Capítulo 5

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El viaje terminó cuando las luces rojas y azules iluminaron las calles, cegando la vista de John. El taxi se detuvo y Sherlock pagó para salir lo más rápido posible y para alivio de John no se inmutó de su “discapacidad”, su orgullo fue salvado pero la llama de interés que crecía en su interior disminuyó. Que un alfa no lo tratará de manera cortés era algo nuevo en su vida. John en su juventud había gozado de la atención de cualquier alfa, una clara ventaja de sus apestosas hormonas y su increíble belleza juvenil. Belleza que se había opacado con la edad y la pérdida de su marca. Con paso rápido alcanzó al Alfa de nuevo.
—¿Me equivoqué en algo?—preguntó el hombre de cabellos negros. Sherlock no quería perder ni un segundo junto al Omega. No hasta llegar a la escena del crimen, situación que lo absorbería hasta el más mínimo detalle.
El Omega le atraía -hasta cierto punto- sabía que su instinto no había sido expuesto a semejante nivel de hormonas. Olían bien y hacían que Sherlock respirara más de lo normal.
Sherlock no conocía el amor.
Sabía la fórmula química que se generaba en el cerebro, una fórmula tan exacta que un miligramo demás haría que cualquiera entrara en el delirio. Tal vez, por eso decían también que el amor era irracional. No, Sherlock no creía eso. Lo irracional del amor se encontraba en la falta de control sobre sí mismo que caracteriza al hombre de sus tiempos. El amor no existe, Sherlock tampoco concordaba con eso de ser así los poetas y escritores que tanto han escrito sobre él no han hecho más que escribir mentiras. Los románticos debería eliminarse de la historia y la obra de Romeo y Julieta debería ser una comedia de jóvenes insensatos con un destino ilógico.
—Harry y yo nunca fuimos cercanos— la voz de John le regresó a la realidad y eliminanó la basura que acababa de pensar para enfocarse en el elogio que John le daría. John recordaba su infancia con Harry, una Alfa ruda y él un Omega enfermizo—Clara y Harry se separaron hace un par de meses y su divorcio está en proceso, ya que, Harry bebe y mucho…
—He dado justo en el clavo. No creí acertar en todo sobre ti—
—Tranquilo, genio —se burló John con una suave irritación en sus labios al notar que el Alfa engrandecía su ego —Harry es diminutivo de Harriet, por tanto ella es mi hermana— soltó con triunfo.
Sherlock se detuvo en seco. Lo habían ponchado en la primera base, su orgullo había sido abofeteado con guante blanco. Volvió a plantearse todo el proceso desde cero, sí era tan evidente para su palacio mental que temía no ser bienvenido de nuevo.
—Tu hermana— repitió en voz alta para sí mismo.
—¿Qué hacemos aquí?— preguntó John al ver los autos policiales estacionados y una cinta que claramente les pedía: no pasar. Pero Sherlock seguía conmocionado, su error no le hacía sentir mal, en lo absoluto. Le sorprendía.
—Hola, fenómeno— la voz despectiva que llegaba a sus oídos hizo que John volteara al frente para encontrar a una Beta, color oscuro, cabellos rizados y esbelto cuerpo. Digna de un integrante del cuerpo policiaco de Londres, aunque su lenguaje algo brusco hacia Sherlock, le dejaba mucho que desear.
—Vengo a ver al inspector Lestrade— soltó el Alfa sin inmutarse.
—¿Por qué?— exclamó la Beta sin vacilar. El rostro de Sherlock se arrugó ligeramente por la indignación. Tenía sentido, estaba a unos metros de su mayor diversión y no iba a impedir que una Beta con poco cerebro le dejara hacer su trabajo.
—Me invitaron— contestó.
—¿Por qué?— Sherlock bufó. Tal vez si fueran los suficientemente inteligentes para resolver el caso por sí solos, él no estaría allí. Era evidente que ellos sabían andar en dos piernas y emplear el lenguaje por puro fruto de su facultad imitativa y no por su inteligencia que había germinado a lo largo de los años, pero no iba a decir eso.
