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VLADIMIR.
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Un rayo de luz que traspasaba la ventana rota hizo que mis ojos se abrieran ante su presencia. Estiré mi cuerpo mientras un bostezo se escapaba de mis labios. Pasé minutos mirando aquel techo donde había pasado varias noches y presentaba algunas humedades en su superficie. Moví mi pierna izquierda haciendo que ésta quedara fuera de la cama apoyada en el suelo. Impulsé mi cuerpo y procedí a salir de la habitación. Notaba un pequeño dolor en mi estómago cuál su causa era la necesidad de alimentarme cuanto antes. Mi vista se posó en una manzana que había encima de una mesa roída, seguramente por las ratas, y me acerqué para posteriormente saciar mi hambre. Alcancé con la mano la capucha y me la puse mientras abría la puerta permitiendo dejar entrar luz del exterior. Caminaba por las calles que ya se encontraban llenas de nuevos compradores. Seguí el recorrido de ayer para llegar al edificio donde habitaba el joven, para aceptar su ayuda. Ocultaba mi rostro mirando al suelo hasta que alguien captó mi atención.
— ¡Es esa! ¡La ladrona de ayer! —Gritó un mercader enfurecido.
Me giré rápidamente y me percaté de que se dirigía a mí.
Corrió hacia mí y enseguida empecé a huir de aquel mercader. Buscaba aterrorizada el edificio, pero mi terror impedía concentrarme en ello.
Finalmente encontré aquel edificio y entré en éste perdiendo de vista al mercader.
— ¿Puedo ayudarla en algo? —Me giré exhausta y me encontré con una señora donde su rostro mostraba algunas arrugas debido a su alta edad y su pelo canoso.
— ¿Sabe dónde vive un joven rubio con ojos oscuros?.- Le pregunté a la señora, ella asintió y mostró una pequeña sonrisa sin mostrar sus dientes.
— Supongo que hablas de Vladimir.- Fruncí el ceño mostrando mi duda de si se trataba de él.- Sube las escaleras hasta el final. Seguramente va a estar ahí, porque no lo he visto salir de su casa.
La señora abandonó el edificio, quedando tan solo yo acompañada del silencio.
Subí los escalones llenos de polvo y con algún que otra grieta. Me mantuve parada delante de la puerta indecisa. ¿Es correcto aceptar su ayuda?, ¿me traicionará?. Después de varios segundos de reflexión tomé una decisión; aceptaría su ayuda. Dí dos toques a la puerta, y ésta tras unos segundos se abrió mostrando el rostro del tal Vladimir. Efectivamente, se trataba del joven del día anterior.
Sonrió victorioso de que haya acudido a buscarle.
— Sabía que vendrías —Todavía seguía en el pasillo—. Sea usted bienvenida —Su brazo derecho hizo una pequeña reverencia mientras me indicaba que pasara.
Accedí a su reverencia y entré en su hogar. Mientras él cerraba la puerta, observaba todos y cada uno de los objetos que había en aquella habitación.
Había una vieja mesa de un color cobrizo entre dos asientos, y en ella, se situaba una pequeña lámpara que apenas iluminaba la sala entera.
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Prohibited
ActionLa sociedad de Güeder está dividida en dos grupos muy diferenciados; los humanos y los prohibidos. Estos últimos son la raza cruzada entre humanos y elfos, además, suelen ser escasos ya que las mismas leyes sentencian su muerte en el nacimiento. Qui...