Tears.

I

—¿Estás emocionado por el nuevo inicio de clases?

Si claro, estoy feliz de despertar todos los días a las cinco de la mañana, ver la cara de los mismos estúpidos año tras año, estar sólo en los recesos, tardes con tareas y estrés de proyectos.

Pensó RenJun.

—Sí, por supuesto, ChenLe.

Decía el chino mayor mientras metía cuadernos de mala gana en su mochila, mañana sería su primer día del último año de secundaria y se encontraba feliz y triste.

Después de dos largos meses, por fin vería a Jeno... Y a JaeMin.

ChenLe, quien era su primo, iniciaba la secundaria y por lo tanto, estaba a reventar de emoción.

Ambos se fueron a dormir, uno lleno de emoción y el otro deseando que la mañana no llegara.

Por la mañana, entró a su viejo salón y se sentó en su viejo pupitre, repasando con los dedos los dibujos que había hecho el ciclo pasado.

Jeno entró y RenJun se levantó sonriente, pero JaeMin abrazó al otro por detrás llevándoselo lejos. RenJun solo se dejó caer en la silla otra vez.

—¡RenJun hyung! Encontré un súbdito.

—No soy tu súbdito, ChenLe.

—Silencio, Jisung. Ejem, como decía, ¿Porqué estás sólo? ¿Y Jeno?

RenJun dejó caer la cabeza en la mesa e hizo un sonido de dolor.
Este sería el tercer año consecutivo que lleva enamorado de Jeno, pero sabía que no podía competir con JaeMin.

El timbre sonó, los dos menores se despidieron de RenJun y fueron a clases.
La maestra entró, y saludó a todos.

—Hoy inicia el último año de la mejor época de su vida, chicos, ¡ánimo!

¿Esta es la mejor?

Todos aplaudieron, menos él.

La puerta fue tocada y la maestra abrió, dejando ver a un chico rubio y de ojos azules como dos piedras preciosas.
Toda el aula se quedó en silencio.

—¿P-puedo pasar?

—Por ser el primer día, no tendrás sanción, entra y siéntate.

El chico rubio entró y buscó un asiento con la mirada. Dos opciones :Un chico que parecía jodidamente rudo y otro que estaba distraído, fue por el distraído, claro.

—Hol...

—No.

—Llámame Harvy, soy nuevo.

—Ajá.

—Que agradable.

RenJun sólo balbuceaba sin despegar su mano de su mejilla y sin voltear a ver al chico junto a él.