de ella, chicos, entiendan —argumentó George—. Queremos que nuestros hijos pasen tiempo juntos, no lo han hecho desde que ustedes dos se graduaron, ¿entienden lo grave que es eso?
—A mí me parece que todos ustedes están haciendo un gran drama de todo esto —se encogió de hombros Yellow—, creo que voy por palomitas —dicho esto, se levantó de su asiento y desapareció por la puerta de la cocina.
—De acuerdo, escuchen —Harriet bajó la voz, procurando que su hija no lograra oírla—. Su hermana los necesita. Está creciendo como hija única, a penas sabe nada de ustedes. Tiene dos hermanos mayores a los que no conoce, ¿eso les parece normal?
Los gemelos escucharon atentamente a su madre y luego intercambiaron una rápida mirada. ¿Era eso normal? Ellos tampoco conocían a Yellow lo suficiente como para saber sus gustos o pasatiempos. Cada año en sus cumpleaños o Navidad, debían llamar a su madre para saber qué era lo que ella quería. ¿Era eso normal? Ninguno de los dos estaba realmente seguro. Y luego estaba el hecho de que los gemelos tampoco sabían mucho el uno del otro, no se habían comunicado desde su entrada en distintas universidades, y ambos habían cambiado mucho.
—Chicos... Nuestro vuelo sale en dos semanas, me parece tiempo suficiente para volver y solucionar sus vidas antes de pasar aquí el verano —volvió a hablar Harriet, rodando notoriamente los ojos.
Mientras un tenso silencio invadía la habitación, Yellow volvió de la cocina sosteniendo un cuenco del que sobresalía una montaña de palomitas. Sin ofrecer a nadie, volvió a sentarse en el mismo lugar que había abandonado minutos antes.
—¿De qué me perdí? —preguntó con la boca llena, mirando a sus padres.
—De acuerdo, haremos una prueba —decretó George y miró a uno de los gemelos—. Connor —el aludido quitó la vista de las palomitas de Yellow y puso atención a su padre—, ¿cuál es el color favorito de tu hermana?
La chica miró a Connor y luego a su padre con el ceño notablemente fruncido. ¿Qué clase de pregunta era esa?
—Esto... ¿Supongo que el amarillo? —se encogió de hombros y Yellow asintió, rodando los ojos.
—Vale, pregunta equivocada —admitió George.
—Claro, papá. ¿Por qué no le preguntas a Mike cuándo es el cumpleaños de su gemelo? Seguro eso funciona —se burló Yellow, alargando la palabra "gemelo". George le lanzó una mirada severa de advertencia y ella no pudo hacer más que tragarse sus carcajadas.
—Chicos, esto no quita el hecho de que los tres necesitan conocerse y aprender a ser hermanos otra vez, no están viendo la gravedad de la situación —aseguró Harriet, en defensa de su humillado esposo.
—Ustedes se preocupan demasiado —contraatacó Michael—. Pero, ¿saben qué? Me rindo, no puede ser tan malo. Si logran convencer a Connor, soy todo suyo —concluyó y fue a sentarse junto a Yellow con la intención de robar unas cuantas palomitas, dando por acabada su participación en el "debate".
Connor lo maldijo una y mil veces en su mente, de un millón de formas diferentes. Una vez más, su hermano lo había dejado entre la espada y la pared. «Justo como cuando éramos niños —pensó—, Connor siempre es el villano». Le sostuvo la intensa mirada a su madre y a George, y luego volteó a ver a sus hermanos comiendo palomitas en silencio mientras esperaban su respuesta. «Por favor, ¿qué tan malo puede llegar a ser?» se preguntó.
—Vale, está bien —soltó todo el aire que había contenido y se encogió de hombros—. Serán unas geniales vacaciones. —Nadie pudo descifrar si esto último contuvo algo de sarcasmo, pero no importó porque el hecho era oficial. Cuidarían a Yellow durante todo el verano.
¿Qué tan terrible podía llegar a ser?
Oh, Connor. No tienes idea...
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Yellow
Teen FictionComo cualquier par de gemelos en una historia cliché, las personalidades de Connor y Michael contrastaban en proporciones épicas. Connor era el popular, un chico deseado y el capitán del equipo de futbol en la escuela. Michael, al contrario, era un...