01- Survival

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Y aquí vuelvo de nuevo con relatos breves. Ahora, participando del Rayemma week 2019, les traigo un conjunto de relatos para que disfruten (o sufran). Planeaba subirlos antes, pero el internet ausente y la Universidad me retuvieron un tiempo. Aún así, se los quise traer en este día. ¡Disfruten!

01- Survival

Su vida nunca fue otra cosa más que sobrevivir hasta cumplir los 12 años. Desde que la verdad oculta en aquella falsa utopía familiar llamada Grace Field había sido revelada frente a sus inocentes ojitos oscuros, el único objetivo en su vida fue sobrevivir a toda costa hasta llegar a la edad límite con tal de alcanzar su verdadera meta, la cual no lo incumbía para un futuro. Pero, aun así, era capaz de ir a las medidas más extremas; no en vano había arriesgado su cabeza al hacer un trato con mamá, -con Isabella- y recibir ciertas recompensas a cambio de ser el perro del cuidador del rebaño.

Aun si lo odiaba tenía que hacerlo. Era la única alternativa si quería conseguir su objetivo. Su meta se fue acercando con cada mes y año, a cambio de callar la verdad, de autoflagelarse el alma al ver partir a sus hermanos hacia una muerte segura, de estimular y pulir su joven cerebro con cientos y cientos de libros para incrementar su valor como "producto", de silenciar sus emociones y exhibir un rostro indiferente.

Una carga demasiado pesada para un alma tan joven. Demasiado dolor que acabó por asesinar a un corazón inocente.

Su vida era el infierno y solo le quedaba resignarse a su fatídico final. Final que él mismo se otorgaría con sed de venganza. Pero en medio de aquella oscuridad, había un lucerito precioso que le hacía compañía en su fatídico existir.

Tenía nombre. Ambos luceritos lo tenían.

Emma y Norman.

Por los motivos más extraños, no pudo evitar encariñarse con aquel chico de ojos azules y cabello blanco cuyo cerebro era extraordinariamente brillante, en contraste con su salud y físico; ambos estaban por los suelos a un nivel casi absurdo. Así como tampoco supo ni pudo evadir la realidad de haberse conectado de forma emocional y amistosa con Emma, la chica de cabellos anaranjados como el otoño, ojos como esmeraldas pulcras y actitud imprudente y alocada. Era inteligente, pero nada estratégica a su parecer, aunque su fuerza física y salud eran realmente admirables. Solía ser la última en ser capturada en "Las traes" o incluso a veces lograba ganar y no recordaba que alguna vez ella se enfermara. Una rarita tonta en pocas palabras.

Era por ellos que su objetivo era sobrevivir a toda costa al menos hasta los 12 años. Porque él no se veía a si mismo con un futuro por delante, pero quería que al menos sus dos amigos lo tuvieran. Que atravesaran los gruesos muros de aquella granja humana y encontraran un lugar en donde vivir a salvo y felices.

¿Y de qué servía eso?

Seis años planeando salvarlos. Seis años aguantando la tortura emocional. Seis años echados a la basura.

No pudo salvar a Norman. No pudo siquiera ayudarlo a escapar. ¡Maldito cabrón! Nunca quiso que lo salvaran cuando supo cual sería su destino. Había aceptado la muerte con una tranquilidad que lo asustaba. Le había mentido a él y a Emma, dejando a ambos con el corazón en la garganta y el llanto en el corazón.

Tuvo que cambiar radicalmente de estrategia. Había perdido a su mejor amigo... ¡No iba a permitir que ahora le arrebataran a Emma! Ella debía lograrlo. Debía huir y sobrevivir en el exterior.

Lo logró durante un buen tiempo. Su actuar apagado y deprimido convenció incluso a mamá de que finalmente, había aceptado rendirse.

En realidad... pensaba hacerla caer aún más bajo con su muerte prematura. Sabía que Emma también fingía haberse dado por vencida y que algo debía estar tramando. Había aprendido a ser una mejor estratega gracias a Norman y a él mismo. Algo bueno debía conseguir.

Con esa seguridad disimulada, ya no necesitaba temer por ella cuando él acabara con su propia vida.

Pero nuevamente sus planes se frustraron. Su suicidio para arruinar el festín de los demonios, truncar el camino de Isabella y al mismo tiempo permitir la huida de los demás (pese a no estar aún convencido de que todos podían escapar), se vio bloqueado en el instante en que las pequeñas manos de Emma apagaron el cerillo que lo haría arder en el infierno. Sus manos se quemaron, pero ella siquiera se inmutó. Mantuvo su alegre optimismo en aquel instante y le ordenó que esta vez, siguiera sus órdenes. Ray nunca entendió por qué el mismo accedió a aquella petición y antes de poder exigirle una explicación a Emma o reprocharle sus acciones...

¡PAF!

Ella lo golpeó. Lo abofeteó con ira, con miedo, con dolor, con la sensación de abandono aún taladrando su mente de apenas 11 años. Le gritó de manera eufórica y furiosa, prohibiéndole morir y que, en vez de pensar como un cobarde huyera con todos como siempre debió ser. No lo dijo, pero Ray pudo percibir que, bajo sus palabras llenas de rabia, había una súplica oculta; una que provenía desde lo más profundo del corazón de Emma.

"No me abandones".

Aquel mensaje junto con el ardor del golpe recibido, lo arrancaron de su egoísmo. Lo obligaron a pensar que tal vez... sí había una posibilidad de huir con Emma y los demás. De alcanzar un lugar donde pudiesen empezar de nuevo. De sobrevivir.

Y ahora, alejado de la casa que lo vio crecer por casi 12 años, internado en la profundidad del bosque y refugiado por la extraña amabilidad de Mujika y Sung-Joo, Ray por primera vez en su vida, sintió que la palabra correcta no era sobrevivir. Lo que debía hacer ahora, era vivir. Por él mismo, por los niños... por Emma. Permanecer viviendo a su lado, apoyando sus imprudencias para ayudarla a hallar un equilibrio. Ella era el corazón y él era la razón. Ray era la noche y Emma el amanecer. Estaban juntos en esto hasta el final. Aquel sentimiento potente y al mismo tiempo dulce y agrio le impulsó a sostener la mano de la fémina de cabellos de otoño alborotado, quien sentada a su lado lo miró con extrañeza por su repentino actuar.

- ¿Ray? – inquirió confundida.

- No me hagas caso – se justificó de forma absurda – Fue... fue un impulso.

Emma lo contempló por unos segundos, antes de sonreír con ternura desbordante y apretar la mano del contrario en un gesto de complicidad.

- Gracias – murmuró ella con voz melosa, antes de recostar su cabeza sobre el hombro de él y suspirar largamente, ignorando el torbellino de emociones que se habían desatado en el interior del chico de mirada oscura y corazón agrietado.

Una vida por delanteWhere stories live. Discover now