Una noche |Joerick|

Prólogo.

Joel

No suelo ser una persona que va a fiestas organizadas por la escuela.

Pero estoy aquí, por que este año el director nos obligó.

En estos tiempos los bailes ya no son como antes, solo van nerds que no conocen una fiesta de verdad.

O era estar bebiendo cerveza con mi amigos y perder 2 puntos de calificación en cada materia, o estar acá sentado viendo a todos aburridos, solo a unos cuantos en la pista bailando.

Hubiera mandado todo a la mierda, sino fuera que este es uno de los años más difíciles en la preparatoria, y últimamente me esta yendo mal, y no quiero repetir año.

Volteo los ojos cuando veo que el director se acerca a nuestra mesa.

—¿divertidos?

—Sí, claro—digo fingiendo sonrisa falsa.

—¿Por que no van a bailar?

—No sabemos.

—Vamos, anímense.

—No, no, no quiero de verdad.

—Menos un punto, Pimentel.

—Ya—me levanto de mi asiento—. Esta bien, voy a bailar, pero no tengo pareja con quien hacerlo.

—Hay muchas chicas acá.

—No me gustan las chicas.

—Oh—dice incomodo—. Pues, si quiere no baile.

—Gracias.

—Sí te creyó el cuento de que no te gustan las chicas.

—Ya sé—Muerdo mi labio—. Gracias a Dios.

—¡Pimentel!—se dirige hacia mi—. Ya conseguí a alguien.

—Diablos—murmuró.

El chico es lindo, muy muy lindo.

Nunca lo había visto, de hecho.

—Es mi hijo, te lo presto solo un ratito, para que este contigo, no suelo hacerlo por que soy papá celoso, pero será solo una excepción.

—De acuerdo...

—Cuídate mucho mi bebé.

—¡Papá! —el chico lindo le voltea los ojos.

—Perdón.

—Entonces, hay que bailar ¿ehh?

—Supongo.

Me levanto de mi asiento y agarro su mano que esta bastante suave y bonita.

Nunca había hecho esto.

Escucho su respiración agitada y lo siento apenado.

—¿Qué tienes?

—Nada, solo algo nervioso.

—¿Cual es la razón?

—Nunca había hecho esto, es que mi papá no me deja, y casi no salgo de la casa, solo a eventos de él y a la casa de mi mejor amiga, pero nada más.

—No quiero que te asustes, pero eres muy tierno.

El se sonroja y sale una risita linda de sus labios.

—¿porqué lo dices?

—Es que la manera en la que te expresas es muy linda, aparte tu también, tus manos tiemblan y se que estás apenado, eso se me hace muy tierno.

—nunca me habían dicho tierno, solo raro por lo mismo de que no suelo socializar, gracias a mi papá, se me hizo extraño el hecho de que me dijera que fuera a bailar contigo, nunca pasa, es extraño.

—Que raro tu papá.

—Sí.

—¿Tienes número?

—¿De teléfono?

—Obvio—me rio tiernamente por que en realidad el si es muy inocente.

—Sí, pero, casi no puedo usar mi teléfono, solo cuando es necesario, pero márcame a las 9 de la noche, a esa hora suelo hablar con mi mejor amiga y pues a esa hora me permite  agarrarlo un ratito.

—Está bien —sonrió—. ¿Cual es tu número?

—Erick—habla su papá—. Ya bailaste mucho, venta ya a la mesa y Pimentel, ¿No que no sabías bailar?

—¿Apoco baile bien?

—Algo.

Reí nuevamente.

Ya no me atrevo a pedir su número por que acá está su papá y a como me dijo que es, siento que me mataría antes de dejar que su hijo me dé su número.

Tan bien que se sintió al estar con él aunque no lo conociera, aunque solo fuera un ratito, y tal vez no lo pueda volver a ver, o escuchar su linda voz, por que no le alcanzo a dar el puto número.

Vuelvo a mi lugar y mis amigos me miran.

—¿Qué?

—¿Entonces si te gustan los chicos?

—No, él es agradable.

—Ajá.

Agradable y lindo, me digo a mi mismo mientras lo miro a lo lejos en su mesa.