—Quiere que eche un vistazo— confesó.
—Sabes lo que pienso de tu ayuda ¿No es así?— John temía una batalla verbal, había observado la tensión y no era para nada agradable. Sherlock pasó la cinta.
—Siempre Sally— dijo mientas olfateaba —No llegaste a casa anoche— aseguró con un mote casi satírico. John se alarmó, se dio cuenta de que las cualidades intuitivas de Sherlock generarían una explosión entre ambos. Temía por su historial civil así que atravesó la cinta dispuesto a persuadir a Sherlock de que dejara las cosas como estaban pero una mano en el pecho lo detuvo.
—Espera, el Omega ¿Quién es?— Sally le miró y después, se dirigió al Sherlock.
—Es mi colega. Doctor Watson, la sargento Sally Donovan. Una vieja amiga—
—Un gusto…
—¿Un colega?— el saludo de John se desvaneció en la ignorancia de la mujer. Sentía vergüenza y su rostro ligeramente rojo lo delataba —¿Cómo es que tienes un colega? Y lo más curioso, un Omega— se burló. John ya había intuido que el Alfa era de pocas amistades y no era algo que se glorificaba en alardear, sin embargo, el que le recalcaran a alguien su poca capacidad social era algo que sólo había visto en los comienzos del ejército —¿Te siguió a casa?—
John se petrificó, Sherlock siguiéndolo a casa como un jodido loco. Nunca.
—Creo que esperaré aquí hasta que …
—No— la respuesta casi inmediata del Alfa lo asustó, un poco. Sherlock levantaba la cinta con clara invitación a que le siguiera, el pensar en la ausencia del Omega, le causaba una sensación extraña que no paro en identificar ni a pensar más en ella. Donovan rodó los ojos y comunicó que Sherlock había llegado con un invitado.
Caminaron al edificio viejo que estaba frente a ellos. Sherlock observaba detalles, los detalles eran importantes. John sólo sostenía con fuerza su bastón. La policía forense salía y entraba constantemente, hasta que un Beta con grandes zancadas se acercó a ellos, o mejor dicho, a Sherlock.
—Anderson, aquí estados de nuevo, qué tal el trabajo— saludó el Alfa.
—Es una escena del crimen, Holmes, no la contamines ¿Quedó claro?— la advertencia le dio a John la señal de que no era un sitio para él. Además de que el Alfa parecía ser enemigo del mundo o todo el mundo era su enemigo.
—Muy claro— respondió, olfateando de nuevo —¿Tu esposa estará fuera mucho tiempo?— el Beta abrió con sorpresa sus ojos que John temía que se salieran de su lugar.
—No finjas que lo adivinaste— su voz cargada de escepticismo del Beta hacían saber a cualquiera que Sherlock había acertado —Alguien te lo dijo—
—Tu desodorante me lo dijo— contestó.
—¿Mi desodorante?— repitió con incredulidad, era algo irreal para él. Los betas poseían un escaso nivel de hormonal. Eran demasiado débiles que los Omegas podían detectarlas si ponían empeño en ello, en cambio los Alfas lo notaban de forma tan sutil que se burlaban alardeando que apestaban a su patético sudor del día a día como humanos normales y corrientes o a sus ridículos objetos que aseo personal que trataban de imitar sus hormonas.
—Es de hombre— sentenció el Alfa.
—Por supuesto, yo lo uso— Anderson creía estar escuchando a un inepto, él era un hombre su fisonomía se lo decía y sus gustos, no necesitaba de un fenómeno para recordárselo. Sherlock aún no había terminado.
—Donovan también lo usa— a penas terminó de hablar cuando Anderson volteaba impactado hacia la Beta. Era una jodida broma.
Donovan quería creer lo mismo. John simplemente no sabía qué hacer, una infidelidad dentro del cuerpo policiaco no le sonaba extraño, simplemente sentía vergüenza por la manera tan inusual de ser descubierta.
—No saques conclusiones precipitadas— advirtió Anderson.
