02- Sentimientos
- Emma se quedó dormida – murmuró Lani ante la peculiar, aunque conmovedora escena que se presentaba ante los ojos de los demás; en la biblioteca, con la cabeza recostada sobre varios libros abiertos, Emma había sucumbido al sueño tras varias horas de lectura ininterrumpidas. Un logro bastante importante si se consideraba que ella no era muy amiga de los libros.
- Aaaww que adorable se ve – comentó Zack, medio en broma y medio en verdad.
- No ha despertado con nada – comentó Gilda, quien estaba con ella en la biblioteca al momento en que su amiga cayó desfallecida mentalmente.
- ¿Y no estará encantada como esas princesas de cuentos de hadas que están dormidas por un hechizo? – sugirió Jemima dejando brotar su inocencia.
- Que yo sepa, las princesas no se duermen babeando sobre un montón de libros – se mofó Ray por el estado de Emma.
- Además, a Emma no le queda el título de princesa – comentó Gillian – A menos que alguno de ustedes conozca sobre alguna que sea dirigente de un grupo de niños prófugos, que use armas como arco y flecha y que viva en un refugio en el desierto en lugar de un castillo.
Paulatinamente los demás se rieron con disimulo por la comparación de la adolescente, porque más razón no podía tener; Emma no se asemejaba en lo más mínimo a una princesa. Más bien, era similar a una guerrera.
- Y bien ¿Van a dejarla allí o alguno de ustedes moverá su trasero para llevarla a su habitación? – cuestionó Yuugo cruzándose de brazos.
- Bien. Voy yo – se ofreció de Ray de mala gana – Porque sé que tú no lo harás, viejo.
- No me voy a romper la espalda por cargar a la antena – argumentó el adulto – No es tan ligera como aparenta serlo.
- Creí que Mamá Gallina cuidaba de sus polluelos – se burló Oliver en voz alta, produciendo una cadena de quejas graciosas de parte de los demás en contra de Yuugo y su mala actitud de "madre". Este no tuvo como zafarse de aquel predicamento y solo atinó a intentar hacerlos callar en vano.
Aprovechando que los demás ahora se concentraban en abuchear a modo de mal chiste a Yuugo, Ray se acercó a su amiga y con cuidado de no despertarla, la cargó de forma nupcial y salió de la biblioteca en dirección a la habitación donde ella dormía. Al llegar, con cuidado abrió la puerta empujándola con el pie –eso por poco le cuesta el equilibrio– y entró de forma silenciosa. Tuvo que ahogar un jadeo de sorpresa al sentir como Emma comenzaba a moverse y se quedó quieto, intentando calmar su agitada respiración causada por el susto. Para su sorpresa, la chica de cabello otoñal se aferró de forma mimosa e inconsciente a su amigo, recostando su cabecita soñadora en el pecho de él. Sonrió inconsciente cuando a sus oídos llegó el acelerado palpitar del corazón de él, tranquilizándola en medio de sus sueños de azúcar amarga. Y mientras ella en la inconsciencia se hundía en la calma absoluta, Ray luchaba internamente por tranquilizarse. Por algún motivo, las acciones inconscientes de Emma le habían disparado los nervios hasta las nubes. Una vez que la sintió regresar a su postura quieta, se dispuso a concluir el breve trayecto que lo separaba de la cama de Emma. Mas le fue imposible continuar cuando su mirada inexpresiva y teñida en color ónix se concentró solo en la figura dormida de Emma. Y por un instante, pensó que las palabras de Jemima podían acercarse a la verdad: que Emma era una princesa. No por su actitud ni por esperar a que un príncipe la rescatara, pues ella solita se sabía cuidar a pesar de todo.
Emma... se asemejaba a una princesa de cuentos, por su belleza. Su postura dormida y relajada le recordó a la doncella que esperaba el beso que la despertaría. Pero tristemente, el destinado a despertarla de su sueño y llevarla a un final feliz... ya no estaba allí.
Porque Ray no era el príncipe del cuento; él mismo no sabía si su papel se asemejaba al de un lobo... o al del cazador. Solo sabía que su lugar no era junto a la princesa. Sorprendiéndose a si mismo por perder el tiempo comparando su vida con la de un relato de fantasía, sacudió la cabeza levemente y acercándose sin perder cuidado, recostó a Emma sobre el lecho, le quitó los zapatos y la arropó para que no pasara frío. La escuchó suspirar y borrar su sonrisa inconsciente apenas el tacto cariñoso de Ray se alejó de ella. Rodó los ojos con exasperación y se sentó junto a la fémina, acercando su mano al cabello de ella, enredando sus dedos entre aquellos mechones anaranjados y desordenados. A pesar de lucir descuidado, su cabello era suave al tacto. Eso lo hizo sonreír inconscientemente. La curvada sonrisa regresó al rostro de Emma en señal de calma y en resalte de su belleza joven, encendiendo las mejillas de quien le hacía compañía. Sus dedos, algo fríos por naturaleza, rozaron sin querer la cicatriz en el costado de su cara; lugar donde antes la chica tenía su oreja. Los cristales opacos de Ray se llenaron de culpa por aquella herida irremediable y deslizando lentamente sus dedos por el rostro de porcelana de su amiga, retiró su mano lentamente. Por suerte esta vez, la chica no se quejó ante la ausencia del calor de su amigo.
- Eres un caso perdido – musitó Ray sonriendo con tristeza – Descansa, tonta.
Y antes de irse de allí, se permitió romper con la estética del cuento de hadas.
"El príncipe no estaba y había abandonado a la princesa, quien ahora viajaba lejos de su castillo donde permaneció aprisionada entre mentiras por muchos años. Guiada por un forastero del mundo y llevando consigo a sus amigos y seguidores, se adentró en una aventura peligrosa y maravillosa al mismo tiempo en búsqueda de su libertad, siempre de la mano de su fiel compañero, quien ahora al verla caer en un sueño profundo, le robaba un dulce beso en nombre del amor que en secreto le profesaba".
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Una vida por delante
FanfictionSus vidas no son fáciles, porque no están en un cuento de hadas y el peligro les pisa los talones. Su objetivo: vivir hasta alcanzar la felicidad (Rayemma Week 2019)