—Yo no he dicho nada, seguro que Donovan fue a conversar un poco y se quedó toda la noche— Sherlock se encaminó con gloria hacia la puerta. El Omega le siguió con rapidez no quería escuchar más.
—Y seguro, te ayudo a fregar el piso. Juzgando por sus rodillas— silencio, John le pedía silencio con su mirada. Pidió disculpas por él y metió a Sherlock al edificio, explicando que no debería hacer eso con demasiada gente a los alrededores. Entraron dirigiéndose a una habitación en la planta baja dónde todo el servicio forense tenía sus equipos, allí dando órdenes estaba el inspector Lestrade.
John sonrió cuando le saludó. Lestrade le preguntó su nombre.
—Es mi compañero, Doctor Watson viene conmigo— contestó Sherlock antes de que John siquiera moviera sus labios. Sherlock se colocó solamente los guantes mientras que John y el inspector cubrían sus cuerpos con el típico traje azul.
—¿Dónde es?— preguntó Sherlock.
—Arriba— contestó el inspector. Subieron las escaleras del viejo edificio, sus paredes estaban gastadas y la pintura casi se desvanecía, sin olvidar el olor a humedad que guardaba la estructura.
—Te daré dos minutos— explicó Lestrade al Alfa —La víctima es Jennifer Wilson, según sus tarjetas de crédito, aunque seguimos investigando para tener detalles. No lleva mucho tiempo aquí, unos niños la encontraron—
La muerte siempre había sido desagradable para John, desde niño. Recordó a aquel gato que abandonaron en la calle, en una caja húmeda, John lo alimentó con pequeñas dosis de leche y galletas en forma de pulpo. Cuatro días después, el gato había muerto en la noche y cuando John volvió a verlo después del colegio, su cuerpo estaba lleno de pequeñas hormigas que cumplían el fabuloso ciclo de la vida.
Las había odiado y también, a la naturaleza.
Memorias desagradables, solo su época en Afganistán y la pérdida de su Alfa era lo suficientemente desagradables para su alma.
Una mujer de traje, en el suelo, sin vida llenó su vista.
Sherlock miraba atento, debía ser de temperamento fuerte. John como cualquiera agachó un momento la mirada hasta tener valor para mirar, el inspector se paró a su lado, pidiendo explicaciones de lo que Sherlock hacia con su simple mirada enormemente confundida.
—Cállate—
—No dije nada— se excusó el inspector.
—Estabas pensando es molesto— humillado solo atinó a ver a John, el Omega le sonrió y bajo la mirada a Sherlock.
El Alfa se acercó aún más al cuerpo. Veía detalles. En el suelo RACHE, cinco letras escritas con desesperación de unas uñas rosadas. Los pensamientos de Sherlock comenzaron a aislarlo, los detalles lo bombardearon, una idea tras otra, un argumento con otro. La mujer era surda, RACHEL ¿Quién era Rachel?
Tocó el abrigo y estaba mojado, sacó una sombrilla y estaba seca como una hoja de otoño. Sus joyas estaban limpias a excepción de su anillo de bodas.
Miró de reojo a los hombres que estaban a sus espaldas, John le miraba con tanta atención que una sensación extraña le inundó el vientre. Una emoción desconocida y agradable, similar a la heroína.
—¿Obtuviste algo?— interrogó el inspector.
—No mucho— confesó.
—Es alemana, la palabra en el suelo es venganza en alemán— la voz de Anderson hizo saltar a John por tan inesperada intromisión, Sherlock lo miró molestó, caminó hacia él y cerró la puerta.
—¿Es alemana?— cuestionó John con curiosidad.
—No, pero es de otra ciudad. John hazme un favor y no dejes que las palabras de un Beta te lleven a preguntarme cosas sin sentido— pidió el Alfa tecleando su móvil —Pasaría la noche aquí antes de volver a… Cardiff. Hasta ahora eso era demasiado obvio.
—¿Obvio?— repitió el Omega
—¿Qué hay del mensaje?— Lastrade quería respuestas
—Doctor Watson, ¿Qué piensa?— la vista inquisitiva de Sherlock le cortó la respiración. Opinar acerca de una escena, él un civil con incapacidad. Sherlock definitivamente estaba a un nivel de locura impresionante.
—¿Del mensaje? — preguntó con miedo.
—No, Watson— se lamentó con seriedad —Del cuerpo— especificó.
—Tenemos un equipo para ello, Doctor no necesita…
—No es mío— soltó Sherlock. John no tenía opción de negarse.
—Estoy rompiendo las reglas con dejarte pasar no voy a …
—Me necesitas— dijo el Alfa —Y yo necesito al Doctor Watson—
—No puedo ganar esto— dijo el inspector derrotado —Qué Dios me ayude— John le miró hasta que le dio su aprobación. Lastrade le sonrió ligeramente y le dio luz verde para trabajar y salió de la habitación.
Ambos, Alfa y Omega se miraron hasta que John se arrodilló junto a la mujer. Le era difícil observar, sin olvidar que aún se sentía fuera de lugar.
—¿Qué hago aquí— preguntó.
—Ayudándome— confesó el Alfa con seriedad. Aunque no iba a confesar aún lo que no entendía.
—Debería ayudar a pagar la renta— contradijo John.
—Esto es más divertido— le dijo.
—¿Divertido? Sherlock esto no puede ser divertido hay una mujer muerta— soltó esperando que la realidad abofeteara al Alfa. No podía ser tan insensible ¿O sí?
—Es un diagnóstico perfecto, pero puedes ir más lejos— John giró los ojos, poniendo un recordatorio en su cabeza que decía: Sherlock Holmes necesita aprender a ser más humano. Dio un profundo respiro y se puso a trabajar, olió y tocó sus puntos vitales, cuello y muñecas. Sus pupilas y algún otro detalle.
¡Bingo!
—Es una Omega que probablemente murió de asfixia. Se desmayó y se ahogó con su propio vómito. No huele a alcohol así que pudo ser un ataque de drogas — explicó el Omega tratando de no tartamudear.
El inspector le escuchó y esperó con impaciencia más detalles.
—Sabías qué fue por el periódico—
—Eh, uno de los suicidios. El cuarto…
—Suficiente Sherlock, dame lo que tengas— interrumpió el inspector con ansiedad.
—Omega de casi 40 años, juzgando por su ropa una profesional, viajo de Cardiff para quedarse aquí por el tamaño de su maleta—
—¿Una maleta?— preguntó Lastrade. Sherlock comenzó a contar los detalles de su investigación. Una Omega infelizmente casada, cómo lo sabía, las joyas limpias y el anillo descuidado se lo decían. Ya que, sus múltiples amantes necesitaban verla soltera.
—Es brillante— elogió el Omega impresionado. Él jamás habría descubierto algo semejante.
—De Cardiff dijiste ¿Cómo lo sabes?— cuestionó el inspector.
—Es obvio— contestó el Alfa.
—No para mí— se excusó el Omega seguro de que hablaba por el inspector.
—Dios… ¿Qué tienen en sus cabezas?— preguntó casi lamentándose —Debe ser aburrido estar en ellas. Su abrigo está mojado, es decir, que estuvo en un lugar en el que recientemente llovió, en Londres no ha llovido. Bajo el abrigo, en el cuello también está mojado así que usó su abrigo contra el viento. Trae una sombrilla pero está completamente seca, así que había demasiado viento para poder abrirla. Debía venir, entonces, de un lugar cercano. Eso explicaría el tamaño de su maleta y su abrigo aún mojado. Ahora ¿Dónde a llovido recientemente y ha habido mucho viento? Cardiff — terminó mostrándoles la pantalla de su móvil, el estado del noticiero de la mañana.
—Fantástico— soltó John sin percatarse. No creía tanta inteligencia. Leer lo que Sherlock hacía era irreal pero verlo hacerlo era completamente diferente, era una sensación abismal.
—Lo dijiste en voz alta— le recalcó el Alfa.
—Me callaré— prometió avergonzado.
—No, está bien— John sonrió por instinto.
—Todo tiene sentido hasta aquí— dijo el inspector —Pero ¿Qué hay de la maleta?
—Sí, hablando de ella ¿Dónde está? Tu equipo debió encontrarla, además deben averiguar quién es Rachel—
—¿Rachel?—
—No debo recordarte que Anderson es un tonto. Claro que quería escribir Rachel—
—¿Cómo supiste lo de la maleta?— volvió a cuestionar Lastrade.
—Las manchas en las medias, muestran que arrastró una maleta con ruedas—
—¿Qué hicieron con ella?— preguntó John —Puedo traerla si la necesitas— sugirió a Sherlock.
—No hay una maleta— confesó el policía. Sherlock se alarmó y salió a toda prisa de la habitación.
—¡¿Alguien encontró una maleta?!— gritó para todo el personal que estaba en el edificio. Debía estar aquí, debían tenerla.
—No hay una maleta, Sherlock— le repitió por segunda vez. Sherlock subió los escalones que había bajado con la misma rapidez. Plantándose frente al inspector.
—Ellos toman el veneno. Lo tragan ellos mismos. Es tan evidente pero ustedes no pueden verlo— explicó con tanta rapidez que le tomó bastante tiempo procesar lo dicho al Beta —John, sé que no debería hacer esto pero vuelve sin mí a casa. Necesito irme ahora, mándame un mensaje de texto cuando estés con la Sra. Hudson— se despidió y salió del edificio.
John ahora sí se arrepentía de estar allí.
Se quitó el traje aliviado de que nadie se percatara de su presencia. El Beta había desaparecido y Anderson subía a hacer su trabajo. Caminaría y tomaría un taxi con el dinero que Sherlock le había dado. Dinero que pudo haber utilizado para una cena sencilla de no haber estado en aquél lugar. Salió de la casa y se topó con Donovan. La Beta le acompañó hasta levantarle la cinta.
—Tenga cuidado con el fenómeno— le advirtió una vez que John había cruzado —Es cuestión de tiempo para encontrar un cuerpo puesto por él mísimo— John no creía sus palabras. Sherlock era extraño e insensible no dudaba de eso, pero el pensar en que se convirtiera en asesino. Nunca, eso quería creer.
—¿Por qué me dice algo así?— preguntó.
—Porque es un psicópata y usted es un Omega, inteligente y bello. No hace buena pareja con él, nadie hace buena pareja con Holmes— explicó con seriedad.
—Yo no creo …
—Los psicópatas se aburren— le aseguró. Un hombre gritó el nombre de la Beta y dejó a John con un mal sabor de boca ¿Sherlock podía volverse un asesino?

Hola.
Espero que les guste el capítulo, he estado pensando mucho en la continuación de este fanfic. Al principio iba a abandonarlo, definitivamente.
Escribí dos capítulos, sin ninguna esperanza de ser leídos. En serio, me sorprendió mucho ver que existía un lector.
Y los nuevos que llegan, me impresionan aún más.
Bueno, tendremos más tiempo para agradecimientos, así que podemos olvidarlos un momento.
Ahora, lo que en realidad quería escribirles es que si les ha gustado el lento avance, no me refiero a mis actualizaciones casi nulas, sino a la trama que pienso emplear.
Va a ser una relación que va a darse despacio, se debe a la pérdida del Alfa de John y a la ya conocida poco sensibilidad de Sherlock.
Su click es evidente :v
Pero el llevar al acto, su potencial relación será difícil.
Pensaba llevar la trama junto con la serie y cambiar algunas cosas, respetando la línea temporal de sucesos porque así nació la idea de escribir. Además, de que casi no existían fanfics sobre ellos ):
Así que me gustaría leer sus comentarios de cómo sienten la historia, la extensión de los capítulos y en qué puedo mejorar porque si les soy sincera, es la primera vez que escribo.
Siendo que una historia no es nada parecida a un ensayo académico de los que suelo entregar en la universidad >:v
(Sí, odio las apestosas reglas académicas entorno a un ensayo)
En fin, sus lecturas me alegran mi día de esclavitud universitaria. Los amo infinitamente ❤️
Hasta aquí mi reporte Joaquín.

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